Into the great wide open: el disco más pop de Tom Petty

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TREINTA ANIVERSARIO

«La entrada de su banda confiere al disco destellos de garra rockera que le emparentan con otros trabajos históricos de Petty»

 

Tras el éxito de su debut solista, Tom Petty volvió a confiar en los Heartbreakers y en el productor Jeff Lynne y alumbró uno de sus grandes trabajos, Into the great wide open. Por Fernando Ballesteros.

 

Tom Petty
Into the great wide open
MCA RECORDS, 1991

 

Texto: FERNANDO BALLESTEROS.

 

La unión de fuerzas de Jeff Lynne y Tom Petty en un estudio de grabación nos ha dado muchas satisfacciones. La semilla del encuentro de estos dos grandes talentos hay que situarla en 1987, el año de la publicación de Cloud nine. El disco de George Harrison le gustó tanto a Tom que se interesó por el responsable de aquel sonido, y resultó que no era otro que el líder de la ELO. Cuando solo unos meses después el exbeatle tuvo la idea de formar el mayor supergrupo de la historia, el matrimonio artístico se hizo realidad. Petty y Lynne iban a trabajar juntos y, por si fuera poco, a su lado estarían otros dos gigantes: Bob Dylan y Roy Orbison. Habían nacido los Travelling Wilburys, una maravillosa historia de coincidencias, una suma de talentos de una dimensión que, probablemente, no volveremos a ver. Pero eso lo tendríamos que contar, con detalle, en otro capítulo.

El debut de Petty sin los Heartbreakers también contó con la presencia de Lynne en la producción y el resultado volvió a ser excepcional. Full moon fever (1989), de hecho, está entre lo mejor de un creador de su altura, y esas son palabras mayores. La producción de Lynne le dio más peso que nunca a la voz de Tom y el resultado era casi mágico. La mayor parte del disco se grabó en el garaje de Mike Campbell. Dicen sus protagonistas que no hay nada como no tener nada que perder para crear buena música. No saber exactamente hacia dónde se dirigían y la ausencia de presión le dio a aquel trabajo un valor añadido. Hay algo especial e inesperado en aquellas canciones.

Pues bien, reabriendo el capítulo de los Travelling Wilburys, entre el inicial rechazo de MCA de aquel disco —sí, eso ocurrió— y su posterior salida, nació la superbanda. El resto es historia de la Música, así, en mayúsculas. Tan alto quedó situado el listón con Full moon fever que su siguiente paso discográfico sufrió un trato algo injusto por parte de cierto sector de la crítica. Y eso que Into the great wide open, su regreso junto a los Heartbreakers, era también un discazo. Jeff y Tom se metieron en los Awes Brass Ring Circus Studios y allí moldearon una docena de grandes canciones. La mano de Lynne está omnipresente en toda la grabación, y su sello marca cada surco de una obra en la que el dúo protagonista contó con la ayuda en la producción de Mike Campbell. Stan Lynch a la percusión, el bajo de Howie Epstein y el teclado de Benmort Tench completaban una alineación de lujo.

 

Las canciones

Y todo eso a pesar de que, inicialmente, Into the great wide open parecía destinado a ser otro disco solista de Tom. Al final, la entrada en escena de su banda de siempre confiere al trabajo destellos de garra rockera que le emparentan con otros trabajos históricos de Petty. Esos ramalazos que miran a su pasado más lejano son puntuales; lo que predomina en el álbum es una línea continuista de lo que habíamos escuchado en su disco de 1989. Podemos afirmar, sin complejos, que estamos ante el disco más pop de Tom. Aquí abundan las canciones aparentemente sencillas, efectivas: “Into the great wide open” con su correspondiente vídeo plagado de apariciones estelares, “Two gunslingers” y su alegato antibélico o “You and I will meet again” son buenos ejemplos de ello. Temas en los que la mano del productor es muy visible y que siguen una línea y un sonido muy similar al de anteriores colaboraciones con Petty.

