Doctor Soul: 50 canciones de resistencia frente al coronavirus

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Dice una de las normas elementales del periodismo que es preferible evitar la primera persona al comunicar en la prensa escrita, pero en este momento extraordinario quizá conviene saltarse alguna de esas normas que parecen haber valido casi siempre. Es lo que intento hacer ahora al explicar la génesis de esta lista de música que cura, la receta del Doctor Soul para resistir al coronavirus.

 

Selección y texto: LUIS LAPUENTE.

 

Me pide Arancha Moreno, la directora de nuestra web, que le comente las pautas que he seguido para elaborar esta lista de Spotify, estas cincuenta canciones para resistir al coronavirus y sus daños colaterales, para no perder la esperanza y la alegría, para vivir dentro de ellas. La verdad es que no hubo ninguna pauta, ni siquiera la idea de terminar publicándolas en Efe Eme. La idea, sugerida por un amigo, me rondaba desde el día anterior y me asaltó definitivamente unas horas después de volver de mi consulta del centro de salud donde trabajo como médico de familia, agotado, agobiado por los problemas de tantas personas que nos están tocando afrontar estos días, necesitado de un empuje para encarar las semanas que aún nos quedan de lucha contra el sufrimiento, el dolor, la desesperación, la enfermedad. Siempre pienso en clave de música, pero ahora tenía que imaginar algo que no solo sirviera para mí, sino para todos los que viven esta formidable emergencia colectiva que es la pandemia causada por el Covid-19. Porque, como me comentaba un compañero, no se trata de “no contagiarse de la enfermedad”, sino de hacer un esfuerzo hercúleo para no propagarla, porque ahora la prioridad absoluta es proteger a nuestros mayores, a nuestros conciudadanos más expuestos a los embates más feroces de este nuevo virus. La clave, absolutamente fundamental, es evitar que los contagios aumenten a gran velocidad y que los hospitales y, sobre todo, las UCIS, se colapsen, impidiendo así que se traten bien los casos más graves, casi siempre, aunque no siempre, ancianos o personas de riesgo por sus enfermedades previas.

Pero me salto el guion. Como decía, de repente empecé a crear una lista de canciones que sirviera para mí, para quienes están sufriendo la enfermedad, para quienes simplemente quieren disfrutar de unas horas de buena música y para quienes intuyen que nada volverá a ser como antes cuando termine esta pesadilla, que por fuerza tendremos que replantear nuestra manera de vivir. Tuve claro que quería empezar escuchando una vez más “(Reach out) I’ll be there”, esa obra maestra de Holland, Dozier & Holland interpretada por los Four Tops, una hermosa pieza de resistencia y de generosidad, quizá mi canción favorita de la historia con “This old heart of mine”, de The Isley Brothers (que también pulula por aquí). Y supe que quería terminar la escucha con “My favorite things” en la maravillosa versión del John Coltrane Quartet porque ahora más que nunca tenemos que saber disfrutar con nuestras cosas favoritas.

Entre medias, algunas referencias al reciente asalto a los supermercados con The Clash, las inevitables invitaciones a extremar la higiene con un blues estremecedor (“I washed my hands in muddy water”), y mucho soul, claro, canciones de Marvin Gaye o Curtis Mayfield, War o los gloriosos Blaze, que enfrentan y explican épocas de crisis, melodías de Sam Cooke que expresan la alegría de vivir, visiones apocalípticas de Swamp Dogg sobre un mundo a punto de ser destruido… Casi sin darme cuenta, iba recorriendo casi todos los géneros y las épocas, con paradas en algunos de mis artistas favoritos de Italia, Francia y España, además de los anglosajones. Boris Vian retrata con su habitual sentido del humor las servidumbres de la tecnología contemporánea, las Vainicas nos invitan a vivir con alegría, Santana habla de los sacrificios del alma en una memorable obra maestra de su primer álbum, Gloria Gaynor y Sister Sledge celebran la contagiosa vitalidad de la Era Disco, John Cale recuerda que el miedo es el mejor amigo del hombre, Bob Dylan se cuela con esa estrella fugaz que es también una de sus más conmovedoras canciones de amor, Ray Davies evoca la soledad y Celentano, Paul Mauriat y Modugno invitan a dejarse mecer por el cielo azul y limpio. Son cincuenta, un número redondo, las primeras que se agolparon en mi memoria a borbotones, y ya no quise añadir ninguna más cuando incorporé la última (“Lean on me”, de Bill Withers, otra de mis favoritas). Cada uno encontrará, seguro, algo distinto y nuevo, único, en cada una de estas canciones que son solo eso, canciones que pueden acompañarnos mientras aprendemos a ser mejores personas, más generosas y solidarias, justo lo que ahora necesitamos todos.

 

 

P.D.: Se me olvidaba comentar el porqué de la imagen de Harpo Marx coronada por un perrito para ilustrar la lista de Spotify. Se llamaba Arthur, aunque al nacer sus padres le pusieron Adolph, como al innombrable nazi, pero Harpo Marx era de natural amable, inteligente, bondadoso y mordaz. Convirtió la bocina en un instrumento artístico y fue un genio del cine mudo cuando los grandes actores, sobre todo sus hermanos Chico y Groucho, no paraban de hablar y hablar y hablar. El pasado 23 de noviembre se cumplieron 131 años de su nacimiento, una cifra que ni es redonda ni falta que hace. Quienes tengan ahora más tiempo libre, harían bien en leer su autobiografía Harpo speaks!, traducida al español y publicada en 2001 con el título ¡Harpo habla! Fue un gran artista, una gran persona, fue bizarro, raro y bello.

 

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