«A menudo va bien parar y tomar distancia de uno mismo, para alejarse del mentiroso que convive dentro de cada uno»
Tras Miniaturas (2007) y Hamsterdam (2014), Pigmy edita Manisfestación (2020), el tercer disco de su trayectoria en solitario. Solo tres álbumes en década y media, en pos de la perfección hasta sus últimas consecuencias. Por Javier de Castro.
Texto: JAVIER DE CASTRO.
Fotos: NOEMÍ ELÍAS.
No cabe duda de que Vicente Maciá, Pigmy, se toma todo con calma. Si no tiene nada que decir o expresar que no sea sincero y real, no fuerza la situación. Necesita tiempo, reflexión y recogimiento para alcanzar sus objetivos. Opina que las buenas canciones proceden de un lugar que no está del todo bajo el control del músico: un lugar mágico y sutil. «Esa conexión, ese punto donde sintonizas lo interior con lo exterior lleva su tiempo. Se puede hacer canciones inmediatas, despreocupadas, tirar de oficio, buscar deliberadamente un hit, desde la rabia, para que la gente baile, para que la gente se frote, con letras costumbristas o para saltar en un festival». Fórmulas todas válidas, aunque él busque sobre todo «la atemporalidad de la belleza, el instante poético donde todo se detiene». Eso es lo que hace desde que publicó su debut, Miniaturas, en 2007.
Despacito y buena letra
El del Prat de Llobregat no deja de sorprenderse por ser capaz de producir música o incluso saber tocar algún instrumento, ya que ese perfeccionismo con el que se le asocia tiene más que ver con cierta pereza y procrastinación momentáneas que un deseo real de alcanzar el sumum creativo. «A menudo va bien parar y tomar distancia de uno mismo, para alejarse del mentiroso que convive dentro de cada uno». No obstante, a su biorritmo también le impulsan razones más prosaicas y terrenales. Las discográficas ya no pagan los discos como antes, con lo cual uno se tiene que buscar la vida para conseguir para seguir adelante. Toca y graba prácticamente todos los instrumentos y produce sus discos. Odia la prisa y admite que disfruta mucho durante el proceso de grabación, probando cosas nuevas. Sus discos son de todo menos algo sencillo, rebosando arreglos y detalles, algunos inapreciables pero que están ahí.
Aunque se detectan puntos comunes en cada uno de sus álbumes, la aparente sencillez temática del primero y el barroquismo y mayor complejidad del segundo también han impregnado el tercero. Miniaturas es un disco al que le tiene mucho cariño, el más pop de los tres sin duda. Muy honesto y visceral, Pigmy creó los temas con mucha facilidad y naturalidad. Fue un acierto el cambio al castellano, animado por amigos como Fran Nixon y Sergio Algora, encontrando su propia voz a la hora de escribir las letras y en la forma de cantar. Resultó una perfecta carta de presentación y mucha gente piensa que es su mejor disco por canciones como “Lantana”, “Niño Polaroid” o “Miento menos”.
Hamsterdam fue un proyecto tan ambicioso que en algún momento acabó superándolo. Se encontró muy solo en ocasiones, pasando un par de años realmente complicados por un mal viaje de ácido que le hizo parar el proyecto durante largo tiempo. Musicalmente es complejo y muy variado, rico instrumentalmente y con una producción muy barroca. La entrada en el proyecto de Óscar San Martín para ilustrar la portada y el interior del disco fue clave para que pudiera finalizarse. Las largas conversaciones que mantuvieron acerca del concepto, la mística y la imaginería hermética terminaron de dar forma a este pequeño y maravilloso universo de animales existencialistas. Manifestación, en cambio, se mueve entre la inmediatez y la pureza del primero y la complejidad musical del segundo, con el añadido de la música antigua y medieval. Un disco sincero y espiritual y por momentos más intimo. Aunque los tres son muy diferentes, se reconoce enseguida su singular forma de cantar esas melodías suyas también arquetípicas, pero, sobre todo, en la variedad instrumental. «Muchos amigos músicos a veces me enseñan canciones que están componiendo y dicen: esta canción es muy Pigmy… y entiendo a que se refieren cuando las escucho», dice.
