Rockola, Discos. 11 de abril de 2008

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Rockola, Discos. 11 de abril de 2008Deluxe

Reconstrucción

EMI/VIRGIN

El que suscribe estas líneas sigue la trayectoria de Xoel López desde
1995, año en el que el músico gallego militaba en una banda mod llamada
Los Covers, que logró editar un single. Después, Xoel lideró la
Elephant Band, una fibrosa propuesta “sixitie”, para acabar mutando
posteriormente en Deluxe, primero en “english version” y después en su
poliédrica versión original en castellano (sin olvidarnos de Lovely
Luna, su proyecto paralelo con su amigo Félix Arias). Han pasado trece
años, que se dice pronto, un periodo suficientemente amplio para
digerir y apreciar todos estos cambios estilísticos y conceptuales. Con
el bagaje sonoro acumulado durante todo este tiempo puedo afirmar que
Reconstrucción es el disco más sólido, luminoso, vibrante y fetén de
toda la carrera musical de Xoel López.
    Abre Reconstrucción, el tema que lo titula, una canción completísima
que comienza con unos acordes que recuerdan a los Byrds, un detalle que
no es baladí. Es una carta de presentación de un artista ecléctico que
en sus obras gusta de mostrar todo el catálogo sónico del que se ha
empapado durante años, de aquellos sonidos que forman parte de una
trayectoria vital y en el que, evidentemente, hay un importante poso
sesentero (soul, psicodelia…) pero también, cantautores, pop de los
ochenta, folk, glam…. “Reconstrucción” es, probablemente, “el mejor
momento” del disco, con una letra que se intuye como una valiente
declaración de intenciones de alguien que quiere dar un paso al frente
después de una mala racha, de alguien que quiere “reconstruir” su vida.
Sigue “El cielo de Madrid”, un tema introspectivo, un canto triste de
alguien que busca y… no encuentra eso que le hace falta con tanta
fuerza y en el que Xoel, como quien no quiere la cosa, muestra las
fintas que pueden hacer sus cuerdas vocales.  “Historia universal (el
amor no es lo que piensas)”, tiene un estribillo ultra pegadizo, aunque
no se libra de este aire taciturno que tienen la mayoría de las letras
del disco, algo así como cuando alguien te da un puñetazo mientras
esgrime la mejor de sus sonrisas.
    Hasta ahora, sólo hemos comentado tres de las catorce canciones de
Reconstrucción y las tres podían ser un single perfecto, como lo podría
ser también el resto: “Pajaros negros” es la composición con las
guitarras y los efectos “fuzz” más hirientes del disco; “Los días
fríos” tiene  unos coros que recuerdan a los Beach Boys y que discurren
entre una letra que es una perfecta transición entre un cálido verano y
la llegada del frío; “Quemas” es una apuesta folk de tintes
aflamencados; “Y si aguanto un poco más” está a medio camino entre el
pop-psicodélico de Love  y Lovely Luna. La paleta sonora de Deluxe no
se acaba aquí. En “Adiós corazón” se acerca al glam e incluso se
permite un “divertimento” con el épico instrumental “Paseo en bicicleta
por la playa de Riazor”, que perfectamente podría formar parte de la
banda sonora de un “western”. El momento más intimista de
Reconstrucción es “De vino y  reflejos”, en el  que Xoel, acompañado
sólo por un piano y  un clarinete, canta que la “alegría sólo es algo /
que desparece y regresa / que regresa y se desvanece”, unos preciosos
versos que sólo son una muestra de la madurez alcanzada como letrista
por el músico gallego. Más pruebas de ello se encuentran en todo el
disco pero también en “Es verdad” y “Tendrás que hacerlo mejor”, una
melancólica composición de aires dylanianos con la que Xoel cierra
Reconstrucción. En este tema lanza un mensaje a los que le han querido
hacer daño: no lo han conseguido y tendrán que hacerlo mejor. No le han
tumbado, es el momento de la “reconstrucción”. El disco incluye una
sorpresa final. Tres minutos después de que acabe “Tendrás que hacerlo
mejor”, arranca un instrumental no incluido en los créditos y que no
lleva título.
    Las primeras  5.000 copias del CD se venden con un DVD  que incluye el
concierto grabado en noviembre de 2007 en La Rivera de Madrid, con la
participación de Amaral, Josele Santiago, Sara Íñiguez y Amaro
Ferreiro, entre otros, así como imágenes de otros conciertos y vídeos
de Deluxe. La presentación tanto del CD como del DVD es excelente y es
una lástima  que la compañía no se haya atrevido a lanzar una edición
en vinilo.  

ÀLEX ORÓ.


