«Esto no es solamente tocar, también hay que afrontar muchísimas cosas que tienen más que ver con una empresa que con la vida musical»
Publican El milagro rodeados de un éxito fulgurante, pero Viva Suecia defienden el trabajo como camino hacia la suerte. Sara Morales charla con ellos sobre sus nuevas canciones, que ya están presentando en los escenarios.
Texto: SARA MORALES.
Fotos: ENE JEAN.
El primer ensayo en la historia de la banda fue un 25 de diciembre. Los cuatro de Murcia se reunían en el local con la resaca y las sobras de la Nochebuena para empezar a construir un sueño. Puede que, desde entonces, Viva Suecia hayan estado predestinados a materializar el milagro; el de un grupo de idealistas con los pies en el suelo que apostó por el riesgo, el tesón y la constancia hace cinco años y ha conseguido asomar la cabeza y diferenciarse en un panorama que, en estos tiempos de buena esperanza, sobrevive atestado de propuestas pero también de clones. El motor que los empuja es su pasión por la música, y su razón, una fe ciega e incondicional en el esfuerzo, el trabajo y la ilusión por desarrollarlo.
Hoy, con dos discos a las espaldas (La fuerza mayor en 2016 y Otros principios fundamentales en 2017), con los que han levantado toda una legión de monaguillos y devotos en torno a su rock de tintes oscurantistas, asistimos a su ascensión definitiva iluminados por su nueva y tercera entrega, El milagro (Subterfuge, 2019). Un álbum que juega al contraste sonoro y al equilibrio conceptual, mientras se asientan como predicadores de pequeños relatos urbanos perfectos para moverse en la mística y en el asfalto. Rafa Val (voz y guitarra), Jess Fabric (bajo) y Alberto Cantúa (guitarra), a falta de Fernando Campillo (batería), nos cuentan cómo está siendo su experiencia de camino a la gloria.
Cinco años de Viva Suecia en un ascenso frenético e imparable. ¿Cuánto hay de factor suerte, y cuánto de factor curro, en vuestro éxito?
Jess: Es difícil de valorar. Puede que haya algo de factor suerte, pero si tienes mucha suerte pero no te pilla currando no hay nada que hacer. Hay mucha gente haciendo música muy bien hecha, con canciones tremendas, que no tienen la suerte que posiblemente nosotros hemos tenido; si te viene esa suerte tiene que ser currando muchísimo y con muchas ganas de seguir trabajando. Esto no es solamente tocar, también hay que afrontar muchísimas cosas que tienen más que ver con una empresa que con la vida musical.
¿Habéis alcanzado ya el hito de vivir de la música?
Jess: Sí. La música, además de nuestra pasión y nuestra vida, es nuestro trabajo. Somos autónomos.
Rafa: Somos emprendedores.
Alberto: En Viva Suecia, además de nosotros cuatro, está el sello, los creativos, cuando estamos de gira somos unas diez u once personas… Hay muchas personas implicadas en el proyecto que de alguna manera viven, y vivimos, de Viva Suecia, y no deja de ser una responsabilidad. Hay que pensar muy bien cada paso que das porque un error puede repercutir en todo el equipo.
Esto es precisamente «el milagro», no?
Rafa: Creo que desde que empezamos todo lo que ocurre a nuestro alrededor es parte de él. El día que fuimos a la gala de los MIN (premios de la Música Independiente) y nos dieron el premio a la Mejor canción del año; el día que fuimos a la sala El Sol y estaba llena; el día que tocamos a las seis de la tarde en el festival Granada Sound y estaba aquello a reventar; el día que te despiertas y te dan el premio MTV… Todo esto es «el milagro» y, por suerte, nos pasan cosas de este tipo muy a menudo. De alguna manera, pero entre comillas, nuestro camino es fácil porque tenemos una motivación constante, un reconocimiento que nos impulsa a seguir. Todos veníamos de tocar en muchas bandas y llevábamos en esto mucho tiempo antes de Viva Suecia y, al final, los proyectos se disuelven por este tipo de cosas que te animan o no a seguir. Es como si hiciera falta un poco de alimento, ver que el trabajo y la pasión tienen sus frutos por pequeños que sean. Y nosotros hemos tenido suerte porque hemos tenido muchos, casi desde el principio; eso sí, con muchísimo trabajo detrás, muchísima dedicación, todo el mundo remando en la misma dirección.
O sea, que los milagros existen.
Alberto: Yo nunca le diría a ningún músico o grupo que está empezando que esperen el milagro; hay que trabajar, trabajar y trabajar. Está muy guay ponerte un traje y salir en una entrevista con él, pero eso es lo último. Lo primero es dedicar horas y horas de local, de hablar entre nosotros y llegar a conclusiones, de buscar, de investigar, motivar a tu equipo… El trabajo es lo primero, luego a lo mejor llega el milagro, o no llega, pero sin trabajo desde luego no vas a ir a ningún lado.
¿Alguna vez imaginasteis la expectación que se ha montado en torno a vosotros?
Jess: Nunca. Cuando empezamos con Viva Suecia solamente queríamos tocar y hacer canciones, sin grandes pretensiones. Alberto y yo nos decíamos muy al principio que si esto no funcionaba nos dedicaríamos al pádel [risas].
