S&M2, de Metallica

Autor:

DISCOS

«Una elevación a la máxima potencia de la épica y el drama de las canciones de Metallica»

 

Metallica
S&M2
BLACKENED RECORDS, 2020

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

La primera vez que Metallica grabaron con orquesta no les salió bien. El grupo atravesaba un momento raro. Llevaban tiempo gozando del favor del público mayoritario y habían trascendido las etiquetas, pero, por otro lado, álbumes de orientación más rockera que metalera como Load (1996) y Reload (1998) los había enfrentado a su fanaticada más radical y, para colmo, el disco de versiones Garage inc (1998), que incluía temas de artistas dispares como Black Sabbath y Mercyful Fate, o Bob Seger y Nick Cave, incidió relativamente en esa vena. Pero la verdad es que Metallica no parecían tener clara su dirección. Load había sido un grandísimo disco, sin embargo, Reload contuvo muchos cortes mediocres y su sonido se endureció, como si dieran medio paso atrás respecto a lo que ellos querían hacer y respecto a lo que el sector más radical esperaba de ellos. Tampoco olvidemos que Garage inc se editó en formato doble, con un disco dedicado a nuevas versiones y otro a compilar antiguas bastante célebres entre sus seguidores clásicos. Estéticamente, volvieron a dejarse crecer el pelo, que era una cosa a la que entonces se le daba una importancia enorme por increíble que parezca.

Así que, cuando grabaron S&M (1999) con la San Francisco Symphony, Metallica estaban tratando de complacer a todo el mundo, sin dejar de complacerse a ellos mismos y rompiendo moldes, de paso. Pero S&M quedó muy por debajo de las expectativas. Básicamente, la banda iba por un lado y los músicos clásicos por otro; un choque de trenes en toda regla. Por ello, cuando el año pasado anunciaron que iban a celebrar una segunda parte que también sería grabada, la pregunta que había que hacerse era: ¿por qué? Y ahora, con el disco a la venta, la respuesta es clara: porque esto es otra cosa.

Por un lado, en 2020 Metallica son un grupo del que nadie duda. Poderosos como pocos, unos clásicos por encima de géneros, como son U2 o los Stones. Sus seguidores abrazan su carrera integralmente. Pero lo más importante es que sus dos últimos discos de estudio —Death magnetic (2008) y Hardwired… to self-destruct (2016)— son tan sobresalientes que las voces críticas son las menos. Es decir, Metallica están en forma en estudio y en directo resultan demoledores. En el caso de S&M2, estamos ante un trabajo en el que todo encaja. Hay una complicidad sólida entre el grupo y los conductores —Edwin Outwater y Michael Tilson Thomas—, quienes, al igual que los miembros de la orquesta, se lo pasan genial durante todo el show. Y eso influye. Los arreglos del antiguo S&M están mejor adaptados y los nuevos quedan perfectos. No podemos dejar de lado la valentía del repertorio. Esto no es un «grandes éxitos» por mucho que los últimos temas sean “Nothing else matters” y “Enter sandman”. Al contrario, podríamos decir que la idea principal era que hubiera entidad y consistencia. Ahí tenemos “No leaf clover” reclamando su gloria, y canciones recientes de la talla de “Confusion”, “Moth into flame” y muy especialmente una “Halo on fire” que pone la piel de gallina. ¿Más momentos inesperados? La orquesta manteniendo el interés por sí sola con una pieza de Sergei Prokofiev y Metallica uniéndose a ellos (y no al revés) en “The iron foundry” de Mosolov. Y cómo no mencionar la interpretación de “Unforgiven III” con James Hetfield únicamente respaldado por la orquesta y “(Anesthesia) Pulling teeth” a cargo de un cello. Llama mucho la atención que un tema como “The day that never comes”, que en estudio era correcto, aquí renazca esplendoroso, y que “All whitin my hands” del infravalorado St. Anger (2003) se transforme en una pieza que convence a todos, muy en la línea de Load, por cierto.

Pero esto es Metallica, siempre en marcha hacia territorios nunca explorados por una banda de música popular y añadiendo un hito más en su vida. Como nota adicional, haceos con la edición, que además de los dos cedés contiene el deuvedé, porque el espectáculo audiovisual es determinante. En realidad, lo que S&M2 contiene es un sumun, una elevación a la máxima potencia de la épica y el drama de las canciones de Metallica, un viaje a través de canciones que conoces pero que adquieren unas dimensiones (que no una profundidad) desconocidas.

Anterior crítica de discos: Hortera, de Varry Brava.

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