The Rolling Stones


Shine a light

INTERSCOPE/UNIVERSAL
 
Banda sonora del documental que Scorsese ha dirigirido sobre los
Stones, o lo que es lo mismo: concierto íntegro grabado en un íntimo
teatro neoyorquino. Los Stones funcionan igual de bien, tanto ante
audiencias masivas como limitadas, aunque es en estos últimos casos en
los que aprovechan para regalar a un público absolutamente “hardcore”
pequeñas joyas de su repertorio, temas poco saturados en tours
anteriores y favoritas personales de Watts, Richards, Wood y Jagger. Es
por ello, que este show recoge clásicos hits, pero también temas que
hacía tiempo que no se les escuchaban en vivo, caso de “Loving cup” o
“Faraway eyes”, que junto a clásicas como “Start me up” o “Brown sugar”
ayudan a conformar un repertorio brutal y sin fisuras, con unos Stones
en plena forma, capaces de llevarse por delante a cualquier banda de la
actualidad. El público, se comenta, era disperso, pues la gala venía
apadrinada benéficamente por Bill Clinton, aunque para los Stones esto
no ha parecido ser ningún problema. Son capaces de hacer arder a
cualquier audiencia.
    Si es cierto que, mientras que los duetos con Buddy Guy y Jack White
están a la altura de las circunstancias, ese “Live with me” que se
marcan junto a Christina Aguilera puede resultar un tanto discutible y
chirría un poco, aunque la niña canta la canción con una convicción
desconcertante y seguro que Jagger disfrutó bastante con ella en escena.
    El sonido que se recoge es el típico que los Stones llevan paseando por
el mundo en las últimas décadas, cargado de detalles, y con músicos de
apoyo, aunque siempre de forma tangencial: el verdadero espectáculo son
los cuatro miembros del grupo. El tándem Richards-Wood se marca
momentos memorables, Jagger sigue demostrando que es el cantante con
más carisma que haya pisado la tierra y Charlie Watts da una lección
magistral a los parches, como siempre (no hay más que escucharle en la
citada “Start me up”, ¡qué forma de golpear!).
    La grabación, sobra decirlo, es de calidad superior, recogiendo con
nitidez cada detalle, aunque sonando de forma natural y orgánica (la
única forma de grabar a los Stones). Estamos hablando del mejor directo
de los ingleses desde hace años, pues por fin recoge una actuación
completa e incluso ampliada con algún tema de la fecha anterior a modo
de “bonus track”. ¿Razones para hacerse con él más allá de las
citadas?: el mejor “Shattered” que les hayas escuchado tocar jamás, la
remozada versión de “As tears go by” o la hermosa “You got the silver”,
con Richards a la voz y con Woods haciendo maravillas con el slide. Ya
era hora de que editaran una joya de este calibre.
    Una nueva patada en la boca a todos los que perdieron su fe en la banda más grande del rock and roll.

JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.


The Kills


Midnight boom

ROUGE TRADE/PIAS

Contaba esta pareja que las sesiones de grabación de este disco
empezaban de noche y se alargan toda la madrugada hasta las diez de la
mañana. Es por eso que el título hace referencia a ese espacio de
tiempo cuando la luna lo puede todo y te transforma. Tanto fue así que,
según dicen, la grabación se convirtió en un viaje del que salieron más
de 40 canciones. Finalmente, Jaime Hince y Alison Mosshart se quedaron
con 11, pero intentaron mantener vivo ese espíritu nocturno. Podría
parecer que The Kills son otro grupo de modernos trasnochados, pero
hablamos de trasnochadores a tumba abierta, que pasan de horarios y
modas y se refugian en su amor por el pasado más excitante del
rock’n’roll sin ataduras. Y de su revolcón con el garaje de los
setenta, el punk neoyorquino o la electrónica bien entendida han vuelto
a parir un disco notable. Sin abandonar lo electro, del que ya dieron
buena cuenta en No wow, relucen ahora sonidos negros en temas como
“Getting down” o “Alpha Boy” con la introducción de bases que maquilla
diferente la verdadera propuesta de este dúo. No es otra que un brío de
guitarras, marca Hince, que levanta de la silla, y más aún la voz
sexual de Alison, que a veces se funde tras un éxtasis rotundo como en
“Tape song”, y otras canta como una Lolita urbana, “Cheap and
cheerful”. Bien es cierto que los mimetismos estropean un poco el
producto final. “Goodnight bad morning” es tan Velvet Underground que
Lou Reed y compañía podrían pedir “royalties” por ella.

FERNANDO NAVARRO.