La vida más allá de la gente
Toda su trayectoria grupal con Carrots, anterior a esta como creador solitario más introspectiva y onírica, además de interpretada en español, estuvo caracterizada por un trabajo compositivo muy pop aunque con aroma psicodélico y cantado mayoritariamente en inglés. Cualquiera que compare ambas pensará que se cansó de tanta lisergia sonora y distorsión y empezó a buscar nuevos refugios creativos ahondando en un pop de cantautor más personal y reposado, pero no es exactamente así: «Pigmy es una evolución de Carrots». Las de esta última etapa en solitario son canciones que podrían haber estado en el cuarto disco del grupo, si hubiese llegado a editarse. Existe conexión. «El primer disco de Carrots es muy Pigmy, Tom (Tomás), por ejemplo, ya apareció en “Saving chocolate coins” y en cuanto a sonido nunca he abandonado la psicodelia, solo que le di matices más acústicos. Pero conservo la misma manera de entender las canciones. Trato de construir decorados sonoros, las partes de mis canciones las entiendo como cambios de escena y de decorado, la música tiene que potenciar y acompañar al texto y el mensaje de la canción».
Sus héroes e influencias siguen siendo los mismos. La psicodelia de Pink Floyd o Donovan; las armonías vocales de Beatles, Simon & Grafunkel o Cat Stevens; la grandiosidad y el barroquismo pop de la segunda mitad de los sesenta de Aphrodite’s Child o The Bee Gees; el rock progresivo británico con el sonido Canterbury de los Soft Machine de Kevin Ayers o Caravan a la cabeza; o el folk rock y folk pop de Fairport Convention, Pentagle, Amazing Blondel, Steeleye Span y The Incredible String Band; o el hispano de Vainica Doble, Solera y de Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán… «A Solera los descubrí porque comparaban muchas veces Miniaturas con su disco y la verdad es que veo la conexión, y con Vainica también, me encantan. Acabé comprando todos esos discos, CRAG, Nuevos Horizontes, José y Manuel. Adoro las producciones de Rafael Trabuchelli y el sonido Torrelaguna de Hispavox. Sería un honor poder hacer algo junto a José María Guzmán; me haría muy feliz».
Manifestación
Según confiesa, el motivo principal de su inclinación hacia la música antigua fue el regalo de un laúd renacentista. Fijándose como objetivo grabar un disco donde dicho instrumento fuera el protagonista, en un par de años aprendió lo suficiente para empezar a componer con él, comprobando enseguida que esta música histórica era el acompañante perfecto para la alquimia sonora que es Manifestación. Tan llena de misticismo y espiritualidad, la música medieval es muy evocadora y pone en situación para entrar de lleno en el mensaje de letras tan características como las de Pigmy. Este disco cierra una trilogía que empezó con Miniaturas. Es la conclusión de un viaje espiritual: «Un perderme para, por fin, encontrarme». Contiene “Mi canción”, esa que buscaba sin éxito Tomás en Hamsterdam… Su melodía vital: «Me emociona y reconforta escuchar este tema; realmente, siento que he conectado con lo más sutil y profundo de mí. Y musicalmente la introspección de los temas me ha llevado a cantar con un tono de voz un poco más bajo que de costumbre y suenan como con más miga».
Es considerado, en general, como un artista perfeccionista en exceso o, simplemente, alguien un poco indeciso a la hora de tomar decisiones artísticas, aunque él se considere, más bien, una persona apasionada por su profesión de creador musical: «Lo único que busco es plasmar la música que suena en mi cabeza y muchas veces, ello conlleva probar arreglos y sonidos nuevos en el estudio, agudizar el oído y la intuición en terrenos desconocidos o incluso, si es necesario, aprender a tocar un nuevo instrumento».
Como tarda tanto tiempo en concretar resultados, conserva todo lo que compone y graba, recuperando cosas trabajadas años atrás que entonces no le acabaron de convencer y que, a posteriori, han recobrado suficiente valor como para volver a tenerlas en cuenta y darlas a conocer. «Soy como un cerdito musical… Todo es delicioso y aprovechable. Mi nombre artístico, aunque se refiere a mi cromosoma pigmeo, contiene incluso la palabra. Ahora, en serio. Me encanta recuperar fragmentos y canciones antiguas que tenía olvidadas. Es como un regalo cuando las escuchas, un diálogo con una parte de ti que habías olvidado».
Junto a otras herramientas más habituales, el laúd es uno de los nuevos protagonistas instrumentales de su última entrega musical. Un pasaporte al paisaje medieval y antiguo que construye el argumentario sonoro junto a las flautas de pico de Moisés Maroto y las flautas de caña homemade del genial Xavi Lozano. Aunque lo intenta, Pigmy no puede, solo, con todo.
