LIBROS
«Contiene una doble lectura: hay algo siempre más allá de la superficie que, si lees atentamente, se te revela»
Debbie Harry
De cara
CÚPULA, 2020
Texto: JUANJO ORDÁS.
Preciosa edición en castellano de la reciente biografía de Debbie Harry. Encuadernación cuidada, papel de calidad, reproducción impecable. Sé que lo que importa es «lo de dentro», pero, en serio, excelente edición. Y respecto a «lo de dentro», os aseguro que no decepciona. Debbie Harry ha hecho de todo, ha estado en todos los lugares y ha conocido a todo dios. Pero, además, lo cuenta con una naturalidad que la hace más adorable de lo que ya es. Si tiene que decir «sexo», dice «sexo»; si tiene que decir «heroína», dice «heroína». Todo sin caer en el amarillismo y en la mierda. Al igual que ocurre con las canciones de Blondie, De cara contiene una doble lectura: hay algo siempre más allá de la superficie que, si lees atentamente, se te revela. ¿Os acordáis del mal rollo que daba el videoclip de “Rapture”, pese a ser en teoría una canción pop? Lo mismo pasa con De cara. Y es sencillamente genial. Debbie siempre está diciendo algo más de lo que en apariencia dice.
Por el libro desfilan los miembros de Blondie y, por supuesto, también Bowie, Warhol, Iggy, Basquiat y H.R Giger, pero interesante no son los nombres en sí, sino cómo Debbie interacciona con ellos. En ese aspecto, es muy interesante leer sobre lo puro de su relación sentimental con Chris Stein (el cerebro de Blondie, junto a ella) y cómo se muestran lealtad incluso cuando dejan de ser pareja. Es bonito, oye. Hay otra protagonista: la ciudad de Nueva York cuando, en lugar de ser el parque temático que es hoy, era peligrosa y sucia. De hecho, aquí hay historias del lumpen muy poco agradables, aunque la energía que tiene Debbie para reponerse de los episodios más violentos quita hierro al asunto. O no.
Es bastante emocionante leer cómo Blondie empiezan a funcionar después de bastante esfuerzo, aunque al final mereció la pena: Su primera gira fue abriendo para Iggy Pop en la época de The idiot (1977), y a los dos años de su debut ya lo estaban petando con Parallel lines (1978), su mejor disco junto con Eat the beat (1979). ¿Habría sido deseable que hablara más sobre la confección de tan míticos álbumes? A lo mejor sí, pero es que esta mujer tiene tantas cosas que contar que habría necesitado otro volumen más. No obstante, da las claves de cada uno de ellos, y es muy interesante cómo explica la concepción de Kookoo (1981) —¡el de la portada de Giger!—, bastante cercana a los planteamientos de David Byrne y Talking Heads.
Sinceramente, no vas a encontrar un libro mejor para este verano.
—
Anterior crítica de libros: Porque ya no queda tiempo, de Rafa Cervera.