«De todas aquellas colaboraciones la que más trascendió fue la de Rosa León, porque ella es la primera que graba “Al alba”»
Luis Eduardo Aute no solo fue prolífico en su propia discografía: también dejó un rico legado compuesto para otras voces. Decenas de canciones para Mari Trini, Rosa León, Marisol, Ana Belén o Luis Pastor, entre otros, que recopila Luis García Gil.
Texto: LUIS GARCÍA GIL.
Foto: ARANCHA MORENO.
La primavera de 1969 trajo la noticia inesperada de la retirada de Luis Eduardo Aute del mundo de la canción. Lo anunciaba Mundo Joven en portada. «No sé exactamente quien me explota o me mueve: no sé si es la gente o el comercio o la publicidad, o la palabra misma. Me fío mucho más de la imagen que de la palabra». Aute, con el hartazgo del éxito de canciones como “Aleluya” o “Rosas en el mar”, quería regresar a finales de los sesenta a su vocación primera, la pintura, y alejarse del ruido.
Pero nunca se irá del todo. En ese lustro de silencio seguirá escribiendo poemas y canciones; algunas darán el fruto de dos discos de renacer creativo, Rito y Espuma. Por ahí ya andaba el escritor jerezano José Manuel Caballero Bonald animándole a buscarse no solo en lo plástico sino también en lo que la canción y la poesía, en unción sagrada, podían otorgarle de creativo.
Piezas para Massiel
En aquel silencio Aute fue portadista y también cantautor para otros con colaboraciones sumamente curiosas que fueron dándose en los años setenta pero que ya se producían en los sesenta para artistas como Maysa Matarazzo (“Pálida ausencia”) o Massiel que grabó en 1967 un epé con tres canciones de Aute: “Rosas en el mar”, “Las estrellas lo sabrán” y “Hasta mañana”. Es la época creativa de Diálogos de Rodrigo y Jimena. De todas ellas la coreada “Rosas en el mar” tendrá enorme recorrido en el propio cancionero de Luis Eduardo. Igual que “Aleluya”, himno resonante de Aute, que Massiel graba junto a “Largo el camino”, otra de esas canciones de Aute que sirve a otros interpretes, pero nunca grabará.
Con Massiel, tras el impacto eurovisivo de esta, habrá otros reencuentros como en el disco Viva de mediados de los años setenta, en el que Aute aportó tres canciones: la que daba nombre al disco, “Nadie, nadie” y el chotis “Shichis con pedigrí” que nos descubre ese Aute satírico que se concretiza en sus colaboraciones para las Madres del Cordero en Castañuela 70 y en el disco Babel. Para dicho espectáculo aportó “Retales, chapuza y pastiche”, “Canción consumo” y “Fantasmas”.
Canciones para Mari Trini
Una cantante con la que se cruza fugazmente es la murciana Mari Trini, que en su primer single graba “El alma no venderé”, original de Aute, pero representativa de la rebeldía de intérprete y autor: «El alma yo no venderé / aunque me vengan a ofrecer/ la eternidad y la riqueza / me quedaré con la pobreza. / El alma yo jamás la venderé / el alma yo jamás la venderé». Un discurso muy sesentayochista, propio del Aute más crítico con la sociedad que le rodea, capaz de escribir esto para que lo cante una voz de mujer: «Y si algún día la vendiera / al mismo diablo yo lo hiciera, / prefiero el fuego del infierno / a que un mortal fuera mi dueño».
Otra canción que Aute le escribe a Mari Trini es “No sé qué pasará”, la primera que compuso con versos tan elocuentes como estos: «El mundo ya no sabe amar / y vive inmerso en vanidad…». A mediados de los setenta Mari Trini versionará a Aute llevando a su terreno “Cuéntame una tontería”, cuyo registro original procede de las sesiones de Rito.
Aute se prodiga en el arte de escribir canciones para mujeres. Lo hace para la cantautora alicantina Ana María Drack, hoy olvidada, pero que en los setenta grabó algunos discos interesantes. Para ella compone una balada de altura, “No me preguntes”, que la cantante graba en 1974. Esa canción se terminará convirtiendo, una vez reescrita, en “Tarde, muy tarde”, tema que Aute graba en su disco Alma de 1980, un disco clave por lo que supone la entrada en escena creativa de Luis Mendo.
Luis Eduardo también se cruza con cantantes hoy ignotas, que entonces trataban de abrirse paso. Para una tal Mary Ángeles colabora en un single en el que canta “No me preguntes” y “Amor”, que Aute había grabado en Rito. Más interesante resultaba una cantante llamada Marjo, de voz muy personal, que graba un apreciable elepé en 1976 y prácticamente desaparece. Aute escribe para Marjo tres canciones producidas por el dinámico Ramón Arcusa: la satírica “Las delicias del amor” subtitulada “Nana embarazada en un balcón”, “Tu cuerpo y nada más” y “Cuento”. En clave amorosa y con arreglos de Ricard Miralles. «En mi vientre ya no alumbra / el calor de tu semilla / ni siquiera nieve impura / que me hiele las heridas», cantaba Marjo en “Tu cuerpo y nada más”. Puro Aute.
