FONDO DE CATÁLOGO
«El grupo tenía un camino en un rock más crudo, más potente, que no supo o no quiso seguir»
Eduardo Izquierdo recupera Vendaval, el segundo disco de Los Madison, la extinta banda madrileña que lideraba Txetxu Altube antes de lanzarse en solitario. Estas son sus impresiones once años después.
Los Madison
Vendaval
GOOD SOUNDS, 2010
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
«Vendaval es el segundo disco de una banda que estaba empezando. Más maduro en muchos sentidos que el primero, y cogiendo experiencia para los temas y los discos siguientes. Creo que hicimos lo que queríamos hacer en ese momento. ¿Lo podíamos haber hecho mejor? Seguramente, pero era lo que teníamos entre manos entonces y estábamos contentos con lo que salió». Eso es lo que me cuenta Txetxu Altube, cantante y líder de Los Madison, cuando le pregunto, aprovechando nuestra amistad —que andaba consolidándose justo cuando nació aquel disco— cómo ve Vendaval con la perspectiva que da el paso de casi once años y un montón de canciones, discos y conciertos a cuestas. Doce canciones que, efectivamente, suponían una evolución respecto a su predecesor, Días de vértigo (2007), y un paso para llegar hasta su probablemente obra cumbre, Compás de espera (2012). Aunque servidor siempre le ha tenido un especial cariño a este Vendaval cuyo título tiene un significado opuesto a la canción incluida en el disco. Porque Los Madison pretendían transmitir esas ganas de llegar a todo el mundo, de alzarse, mientras el tema habla de arrepentimiento y sentimiento de culpa. Y ya que estamos con las culpas, en este caso son precisamente esas canciones las culpables de mi cariño por este trabajo.
Produce Jose Nortes, con un trabajo no especialmente destacable, al que sí es de agradecer que no despoje al grupo de su personalidad. Producción no intrusiva, podríamos definirla, y eso también tiene su aquel. El grupo está en un buen momento, y eso se respira desde el arranque con “Si pierdo la cuenta”, un magnífico tema que se mantiene en el repertorio habitual de la carrera de Txetxu en solitario. Un auténtico himno, recuperándonos aún del primero, faltos de juicio, vistos para sentencia. Con un grupo que entra a degüello a por ellos. Con ese cierto aire al sonido New Jersey mezclado con sus aromas secretistas. Impecables.
En “Testigo” abren con una armónica, protagonista durante todo el tema, para dar la razón a todos aquellos seguidores de Springsteen que encontraban en la música de Los Madison ciertas conexiones. Eso sí, pocos se atreverán a decir que por aquel entonces Altube andaba componiendo canciones bastante mejores que el Boss. Pero ya que estamos, ya lo digo yo. No sé si viendo los discos de Bruce en aquellos años esto tiene mucho mérito, pero en cualquier caso es algo cierto, y no está de más decirlo.
“Promesas” asoma como primera balada del disco. Una preciosidad de canción con un Txetxu desgarrándonos la piel. «Antepongo soledad a estar contigo / y si tengo que apostar lo hago por mí». Dolor y frustración en vena, pero mirada al frente. La que nos lleva a “Soldados”, primer single elegido del trabajo. «“Soldados” es uno de los temas que más me piden cuando hago conciertos, y “Si pierdo la cuenta” no la he dejado de tocar en ninguna de las giras que he hecho después”. Un medio tiempo con el que, curiosamente para ser el sencillo elegido, nunca he acabado de conectar del todo. Siempre me ha gustado mucho más su estrofa que su estribillo, aunque será cosa mía. En todo caso, confirma, tras el arranque más impetuoso de “Si pierdo la cuenta”, que el tono ha bajado ligeramente hasta situarnos en un nivel tranquilo, con pocos sobresaltos, que cambiará con el paso de los temas. “Vendaval” sigue por ahí, pero es que la canción es una delicia. Solo le pongo un pero, y es ese uso forzado —que no incorrecto— del tiempo verbal con «arrepiéntome». ¡Que no estamos en el siglo diecisiete, Txetxu! Bromas al margen, lo dicho, una maravilla que en su estribillo empieza a cambiar de marcha al disco.
“Ha merecido la pena” es puro country rock y les aseguro que funciona como un tiro en las pinchadas de discos. ¿Hemos acelerado definitivamente? Parece que sí. “Mi libertad” repite un esquema que ya conocemos, pero no por ello deja de sentarle bien a la canción. Inicio con el freno de mano puesto para que la voz de Altube tome el protagonismo y luego arranque en el estribillo. “Cuchillos de plástico” podría ser una canción de Joe Grushecky con el que por la época andaban compartiendo escenarios, mientras que el inicio acústico de “En manos del frío” pone la calma en este último subidón para encarar la recta final. Confieso que al recuperar el disco de mi estantería no recordaba esta canción en concreto, que nos vuelve a engañar para al minuto y medio volverse más rocosa. Aunque la palma en ese sentido se la lleva la intensa “Desafíame”, con la voz a punto de romperse. Letra inspirada, buena melodía, guitarras en ristre, estribillo resultón, ¿para qué más? Demuestra que el grupo tenía un camino en un rock más crudo, más potente, que no supo o no quiso seguir. Y la guitarra eléctrica y ligeramente bluesy de “Recibí un disparo” lo confirma del todo. Lástima. Siempre pensé que ese era su camino, aunque no seré yo quien le ponga peros —bueno, alguno sí, pero con cariño— a la carrera posterior de Altube. También previsible era acabar de bajón acústico, con “No contaba con esto”, pero era necesario un final así. Si aún no estaban convencidos de quién tiene una de las mejores voces del pop rock de este país, aquí la tienen.
El paso del tiempo es duro con los discos. A algunos los pone en un lugar completamente distinto al que uno los tenía situados en su momento. Los músicos, incluso, suelen renegar de ellos. Altube, no. «No quitaría nada del disco. En ese momento hicimos esos temas así porque estábamos convencidos de ello. Si no lo hubiéramos estado, no lo hubiéramos hecho». Una actitud que le honra, claro. Y más cuando uno recupera el disco, como me ha sucedido a mí, y tras mucho tiempo sin escucharlo, vuelve a disfrutar del impacto juvenil que tenía la sección de ritmo formada por Alfonso Adánez (batería) y Carlos Altube (bajo), o por los pianos siempre apropiados de Iñaqui Aranda. Entonces te das cuenta de que no: a este disco no lo ha maltratado el tiempo, y once años después de su publicación todavía puede pillarte el vendaval.
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Anterior entrega de Fondo de catálogo: Use your illusion I y II (1991), de Guns N’ Roses.