«Sigue siendo increíble que hayan pasado casi cinco años desde que se fue (Person). Eso cambió absolutamente todo»
Los argentinos Súper Ratones, en activo desde mediados de los ochenta, acaban de visitar nuestro país para una fugaz promoción de su último trabajo, Carreras de aviones. Antes de decretarse el estado de alarma, Carlos H. Vázquez charló con Mario Barassi en Madrid.
Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ.
Fotos: SERGIO MARIO SABATINI.
Con más de tres décadas en la maleta, la banda argentina Súper Ratones publica en estos días su décimo álbum, Carreras de aviones (Hook/Sony, 2019), diez años más tarde de Súper Ratones (Discos Popart, 2009). Todo son números redondos, pero en esta cuenta matemática hay algunas variantes que han obligado al grupo a hacer borrón y cuenta nueva.
La siguiente entrevista se hizo en persona, algo que ahora ya parece lejano por la pandemia del Covid-19. Mario Barassi, guitarrista y miembro fundador de Súper Ratones, viajó a España casi a mediados de marzo para presentar en acústico el nuevo material, pero se vio atrapado cuando empezaron a cancelarse los shows. Quedaba, pues, volver a Buenos Aires y permanecer en cuarentena quince días. En un Madrid que se iba vaciando poco a poco, el músico argentino repasa la actualidad del grupo, lo que significó el fallecimiento de su compañero Person (José Luis Properzi) en noviembre del 2015 y todo el trabajo que hay detrás de Carreras de aviones, un disco sincero, emotivo y sin pretensiones que se ha llenado de amigos invitados con una única intención: transmitir.
Vuestro último disco se titula Carreras de aviones, pero no está ahora la cosa para viajar y menos para ir haciendo carreras con ellos…
Sí. Entiendo que es todo muy inmediato… Esperemos que esto no se prolongue en el tiempo y que todas estas medidas que se están tomando sean la respuesta lógica para poder evitar la pandemia, aunque la Organización Mundial de Salud ya lo haya declarado como tal. Hace unos días se hablaba de una gripe y no nos lo tomábamos con tanta seriedad.
¿Cómo crees que os va a afectar a los músicos?
Es tan presente que ni siquiera pienso en el futuro. Ahora me encuentras representando a la banda en España, pero habría venido con todos los chicos para hacer una gira acústica, aunque en realidad los acústicos eran por la gira promocional que el año pasado no pudimos concretar por la salida del disco. La verdad es que no sé si esto va a ser un antes y un después. Recuerdo que ha habido momentos en los que nosotros, como banda, hemos vivido situaciones como la de la gripe aviar, también en los aeropuertos, viendo a la gente con barbijo [mascarilla], como se está viendo hoy en día. Pero no podemos hacer ningún tipo de predicción. En estos últimos años he tratado de no pensar mucho en el futuro, pero he tratado de hacerlo lo mejor posible.
¿Cómo empezó Carreras de aviones? ¿Salió a partir de las maquetas de Person?
Es un disco que teníamos pensado antes de la muerte de Person, pero no teníamos ningún tipo de indicio de su desenlace. De hecho, teníamos programado grabar en 2014 y, posiblemente, sacarlo ese mismo año, pero decidimos esperar un año más, porque en 2015 se cumplían treinta años de la existencia de la banda y también era el décimo disco, así que era un número redondo. El anterior [Súper Ratones] había sido en 2009, entonces había pasado un tiempo bastante largo y podíamos esperar hasta 2015 para salir a girar con motivo de los treinta años y del décimo disco. Todo esto de estar planeando tiene mucho que ver con lo que decía en la pregunta anterior sobre el futuro y pensar en lo que vamos a hacer, cuando realmente lo de Person fue una patada en la cabeza que nos sorprendió a todos. Sigue siendo increíble que hayan pasado casi cinco años desde que se fue. Eso cambió absolutamente todo y nos hizo replantear todos los planes, que quedaron en nada. La única diferencia es que nunca tuvimos en mente terminar con la banda o con su historia.
¿Person quería que la banda continuara?
Totalmente. A ninguno nos parecía posible el desenlace, por más que sus condiciones de salud se estuvieran deteriorando, y eso que él era el que más entusiasmo tenía, cuando decía «yo voy a salir de esta». Cuando se hizo inevitable, ya en los últimos dos meses, este tipo de charlas cambiaron completamente y nos encontrábamos con un feedback completamente distinto, porque era él quien nos daba ánimo a nosotros. «Mario, ustedes se tienen que sobreponer a esto porque Súper Ratones siempre seguiremos. Hemos pasado por muchas circunstancias y esto va a ser como una banda nueva, pero con toda la experiencia que tenemos. Si ustedes continúan, las canciones van a seguir vivas; en el momento en que uno deje de interpretarlas, se pierden en la nebulosa, y la forma de continuar la existencia del grupo y de las canciones es tocando. Así que, Mario, se les tiene que poner en la cabeza que esto tiene que seguir». Si él no hubiera mostrado ese tipo de entusiasmo, no habríamos sabido a qué lado tendríamos que agarrarnos. Yo tenía muy presente todas esas palabras cuando unos meses después nos empezamos a juntar para volver a tocar y pensar en el disco.
