DISCOS
«Escritores de notas al margen que casi siempre bordean (por suerte) el abismo de lo gozosamente indefinible»
Javier Colis y Juan Pérez Marina
Sangre fácil
BELAMARH, 2020
Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Se juntan dos perros verdes, y lo que sale es esta maravillosa chaladura. El veterano Javier Colis (Mil Dolores Pequeños, Demonios Tus Ojos, Forastero) y el no tan veterano Juan Pérez Marina (Corcobado, Leone) ahondan en su rol de versos sueltos de nuestra escena, escritores de notas al margen que casi siempre bordean (por suerte) el abismo de lo gozosamente indefinible, de aquello que no puede embutirse en etiqueta alguna, con un trabajo a cuatro manos que nació de la más pura improvisación. De la simple interlocución de sus guitarras eléctricas. De entrar en un estudio con la cabeza vacía y salir de él con más de una hora de música surgida de la nada.
El resultado son 21 cortes que huelen, alternativamente, a salitre, a azufre, a tierra y a asfalto. Un puñado de instrumentales a veces desasosegantes, a veces espectrales y otras veces destemplados, salidos de un tiempo y un lugar indeterminados. Pese a que los créditos indiquen Madrid y 2020, poco importa. Podría ser una banda sonora imaginaria para un proyecto olvidado de David Lynch, el reverso oscuro de una colección de letanías de Matt Elliott o el resultado de encerrar a Tom Verlaine y Robert Fripp en una habitación del pánico con solo dos guitarras y algunas botellas de absenta. Pero no. Lo mejor que puede decirse es que no es nada de eso. Son solo Colis y Pérez Marina haciendo lo que les da la real gana. Y ante eso, no hay paralelismos que valgan.
–
Anterior crítica de discos: Mi rubia dorada, de Doctor Snob.