LIBROS
«Cuentos para calentarse con brasas mientras hace frío en la calle»
Carlos Castán
Cuentos
PÁGINAS DE ESPUMA, 2021
Texto: CÉSAR PRIETO.
Carlos Castán, poco a poco, se ha convertido en una de los más reputados cuentistas españoles. De orígenes altoaragoneses —muchos de sus relatos transcurren en Zaragoza o en pueblos situados hacia el norte pirenaico—, aunque nacido en Barcelona y residente durante mucho tiempo en Madrid, sus relatos tienen una pulsión en los personajes que les da carácter unitario: el fracaso, el dolor de ese fracaso, el pasado, a veces deformado, bares y alcohol… Todo viene a ser lo mismo.
La editorial Páginas de Espuma, especializada en relato breve, ha tenido a bien fundir en un volumen los tres libros de cuentos publicados por Castán entre finales de los noventa y la primera década del milenio, pero un escritor no nace de la nada, necesita tener una cocción lenta desde el fuego vivo de la educación sentimental, y la de nuestro autor se empezó a producir mientras acababan los setenta y comenzaban los ochenta. A esos años dedica el que seguramente es su mejor cuento: el prólogo del volumen, donde van derramándose todos los recuerdos. Aromas de la memoria que contemplan álbumes de cromos, embelesos y amores de instituto. También los libros de Cortázar comprados a los dieciséis y los fanzines, que siempre huelen a primavera. Este mundo explica el que nos encontramos en sus páginas. Y, sobre todo, música, mucha música y muchos conciertos. ¿En que otro prólogo pueden ustedes encontrar referencias a La Romántica Banda Local?
Y no solo por ello es musical. Esa generación de la nueva ola, la que reescribió los sentimientos adolescentes, parece trasladarse a estas páginas. No solo porque mencione a Los Secretos, sino porque la sentimentalidad del grupo madrileño o la de Joaquín Sabina, sus letras tan calmas y tan hondas, tan tempestuosas y tan estáticas, parecen trasladarse aquí, ser la versión en literatura escrita y no cantada. El prólogo lo deja bien claro, hace un recorrido por las circunstancias de sus libros y concluye con una cita de Sefaris que podría aplicarse perfectamente a Enrique Urquijo: «Allí donde la toques, la memoria duele».
Descubran sus cuentos, la forma más certera de explicar su sensibilidad. Hay ilusión y realidad, pensiones barojianas, desconocidos en autobuses y antiguos amores. Hay también historias de relaciones proscritas y fracasadas, de heridas que no cicatrizan y tampoco crecen. Hay cuentos preciosos, “Viaje de regreso”, con la visión de un antiguo amor adolescente; los hay estremecedores como “La chica de los buenos tiempos”; los hay sobre el mundo de la escuela como “La reina de los ríos” o “La falta de aire”, que exploran los sutiles sentimientos entre profesoras y profesores y alumnos —vetado el amor, pero inclinándose siempre hacia él—, no en vano Castán lleva muchos años como profesor de filosofía en institutos madrileños.
Y después está “Ola de frío”, el cuento más triste del mundo. Léanlos, son cuentos para calentarse con brasas mientras hace frío en la calle, para meter en la misma caja de tesoros que el recuerdo de Edward Hopper, Sam Shepard o Antonio Vega.
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Anterior crítica de libros: Serrat y los poetas, de Luis García Gil.