Iván Ferreiro

Mentiroso, mentiroso

WARNER

La trayectoria en solitario de Iván Ferreiro se va consolidando como
una de las más honestas del panorama musical ibérico. Dueño de su mundo
y particular imaginario, el gallego presenta Mentiroso, mentiroso, su
última creación. Se trata de una nueva colección de canciones
brillantes, en la línea de su personal producción, aunque esta vez cada
tema venga cargado de más contenido e información que nunca. Con una
escucha ligera, el disco se disfruta, con una más atenta se entra de
lleno en su compleja arquitectura y es ahí donde el oyente se va a
encontrar con el núcleo caliente.
    Desde los temas asbolutamente pop a las canciones de complejas
estructuras, Ferreiro marca con su personalidad el ritmo del trabajo,
jugando con esas melodías que sólo él sabe crear, mientras libera su
particular lirismo.
    La banda suena como un cañón, Ferreiro da la impresión de seguir un
rumbo concreto pero parece dejar tomar aire a los músicos, lo cual
permite que el trabajo gane en espontaneidad.     Los temas respiran y se
sostienen por sí mismos, aunque juntos articulan una obra de categoría,
que en edición limitada viene acompañada por una interesante colección
de cómics que reflejan en imágenes cada una de las canciones.
    Con Mentiroso mentiroso, el gallego añade a su currículum catorce temas
memorables de peso y consistencia, con el sentimiento y honestidad
propios de un músico de su nivel. Genial.

JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.


The Raveonettes


Lust, lust, lust

FIERCEPANDA


Lujuria, lujuria, lujuria
. Éste el título del tercer LP de The
Raveonettes, el dúo danés afincado en Estados Unidos que en sus
anteriores trabajos jugó la baza de conseguir un interesante híbrido
entre el pop de finales de los cincuenta y principios de los sesenta
del siglo pasado, con el chirriante sonido de Jesús and Mary Chain.
    Su debut de 2003, Chain gang of love, fue absolutamente demoledor por
lo sorprendente de la propuesta. Le siguió en 2005 Pretty in black, que
supuso un paso atrás por repetitivo, pese a alguna interesante
aproximación al country. Lust, lust, lust es otro retroceso en la
carrera de Sune Rose Wagner y Sharin  Foo. Lo es porque la luminosa
mezcolanza conseguida en sus anteriores entregas ha desaparecido. En
pocos momentos del disco se aprecian esos detalles que podían recordar
a Phil Spector o a los grupos vocales femeninos de principios de los
sesenta. El lado oscuro, el 50 por ciento del invento en deuda con la
cadena de Jesús y María, ha triunfado. Lo malo es que ni con algunas de
las lujuriosas y bizarras letras del disco se consigue superar a la
banda británica. The Raveonettes han pasado de tener una propuesta
propia a convertirse en un clon de segunda división. Siguen siendo una
banda interesante pero han perdido chispa. Esperamos que la recuperen.
    Nota final para los acérrimos del vinilo: la versión microsurco
incorpora un tema más e incluye unas de esas gafas con un plástico
verde y otro rojo para ver la portada en 3D. Un detalle que se
agradece,  pero que no suple las carencias del disco.

ÀLEX ORÓ.


The Fleshtones


Take a good look

YEP ROC

Un veterano crítico musical, buen amigo, que sigue siendo embajador,
pese a cómo están los tiempos, del sexo, drogas y rock’n’roll, me
ofreció una de mis primeras enseñanzas musicales cuando todavía este
escribiente era imberbe. Para hacer buen rock, del de toda la vida,
basta sólo con tres tíos en un sótano. Que no se te olvide. Y me regaló
mi primer disco de The Fleshtones, que por otro lado no son tres pero
representan como nadie, a pesar de los cambios de formación en más de
tres décadas, el espíritu más gamberro del Rock, en mayúsculas y
articulado con músculos, huesos, sudor y descaro. Perfecta muestra de
lo que ellos llaman “super rock” es, de nuevo, su último trabajo, el
tercero para el sello Yep Roc y con el que meten una patada en los
mismísimos a la moda del “revival”. El grupo neoyorquino tocaba en el
legendario CBGB’s cuando Kurt Cobain calzaba pañales y, desde entonces,
sus pequeños himnos festivos de garaje primigenio, surf o rockabilly
pasado de tuerca no han hecho más que reivindicarse en el ostracismo.
Encima, desde la entrada del siglo XXI, viven una segunda juventud. Los
riffs trepidantes de “Shiney hiney” o “Never grew up”, la batería
nerviosa de “Back to school” o el órgano incendiario de “Jet set
Fleshtones” corren por todo el cuerpo con el empujón definitivo de las
armónicas, las palmas y las letras efectivas en la distancia corta.
Total: 12 temas en poco más de media hora. Brindemos por el rock sin
miramientos, con cojones, que diría mi amigo.

FERNANDO NAVARRO.