¿En qué momento se paró el disco?
Creo que se suspendió indefinidamente en octubre del 2015 y Person falleció a principios de noviembre. El tema era que siempre estábamos apuntándonos para entrar en el estudio un fin de semana, aunque fuera para grabar un par de canciones, que era lo que él también quería, estar en el estudio. Ya sabíamos que todo el disco por ahí no se podía hacer, pero al menos habíamos quedado en hacer dos canciones: “Buen humor” y “Un minuto es mucho tiempo”, que las teníamos bastante avanzadas. Él había escuchado las demos y le gustaban mucho, entonces pensamos en hacer al menos esas dos y después continuar con el disco, pero a finales de septiembre dijimos que no se iba a poder hacer, y ahí cambiaron completamente los planes.
Sin embargo, en 2016 aparecía el disco póstumo de Person, Via Properzi.
Sí. Cuando caímos en la realidad de que Person no iba a poder llegar al estudio, nos hizo una petición personal: «Como esto ya no va a prosperar y yo no puedo ir al estudio, quiero que saquen estas canciones que tengo como demos con una misión particular, que es sacar este disco de manera oficial. Que no sean simplemente copias, que se haga una masterización seria con Mario Breuer y que esté dedicado a mi hijo Salvador». Así es como salió Via Properzi, que no era un disco de Súper Ratones. Como muchas de esas canciones eran demos, después iban a pasar por el filtro del grupo, así que las charlas del último momento radicaban en que si le sacábamos ese disco después podíamos agarrar las canciones que quisiéramos para trabajarlas de la misma manera que lo hubiéramos hecho entre todos. Decía: «Hagan una versión propia completamente». Ahí fue donde yo terminé negociando con él también ciertas partes de la voz, no solo la autoría. Particularmente, Person no quería que fuera una especie de dueto, porque eso no le gustaba, pero, si era algo sutil, podía estar bueno hacer coros.
Y al final, los temas de Via Properzi elegidos para el disco de Súper Ratones fueron “Amen”, “Buen humor” y “En tu camino otra vez”. En el caso de “Amen”, la versión de Person es más góspel y quizá un poco reggae, mientras que la vuestra tiene un aire muy beatle con guitarras a lo George Harrison. ¿Cómo funcionaba el criterio de vuestro filtro?
Eso fue posterior. No hablamos nada de esto con Person, porque no hubo tiempo y porque lo que él quería justamente era que nosotros las hiciéramos propias. En mi caso, como productor, me propuse en las tres canciones hacer algo distinto. Person es un gran compositor y en las demos lo toca todo él, pero sobre todo tenía la visión del baterista. Si esto hubiera pasado con la banda, lo hubiéramos hecho con otro criterio. Además, fue una decisión consciente no hacerlas completamente distintas a las de la versión de Person, porque él estaba en los coros y se tuvieron que respetar los mismos tonos.
Pero en “Buen humor” hubo que rebajar el tono, porque el de Person era más alto…
Sí, pero en las otras dos se mantuvo el tono. Person tenía una forma de cantar muy suya y yo no quería ser un impersonator de Person, como dirían los americanos. Si nosotros íbamos a hacer propias estas canciones y las vamos a tocar en vivo, tenían que ser cómodas para nosotros. Entonces, ¿qué mejor que hacer una versión y además interpretarlas como la nueva banda somos? En cierta manera, es una forma de recomenzar dentro de las tantas vidas que hemos tenido como banda.
Leopoldo, hermano de Person, también hace coros en “Buen humor” y “Amen”.
Como tiene un timbre de voz tan parecido y es también tan talentoso, en muchos momentos de las canciones parece que estuviéramos haciéndolo con Person.