«Lo único que busco es plasmar la música que suena en mi cabeza»
Fama de maldito
Por esa búsqueda quijotesca a ultranza de una voz musical propia, distintiva e independiente de los dictámenes del mainstream, Pigmy se ha granjeado cierta fama de artista maldito, pues su enorme calidad artística es inversamente proporcional a la fama y visibilidad populares conseguidas, incluso entre ciertos sectores del periodismo y crítica musicales que (casi siempre) lo han ignorado. Confiesa que sí, que en el pasado esta cuestión ha llegado incluso a causarle cierta frustración: «Una parte de mí que, vista desde ahora, detesto. Victimismo pueril, la típica rabieta infantil. Ahora llevo mejor mi falta de éxito. Estas cosas pueden cambiar de un día para el otro y realmente siento que el éxito es seguir con la misma ilusión y ganas que cuando empecé, y tener la suerte de poder seguir sacando discos. Aunque mi música pueda parecer en un primer momento no apta para oídos musicalmente poco entrenados, no estoy de acuerdo con esa etiqueta que se me ha colgado». Al contrario, piensa que sus canciones conectan fácilmente con la gente. «Tengo la certeza de que es así, ya que muchas veces lo veo en personas del público que por casualidad terminan en uno de mis conciertos, que acompañan a algún amigo o que se estaban tomando algo sin saber que había un concierto esa noche y se enamora de las canciones y te dicen: “Yo no escucho este tipo de música, pero me han llegado tus canciones”. Además, aunque a veces no lo parezca, siempre hay alguien escuchando».
Cada uno de sus discos ha aparecido en una compañía diferente. El primero en Junk; el segundo en Hurra! Música y este último en el sello leridano Guerssen Records. Podrá parecer un músico difícil de tratar o caprichoso, pero nada más lejos de la realidad. Lo que ha ocurrido es que su lentitud en el trabajo suele cuadrar poco con los ritmos editoriales y además las crisis económicas, en general, y del sector discográfico, en particular, no han facilitado las cosas. «Joan Canut, batería de Los Nikis, se enamoró de la maqueta de Miniaturas nada más escucharla y me llamó el mismo día que la recibió para ficharme. Se portó bastante bien conmigo, pagó la grabación del disco y el videoclip de “Válsamo” dirigido por Juanjo Onofre… Aunque no solía coger el teléfono, pero bueno, eso es un defecto de muchos sellos. Junk desapareció del mapa a los tres años y yo pasé siete sin sacar disco nuevo, así que, cuando llegó el momento de publicar, no tenía sello. Rock On se encargó de sacar la edición en vinilo de Miniaturas en 2009, y en principio iba a ser el sello con el que saldría Hamsterdam, pero al tardar tanto en finalizarlo, se fue desinflando la cosa».
Una noche a altas horas de la madrugada, después de tocar en el Fotomatón de Madrid, conoció a Antonio de Hurra! Pasaron horas bebiendo y le tocó algunos de sus temas nuevos y, sin más, se ofreció a sacar el doble vinilo de Hamsterdam. Una promesa a esas horas etílicas de la noche, no era, en principio, para tomársela muy en serio, «pero los dos sabíamos que nos haría mejores personas cumplirla». Sin la ayuda de Antonio y la de los mecenas que aportaron dinero a través de Verkami, Hamsterdam no hubiese visto la luz.
La edición de este último elepé también tiene su historia. Después de sacar el single de villancicos, Pedro Vizcaíno, de Grabaciones en el Mar, le lanzó un salvavidas y le dijo que si no encontraba nada mejor, se lo publicaría en su sello. Al final los dos coincidieron en que Guerssen sería una buena opción. Se cerró el acuerdo tras una conversación entusiasta con Antoni Gorgues, que aceptó el reto, aun cuando su sello no suele editar a grupos actuales. El tipo de música propuesto, y que Antoni siempre ha sido un fiel seguidor de Pigmy, han hecho el resto.
En medio de la pandemia
Manifestación quedó acabado justo antes del inicio del confinamiento a causa de la pandemia, aunque, de alguna manera, es heredero del momento… «Sí, porque el mensaje del disco llega en el momento adecuado. Puede reconfortar en esta situación de crisis. Este parón en nuestras vidas, donde nuestra superficial cotidianidad ha volado por los aires, es un buen momento para resituarse y volver a la esencia de la existencia lejos de apegos y miedos. Es un disco que aboga por la aceptación y el amor en contra de la lucha y el egoísmo. No hay nada mejor que desaparecer para ser realmente lo que somos. Se vive más feliz aceptando las cosas tal y como vienen y, ¡ojo!, aceptar no es lo mismo que resignarse, me refiero a vivir sin miedo y sin valor; esta es la auténtica libertad del individuo».