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REEDICIONES Y RECOPILATORIOS


The Free Pop Electronic Concept

A new exciting experience

WAH-WAH/VAMPISOUL

Dos de las discográficas  más activas en el mercado de las reediciones,
Wah-wah y Vampisoul, han aunado esfuerzos para recuperar el único LP de
The Free Pop Electronic Concept (TFPEC), uno de los vinilos más
subversivos de la escena psicodélica europea de finales de los sesenta.
Subversivo, sí, pero también audaz y valiente porque A new exciting
experience
fue uno de los primeros discos en los se mezcló, el soul, el
pop, el jazz y la primigenia música electrónica. Los responsables de
este maremágnum sonoro son viejos conocidos de los aficionados a los
sonidos sesenteros “made in Spain”. El cincuenta por ciento de TFPEC
eran Tony y Waldo Lam, dos hermanos portugueses afincados en Bélgica y
que fueron conocidos artísticamente como Jess and James. Los hermanos
Lam (Lamerinhas era su auténtico apellido) pasaron largas temporadas en
España gracias a que Belter editó todos sus discos, que contenían un
divertido cóctel de soul, R&B, bossa-nova y pop psicodélico. El
resto de la formación de TFPEC lo integraban el jazzman norteamericano
Scott Bradford y Arsene Souffriau, el padre de la música electrónica
belga. Este heterogéneo cuarteto grabó para este LP cinco temas
instrumentales con títulos tan estimulantes como “Chewing gum
delirium”, “Cosmos rhythms”, “Planetary gospel” o “Pish! Psahw!”. El
resultado es de auténtica locura: riffs de guitarra, pedales fuzz,
torridas secciones de metal, teclados salvajes, efectos electrónicos
descacharrantes y mucho caos sonoro. TFPEC te gustarán si gustas de los
sonidos de Pierre Henry o JP Massiera.

ÀLEX ORÓ.


Fripp & Eno

Beyond even (1992-2006)

OPAL/GALILEO MUSIC

Correspondiendo con el hermetismo que ha presidido siempre sus
encuentros, Robert Fripp y Brian Eno se desmarcan con este volumen que
reúne sus sesiones conjuntas entre 1992 y 2006. La prueba de que los
dos se habían seguido viendo en estudio tres décadas después del
célebre No pussyfooting la tuvimos con la publicación sorpresa, en
2004, de un trabajo inédito llamado The equatorial stars. Ahora, al
tratarse de muestras tomadas de diferentes momentos y estados de ánimo,
no se guarda lógicamente un mismo hilo conductor como en el mencionado
trabajo. Hace años que las “frippertronics” dieron paso a los
“soundscapes”, una suerte de viñetas sonoras labradas a fuerza de
superponer texturas sonoras y atmósferas, aprovechando los nuevos
vientos que soplan por lo digital. Es un buen formato para la
supervivencia del ambient, tal y como ellos mismos –los protagonistas
son los mismos– nos lo sirvieron en 1973. Entonces la “boutade”
consistía en hacernos creer que el rock tenía un satélite de lo más
esnob. Ahora el rock no es tan “artie” como antes ni la electrónica es
ya satélite de nadie y menos de sí misma. Pero tiene su punto escuchar
estas cosas, si se busca el momento adecuado. Algunas piezas tienen un
inusitado acento lírico en su trasfondo, como “Voices”, que no es sino
la misma “Lupus” del disco The equatorial stars pero con otro nombre
(¿debería colar?). Otras son tan inquietantes como “Sneering loop”, en
la que Fripp saca esa bestia parda a la que le gusta hacer sonar como
una sierra mecánica. Otras, como “Hopeful timean”, están cerca de lo
que en su día fue la modélica “Evening star”. Pero lo mejor está al
final del álbum, con la oscura “Cross crisis in lust storm”, en la que
la pareja incorpora al bajista de King Crimson, Trey Gunn, con un
trepidante loop de connotaciones industriales.
GERNOT DUDDA.


Melimelum

Melimelum

SONY ARGENTINA

¿Se imaginan encontrar el eslabón perdido entre Solera, CRAG y Lovely
Luna? En este juego de antropología musical seguramente la respuesta
sería Melimelum, una formación argentina que en 1976 grabó su único LP,
de título homónimo. Este quinteto estaba formado por Jorge Durietz
(guitarra, voz y compositor de todos los temas del disco), Eduardo
Figueroa (guitarra y voz), Fernando González (flauta travesera), Micky
Mitchell (batería) y Daniel Russo (bajo, piano, guitarra y arreglos).
Bellas canciones, letras cargadas de poesía, armonías perfectas y unos
arreglos milimétricamente sólidos son las armas de este disco en el que
el folk y el pop se dan la mano para explorar ese territorio sonoro en
el que llegan a confluir libertad, alegría y una alta dosis de
humanismo romántico. Prueben si no a escuchar “Rosado atardecer”,
“Pinamar ayer” o “Blues de los diez baldes de arena”, tres de los ocho
temas que conforman este disco de Melimelum, una joya oculta del rock
argentino que, sin lugar a dudas merece la pena descubrir.

ÀLEX ORÓ.


Para consultar el Rockola de la semana pasada, pincha aquí.