Te trabajaste este disco en tu casa, ¿verdad? Imagino que fue una tarea ardua…
Sí. Pingüino [Óscar Granieri], nuestro guitarrista, también puso mucho de lo suyo, igual que Agustín [Insausti] con los teclados. Pero en todo lo que tiene que ver con las guitarras (eléctricas, acústicas y demás) yo experimenté bastante hasta que quedó el tipo de sonido que tenía en la cabeza. Lo primero que grabamos fueron las baterías en la sala de ensayo, en el 2016, cuando recién regresamos de tocar en el festival del Atlético de Madrid (Cultura en Rojo y Blanco). Fue el primer acercamiento de volver a hacer algo con Súper Ratones, con el nombre y con la banda. Después hicimos un show en Buenos Aires, en un lugar muy lindo que se llama la Usina del Arte, donde nos juntamos como banda para tocar oficialmente después de la muerte de Person. Había pasado como medio año. A raíz de todo ese entusiasmo empezamos a grabar, nos metimos en la sala de ensayo y sobre las ideas de las canciones grabamos las baterías. Sebastián Reinholz, nuestro baterista actual, no tenía idea de cómo iban, así que se las tarareaba con una acústica mientras él grababa encima sin ni siquiera pensar cómo iba a ser el resultado. Ese material quedó grabado durante un año hasta que después comencé per se la grabación del disco. Fue una curva de aprendizaje bastante grande también para mí, porque yo, aunque había producido, nunca había hecho de ingeniero. Me di cuenta que iba a ser bastante ardua la tarea, pero si hubiésemos esperado a que apareciese una compañía discográfica que pusiera un determinado dinero para volver al estudio, hubiésemos esperado casi indefinidamente. Fue un proceso de empezar a grabar y de aprender a grabar. Me equipé mínimamente y muchos amigos me prestaron los mejores micrófonos. También me puse Pro Tools y empecé a grabar en el mismo momento que iba aprendiendo. Adquirí toda esa experiencia a lo largo de esos tres años.
«Trato de no caer en el perfeccionismo, para no obstaculizar cualquier cosa creativa»
Creo que también contaste con la ayuda de Geoff Emerick, ingeniero de The Beatles.
Exacto. Eso fue sobre el último tramo, grabando las últimas dos o tres canciones ese verano, y justo me enteré de un clinic que iba a hacer Geoff Emerick en Buenos Aires. Tuve la suerte de ser parte de un pequeño grupo que pasó tres días de grabación, producción y mezclas completas con Geoff Emerick. Él, con toda la predisposición, no sabía cómo dar una clase magistral, así que estuvimos nueve o diez horas por día con él, viendo cómo movía los botones y respondiéndonos a todo lo que le queríamos preguntar.
En este disco hay muchos invitados. ¿Cuál ha sido el motivo?
En realidad, no nos lo propusimos. Lo que sucedió es que, primero, pasó mucho tiempo, diez años, con un disco que normalmente hubiéramos hecho al tercer año del disco anterior, entonces había muchos amigos a los que queríamos invitar. Amigos que también nos han invitado en sus discos, como los chicos de Estelares, así que eso siempre queda pendiente. En un momento, cuando se materializa el disco, nos encontramos con que teníamos muchos amigos enormemente talentosos a mano que podían darle su toque. Los invitados, además de aportar su talento, también fueron muy importantes para nuestra contención, porque muchos de ellos nos dieron ánimos y nos preguntaron qué iba a suceder con el disco, como Estelares. Manuel Moretti y Víctor Bertamoni estuvieron desde el primer día de la grabación, por ejemplo. De hecho, Víctor, que sabía un poco más que yo de programación para poder grabar, vino a casa para trabajar conmigo, por eso hay guitarras suyas a lo largo de casi todo el disco.
Después está Richard Coleman en “Para hacer una montaña”.
Richard Coleman es una figura importantísima también dentro de lo que fue el rock argentino. Él, como artista, es muy particular, como Gustavo Cerati. Los dos empezaron su movida, que terminó creando un estilo propio. Cuando escuchas una guitarra de Richard Coleman sabes rápidamente que es suya, porque es inigualable. Nosotros nos habíamos hecho amigos, también porque habíamos compartido agencia durante muchos años, y aparte de prestarnos guitarras, siempre quedó esa invitación. El tipo de ritmo que tenía “Para hacer una montaña” era una cosa medio rockabilly o country, tipo Johnny Cash, pero no quería encerrar la canción en un rockabilly o en un country puro, porque son cosas que hemos plasmado muchos años atrás. De hecho, hicimos un disco en Memphis (Aire para respirar), grabado en Sun Records. Quería que tuviera estos elementos, pero que fuera algo medio espacial y que apareciera David Bowie. Ya tenía la base, así que Coleman, aparte de su sonido característico de guitarra, se llevó la canción hacia otra cosa completamente distinta. De hecho, la guitarra suena casi como un sintetizador todo roto. No parece una guitarra y eso es lo que realmente quería del aporte de Richard Coleman.
Corrígeme si me equivoco: ¿fue Manuel Moretti el que terminó la canción “Carreras de aviones” y la persona que le puso el título al disco?