Temas para Rosa León
De todas aquellas colaboraciones la que más trascendió fue la de Rosa León, porque ella es la primera que graba “Al alba” y la lleva por territorios inesperados que tienen que ver con los últimos fusilamientos del régimen franquista. “Al alba” bebe de una atmósfera opresiva, pero era una canción de desamor, oscura y sufriente. Rosa León la convierte en himno litúrgico del tardofranquismo. La cantante madrileña grabará también “Pétalo”, que junto “Al alba” se incorporarían al disco Albanta de Aute, grabado en 1978.
Pero la relación con Rosa León viene ya del primer single de esta —año 1972—, en el que figuraba “Las cuatro y diez”. En su primer disco de larga duración entran el clásico instantáneo “De alguna manera” y “Viva el beat, el rock, el soul, el pop y lo demás”. “Versos muertos” o “Cuando tú te vayas” son otras canciones que Aute le escribe a Rosa León, sin trascendencia posterior.
Con Ana Belén también comienza una relación musical porque la madrileña graba “De paso”, una de las grandes canciones del Aute de los setenta, filosofía del instante perecedero, del pensamiento que no puede tomar asiento. Más desconocida es “Así sea”, que formará parte de la banda sonora de la película Emilia, parada y fonda de Angelino Fons protagonizada por Ana Belén. También para Angelino Fons graba “Esposa y amante”, para la película del mismo título.
Son años en los que Aute compone la banda sonora de algunas películas españolas como Los viajes escolares de Jaime Chávarri. También escribe y canta “Mi señora García” para la serie de TVE La señora García se confiesa de Adolfo Marsillach. Otra colaboración curiosa que tiene que ver con Marsillach, que la interpreta, es “Caballero, ayúdeme”, que en 1977 Aute escribe para la obra El arquitecto y emperador de Asiria de Fernando Arrabal. Otra rareza es “Requiem andaluz”, canción andalucista, repleta de una imaginería muy particular que Aute escribe para un cortometraje de Miguel Alcobendas: «Una guitarra se quiebra / a golpes de sacrilegio. / Dios baila crucificado / entre saetas de incienso».
Canciones para Marisol
Capítulo aparte merece Marisol, en una época de voz grave, nada edulcorada, en la que va a la conquista de Pepa Flores ejerciendo un comunismo militante. Aute le escribe tres canciones en un disco que graba en 1978: “Las luces del amanecer”, “Mirándome” y “Pues cada cuerpo”. Vuelve a meterse en la piel de una mujer, en este caso icónica para el propio Aute. De esas tres canciones destacaba “Mirándome”, apoteosis del Aute carnal y amoroso: «Déjame ver tu silueta / desnuda contra la ventana / la claridad de tu presencia / enturbia el sol a tus espaldas. / Deja que grabe la malicia/ de lo que dicen tus silencios / la invitación de la sonrisa / que me insinúas con tu cuerpo. / Quédate mirándome, mirándome…».
Estas tres canciones preceden al disco entero que Aute escribe para Pepa Flores, el último de su carrera, donde destierra a Marisol y recupera su nombre. Aquel trabajo tenía un título feo —Climas— pero era hermoso, pese a los arreglos de Miralles que a pesar de su innegable talento no parecía casar bien con el espíritu de dichas canciones. De hecho, Luis Mendo estuvo trabajando en ese disco y le hubiera dado un sonido más apropiado. Pepa Flores graba en aquel disco de 1983 las siguientes canciones firmadas por Aute: “Una mujer enamorada”, “Te amo así, te odio así”, “Una amante nada más”, “Tarde o temprano”, “Ay de ti, ay de mí” —que ya había grabado Aute—, “Las vueltas que da”, “Mirándote amar”, “Enamorándome de ti”, “Rota” y “Quiero perderme en tu cuerpo”. Todas revelan la amplitud y riqueza del lenguaje amoroso de Aute.
Rarezas dispersas
Complétese este texto de canciones de Aute para otros con “Balada del pequeño soñador”, interpretada por Vino Tinto para una película homónima de Antonio Giménez Rico; “La espera” que graba Somos en 1976; “Del gris al azul”, letra ochentera para Miguel Ríos, o “Así te quiero yo” y “Es amor”, dos canciones que graba Luis Pastor con estos versos tan reconocibles del talante de Aute: «La razón que escapa a la razón / el latido de la Creación / es amor, es amor…». Y, entre lo muy pintoresco, “Tengo tirón” que Aute le escribe al nieto de Pastora Imperio, Héctor Dona.