“Dark of the sun” es una canción pegadiza, con un estribillo enormemente efectivo, mientras que “All or nothing” es puro clasicismo, una pieza en la que sobresale la voz de Tom y uno de los momentos más destacados de un elepé que, ya que hablamos de clásicos, cuenta con la colaboración estelar de Roger McGuinn de los Byrds en “All the wrong reasons”.

Estos doce títulos, en cualquier caso, están un punto por debajo de su debut solista, a pesar de que alcanzan un gran nivel. La apertura con “Learning to fly” es perfecta y la canción, que permaneció varias semanas en el número uno de las listas en Estados Unidos, se ha convertido en un clásico en su catálogo.

La primera mitad de Into the great wide open, quizá por aquello de las intenciones iniciales, podría ser una presentación en solitario de Petty, o de Petty y Lynne, si se quiere, pero la participación de la banda se vuelve más importante con el paso del minutaje. Esa intensidad de banda nos lleva a arrebatos más acelerados como el de «Out in the cold», que también escaló hasta lo más alto de las listas de singles y en la que destaca la guitarra de Campbell. El rock también domina en «Makin’ some noise», la otra composición en la que brilla con luz propia el guitarrista.

 

Autocríticas

Tiempo después, Lynne se mostraba crítico con el trabajo hecho en Into the great wide open. A su juicio, perdió la simplicidad de la que podía presumir Full moon fever, un disco que, en sus propias palabras tenía cierta sensación de desafío al oyente, una especie de «tómalo o déjalo» que se hacía grande con un sonido simple, conciso, cortito y al pie. Su continuación no era tan sencilla; tal vez perdió parte de aquella espontaneidad y se pensó demasiado en cada arreglo.

En la sensacional biografía autorizada de Petty, escrita por Warren Zanes, queda muy bien reflejado lo que ocurrió. Ya no se trataba de ser libres y no tener nada que perder, se trataba de grabar otro bombazo. Por eso, quizás, como decía Lynne, le dieron demasiadas vueltas a todo y las canciones no circulaban tan libres y orgullosamente despreocupadas.

Un posible error, a la hora de enfrentarse al disco, treinta años después de su lanzamiento, sería considerarlo como una continuación que entre en competición con su predecesor. Nada de eso. Este es, simplemente, un paso más que complementa a aquel y que pone una nueva piedra en la construcción de una carrera que solo puede ser calificada de legendaria. Considerado de esta forma, Into the great wide open cumple con creces, pues supone un paso coherente y contiene títulos que se convirtieron en clásicos de las actuaciones de Petty y le situaron en una buena posición para encarar la nueva década entre lo más selecto del rock que se hacía en Estados Unidos.

 

Un equipo ganador

Después de una andadura de quince años, los Heartbreakers, como banda, se mostraban en forma y engrasados, como si le quisieran dejar claro al «jefe» que con ellos también podía alcanzar las cotas a las que llegó con su primer trabajo solista. Petty, que se mostraba más certero que nunca en los textos, los cantaba rebosando fe en ellos, tranquilo, narrando cómo el sabía hacerlo. El mismo recordaba, unos años más tarde, que Into the great wide open les dio a los Heartbreakers algunas de sus canciones más imperecederas y fue el álbum que más triunfó en Europa, pero, ¡ay! La presión también les hizo recordar que estaban en un negocio, en el que puedes llegar a sentirte mal por vender «solo» un millón y medio de discos.

En el seno del grupo, a pesar del buen momento artístico, la situación distaba mucho de ser una balsa de aceite. Benmont Tench reconoció que estaba dolido por la aventura del patrón en solitario y le preocupaba que pudiera llegar a disolver la banda por los conflictos internos que se vivían. Pero, superando tensiones y más de una marejada personal, los buenos augurios comerciales no tardarían en confirmarse y ampliarse con el éxito de “Mary Jane’s last dance” y su siguiente disco, el enorme Wildflowers. Desde ahí, y hasta su muerte y más allá, nunca ha dejado ese lugar en el pódium de los más grandes creadores de canciones. Bebiendo de lo mejor de la tradición, siempre supo esconder y mostrar en el momento justo esos ganchos comerciales que llevaban a un estadio de 50.000 personas a corear sus canciones. ¡Larga vida a Tom Petty!

 

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