Cuando le mostré algunas demos, Moretti me dijo que le encantaba “Me gusta la lluvia”, entonces le propuse terminarla juntos, porque ya tenía gran parte de la letra. Me gusta mucho la lírica de Manuel y la letra tiene melodías muy lindas que son muy Estelares, entonces redoblé la apuesta y le dije que tenía otra canción sin letra con una melodía muy popular. Uno, como compositor y como autor, puede terminar cualquier canción, es una cuestión de tiempo, pero quería hacer un experimento, dándole la melodía para que él interpretara la voz. A Manuel le gustó el desafío y, en vez de hacer lo de “Me gusta la lluvia” —terminamos la letra con Agustín y Manuel acabó cantando como invitado—, terminó la letra de “Carreras de aviones”. Cuando me la mandó, le pregunté cómo se iba a llamar la canción y me dijo que no tenía ni idea. Chango [Lisandro Ruiz], nuestro mánager, y yo nos pusimos a escuchar la canción y le comenté que me encantaba la frase «carreras de aviones», pero para darle título al disco, porque hasta ese momento el álbum se iba a titular Un minuto es mucho tiempo. Siento que las colaboraciones han sido una cosa de amigos que nos han arropado. Son parte de la canción, como si hubieran sido concebidos para eso.
Otro invitado ilustre es Jorge Maronna (Les Luthiers), que colabora en “Hijo” con Los Tipitos. Además, es la tercera vez de Maronna en un disco de Súper Ratones, aunque en realidad pudieron ser cuatro, si contamos ¡Urgente!, vuestro octavo elepé.
Exacto. Yo tenía una serie de canciones que Person también escuchó. “Hijo”, en particular, le había gustado mucho y la idea de la canción era fundamentalmente hacer algo muy coral, pero con cuatro voces sin que una pisara a la otra. Anteriormente habíamos hecho un ejercicio muy lindo con Los Tipitos con una canción de Bach, que ellos nos habían invitado a cantar en un lugar que se llama La Trastienda, en Buenos Aires. Nos habíamos divertido mucho haciéndola y desde entonces siempre me había gustado esa idea coral. Los Tipitos también habían estado desde el primer momento, porque dispararon unos años antes la idea de hacer una canción de esa manera. Pero no recuerdo bien si “Hijo” ya estaba compuesta en 2013 ó 2014, pero fue bastante antes de saber lo de Person. Por eso es tan emotiva la canción.
¿Mikel Izal, en “Si no tuvieras miedo”, es de los últimos invitados?
Sí y no. La participación de Mikel y de Alberto Pérez, creo, fue grabada en 2017 o 2018. Nos conocimos cuando ellos fueron por primera vez a Argentina, hace como cinco años, pero no pudieron conocer a Person. Contactamos por medio del mánager, Manuel Notario, y les ofrecimos los instrumentos y cualquier tipo de logística que necesitasen. Ahí nos hicimos amigos, sobre todo con Alberto. Después fuimos a España un par de veces, compartimos cartel en el Sonorama… Y cuando ellos volvieron a Buenos Aires quedó esta cosa de invitarlos a hacer algo en el disco. Podía imaginarme a Mikel y a Alberto en la canción.
Me da la sensación de que en Carreras de aviones lo emocional ha tenido más peso que lo artístico.
Coincido totalmente. Como artista, después de tantos discos y de haber girado miles de veces, o vuelves a lo esencial o te transformas en un autómata. Y, para mí, hoy por hoy, no tiene sentido ser un autómata en la música, porque ya sería un trabajo más. Es mucho más importante si transmites. Si una canción lo hace, para mí ya es buena. Obviamente, el piso de calidad musical lo tiene que tener, pero esto va más allá del género. Cuando me preguntan qué opino de según qué géneros horribles, honestamente soy mucho más prudente, porque hasta de las cosas que a uno no le gustan se puede aprender. Mucho de lo que nos contaba Geoff Emerick eran situaciones fortuitas que le habían pasado con The Beatles, trabajando con los pocos elementos técnicos que tenían. Creaban cosas que a él le sonaban mal, pero después fue el estándar para todo el mundo, porque transmitían.
¿Le darás más importancia a lo emocional que a lo técnico a partir de ahora?
Yo creo que las dos cosas, porque he aprendido a tener confianza para por lo menos intentar lograr el sonido que tengo en la cabeza. En ese sentido, siento la misma inconsciencia de haber tenido que empezar a grabar este disco solo en mi home studio, que fue creciendo a medida que iba grabando. Lo técnico, a nivel de calidad, tiene que sonar igual o mejor. Ahí sí hay una vara que siempre me pongo alta, pero también trato de no caer en el perfeccionismo, para no obstaculizar cualquier cosa creativa.