FONDO DE CATÁLOGO
«Ambos artistas supieron hacer suyas canciones de Allen Toussaint, Gene Clark o Tom Waits, por citar algunos»
Eduardo Izquierdo nos lleva hasta 2007 para recuperar el hermoso e inesperado disco que grabaron al alimón el vocalista de Led Zeppelin, Robert Plant, y la cantante de bluegrass Alison Krauss.
Robert Plant & Alison Krauss
Raising sand
ROUNDER RECORDS, 2007
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
La sorpresa saltó en la quincuagésima primera edición de los célebres premios Grammy. Sin que nadie lo esperara, aquella noche Robert Plant, excantante de Led Zeppelin, y la cantante de bluegrass Alison Krauss se convertían en los auténticos protagonistas de la velada al alzarse hasta con cinco galardones. Lo hacían gracias a Raising sand, un disco conjunto de versiones que se llevaba los premios a disco del año, al disco de folk contemporáneo, a la canción del año por el tema “Please read the letter”, a la mejor colaboración vocal country por “Killing the blues” y a la mejor colaboración pop con letra por “Rich woman”.
En 2004 Robert Plant y Alison Krauss se encuentran casi por casualidad en un escenario, con el objetivo de rendir tributo al legendario Lead Belly en la inclusión de este en el mítico Rock and Roll Hall of Fame. Un músico que podría ser fácil asociar a Krauss, nacida en Illinois y violinista esencialmente de bluegrass, pero quizá no tanto al cantante de Led Zeppelin. Este lo aclaró rápidamente en su momento en unas declaraciones a BBC: «A Lead Belly se le asociaba al mismo blues del que luego bebimos grupos británicos como Led Zeppelin o Cream». Aclarado, aquella reunión iba a suponer el embrión de lo que luego sería Raising sand. Porque sus voces cuajaron, se sintieron bien juntos y se dieron cuenta de que tenían mucho más en común de lo que pensaban. Plant era un profundo conocedor de la música de raíces norteamericana, y Alison se encargaba de interpretarla en sus discos. Poco tardaron en intercambiarse unas cuantas llamadas, en buena parte por la insistencia del periodista Bill Flanagan, y proponerse hacer un disco de versiones que rindiera tributo esencialmente a los años que van entre 1950 y 1970, y a la música que les apasionaba a los dos.
Robert Plant supo desde el principio quién debía ser el productor del disco. En unas declaraciones que recogió Ramón Fernández Escobar en El País, en diciembre 2007, quedaba claro lo que llevó al cantante a decidirse por T-Bone Burnett : «Él ya había trabajado con Alison en la banda sonora de Cold mountain. Seleccionó la mayor parte del repertorio y sumó todos los ingredientes. Y para mí, que jamás había contado con un productor que no fuera yo o alguien de mi banda, supuso un alivio. Además, no había conocido mente tan privilegiada como la suya. Nunca hay que pensar que ya sabes demasiado…».
Una grabación compleja
La grabación no fue fácil. Los compromisos de los tres grandes implicados hicieron que las canciones se grabaran hasta en cuatro estudios diferentes, entre las ciudades de Nashville y Los Ángeles. Mucho más sencilla fue la selección del repertorio. Krauss y Plant se intercambiaron listas de temas que les gustaban, buscaron las coincidencias y luego decidieron añadir alguna canción más creyendo ciegamente en la opinión del otro. La única condición es que las canciones fueran del período seleccionado, aspecto que solo se saltaron para incluir una revisión del “Please read the letter” extraída del disco Walking into Clarksdale, publicado en 1998 por Plant junto a su antiguo compañero en Zeppelin Jimmy Page.
El resultado fue excelente. Ambos artistas supieron hacer suyas canciones de Allen Toussaint, Gene Clark (por duplicado), Townes Van Zandt, The Everly Brothers o Tom Waits, por citar algunos, trabajando las armonías vocales y dotando a toda la grabación de un aroma campestre encantador. Aprovechan el inicio para hacer toda una declaración de intenciones con “Rich woman”, escrita y grabada por primera vez en 1955 por la cantante de rhythm and blues Li’l Millet, y lo cierran de la misma forma, con el “Your long journey” de Doc Watson. Suenan siempre dinámicos, compactos y, sobre todo, frescos, muy frescos. Sus voces se conjugan a la perfección y la sensación de comodidad y honestidad se mantiene en las trece canciones del disco, para las que contaron con invitados puntuales del calibre de Marc Ribot, Greg Leisz o Mike Seeger. Aunque la base son ellos y su conexión. Plant y Krauss, Krauss y Plant. Tanto da. No es de extrañar que la crítica acogiera el álbum de manera espectacular y que firmas del prestigio de Chris Jones manifestaran en BBC que el álbum era «magnífico en todos los sentidos». De igual modo opinamos en Efe Eme, cuando lo consideramos el mejor disco de 2007. Un disco que, como escribió aquel año Juan Puchades, «se aproxima más a los géneros en los que se maneja Krauss (bluegrass, country) que al rock duro que hizo popular a Plant —aunque desde hace tiempo, gusta nadar en diferentes aguas, muy alejadas de las de sus comienzos—, mientras que las inmensas guitarras de Marc Ribot y T-Bone Burnett aportan la densidad necesaria para un sonido vaporoso y algo inquietante, por momentos próximo a una banda sonora de David Lynch».
A veces la música tiene esas cosas. Las casualidades, el destino, llámenlo como quieran, hacen que dos personalidades con aparente poca relación se encuentren y de ellos surja la magia. Y eso es lo que pasó con Raining sand. Ni más, ni menos. Simplemente magia.
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Anterior entrega de Fondo de catálogo: Running on empty (1977), de Jackson Browne.