Gimnasia menor, de Chaqueta de Chándal

Autor:

DISCOS

«Un perfecto sonido que amalgama guitarras potentes y electrónica machacona; unas letras atípicas políticas y sarcásticas»

 

Chaqueta de Chándal
Gimnasia menor
BANKROBBER, 2019

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Chaqueta de Chándal decidieron formarse como grupo y sonar diferente, algo así como un cruce bastardo entre La Polla Records y Neu! Su disco de debut no tiene trazas de ninguno de los dos, pero sí que tiene dos cosas destacables y poco comunes —sobre todo, juntas—: la primera es un perfecto sonido que amalgama guitarras potentes y electrónica machacona; la segunda, unas letras atípicas que se revelan políticas y sarcásticas, con ejes comunes, pero también metidas en otras ambientaciones.

Comencemos por las letras. Por un lado, disparan con flechas venenosas a esa generación que copa bares con música y salas de conciertos. Los ataques son sangrantes —«hablo durante el bolo / me da igual, yo molo»— en “A moderno resabiado no le mires el dentado” y “La inopia”, odas a esa prepotencia estúpida de quien cree estar en lo correcto sin pensar siquiera en qué es lo correcto. Pero, por otro lado, adoptan un tono de canción protesta en “Maldito parné” o “Artículo segundo”, que no desmerecería en cualquier cantautor de los censurados en los 70, porque la ambientación es esa: «¡Viva la patria!, bajemos al bar / con el cura, el militar!». Palos directos que hieren a todos los lados y que, de golpe, pueden cambiar de contexto y convertirse en Luis Moya, quien le va hablando a Carlos Sainz desde el asiento del copiloto, como una velada canción de amor.

Las músicas son las que están pidiendo esa locura de letras: guitarras a piñón empujadas por electrónica constante. En “Artículo segundo” esa tensión social de la que hablábamos se ve corroborada por un ritmo de fondo obsesivo y tribal y, en otra sátira de los modelos sociales como es “Bajón en el Masnou”, la instrumentación es también obsesiva y compacta. Musicalmente también suelen aparecer codas, pequeños juegos instrumentales que completan la canción con crescendos envolventes y kraut-rock —como en “Hablemos del mineralismo”— o abstractos. La coda es especialmente significativa en el ritmo de “Maldito parné”, que de tan machacón resulta bailable, y concluye con arabismos entre pulsiones de llenapistas.

De comer aparte hay que darle a la citada “El espíritu de Luis Moya”, su faceta más ultrapop, que en ocasiones puede recordar a The Byrds. No solo escriben letras ingeniosas, escriben letras inteligentes —incluso con su consciente uso de lo vulgar— y las envuelven también de unos inteligentes paisajes musicales, urbanos y con significado para, sin saber cómo, hacerlo todo un caramelo adictivo, ácido y envenenado. Llenos de punk como actitud —lo hacemos nosotros y lo hacemos con rabia— y de baile como método directo, seguramente no ha habido un disco de debut más interesante en 2019 que el de Chaqueta de Chándal.

Anterior crítica de discos: Magia bajo cero, de Fominder.

 

 

 

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