Alberto: Sí [ríe]. A Jesús y a mí, que veníamos de otro proyecto, nos costó mucho encontrar gente con ganas de trabajar y hacer algo serio que nos diera para salir a tocar. Había muchos candidatos que se apuntaban al carro, pero cuando llegaban los ensayos, el trabajo duro y los horarios complicados, se desinflaban. Era angustioso. Hasta que ya al final dimos con gente un poco solvente.
Rafa: Pero poco [risas]. No, en serio, creo que todos encontramos eso de golpe con Viva Suecia. Yo también venía muy rebotado de tirar siempre del carro en mis experiencias anteriores… Y de repente nos conocemos los cuatro, con una misma idea e intereses compartidos, llevándonos bien desde el principio, con muchas ganas de currar… Realmente ese fue el primer milagro.
«De alguna manera, nuestro camino es “fácil” porque tenemos una motivación constante, un reconocimiento que nos impulsa a seguir»
¿En qué creen Viva Suecia?
Jess: Creemos en la música, siempre lo hemos hecho, pero además ahora creemos en ella como nuestro sustento. También creemos en el amor. Entre nosotros ocurre algo muy curioso: llevamos cinco años juntos y de ellos cuatro girando casi cada fin de semana, sufriendo muchos momentos de estrés, momentos personales chungos, y al final, pese a todo lo que llevamos cada uno a cuestas, siempre terminamos volviendo a casa en la furgo riéndonos y felices. Somos una familia y es fácil creer en el amor cuando te pasa algo así.
Rafa: Toda la gente que está a nuestro alrededor, incluyendo al público, por supuesto, nos da muchos motivos para tener fe en nosotros mismos y en el proyecto.
¿Y en el funcionamiento de la cultura española también tenéis fe?
Rafa: Sí, creemos. Quizá el problema sea la gestión, porque mientras la cultura no da dinero está ahí, pero cuando da dinero todo el mundo se vuelca y apoya. Tenemos ejemplos del inmenso talento que hay en España en todos los ámbitos; a pesar de las dificultades siempre hay una banda, un escritor, un fotógrafo… siempre hay alguien demostrando que el talento está por encima de todo esto. A nivel musical, que es el campo que nos toca a nosotros, estamos viviendo una época maravillosa.
Jess: España es un referente a nivel mundial en lo que cultura se refiere. Yo creo que se habla muchísimo de nosotros fuera, pero está mal gestionado.
Alberto: Lo estrictamente cultural está muy intoxicado, seguimos siendo un país de pandereta para algunas cosas y hay muchas interferencias a la hora de escuchar un disco o leer un libro sin prejuicios, a la hora de enfrentarte a algo sin el respaldo de las redes sociales… Todo eso está generando interferencias en el desarrollo de nuestra cultura, que creo que está en uno de sus mejores momentos.
Rafa: Además tenemos la peculiaridad de machacar cuanto antes a alguien que hemos querido mucho. Creo que el deporte es un ejemplo clarísimo de todo esto, pero también pasa en la música. Alguien que ha sido un Dios para nosotros en algún momento de nuestra vida, llega un momento que se nos olvida y pasamos página cruelmente. Los americanos lo hacen mejor, Neil Young en España estaría de bajón, sería un «viejo chocho», un tipo desfasado… Y allí Neil Young ya no tiene que hacer nada más para ser Neil Young para siempre. Aquí, en España, Sabina tiene una mala noche o saca un disco un poco menos totémico y lo machacamos. Deberíamos cuidar más a la gente que nos ha aportado tanto.
Vosotros, que ya habéis cruzado nuestras fronteras con vuestra música, ¿qué conclusión sacáis de la imagen que proyecta nuestra escena fuera?
Rafa: En Colombia nos decían que lo último que les había llegado de España era El Último de la Fila, pero ahora se están tendiendo puentes otra vez y de repente bandas como Love of Lesbian, Izal, Dorian o Vetusta Morla llenan salas de miles de personas.
Es como si lo español hubiera estado dormido y ahora estuviéramos asistiendo a una segunda época dorada en el extranjero. Y creo que las bandas de nuestra escena que podemos y tenemos curiosidad por ir allí estamos abriendo camino haciendo cosas maravillosas. El problema vuelve a ser la gestión, porque claro, a nosotros una semana en Colombia nos supone muchísimo a todos los niveles; pero está demostrado que cuando puedes ir y llega, la gente de allí lo acoge, lo aprecia, lo valora, lo difunde…
Alberto: El trabajo que están haciendo algunas bandas de aquí abriendo camino allí es tremendo.
¿De qué manera trabajáis vosotros para que la música de Viva Suecia llegue a calar tanto a nivel nacional como internacional?
Alberto: Creo que estamos haciendo un esfuerzo para llegar más allá de España. Y eso se traduce en temas como pedirle al sello más tiempo para producir el disco, para que suene más grande, para que tenga un carácter más internacional, teniendo en cuenta cómo se están haciendo las cosas fuera. Es muy complicado, le hemos dedicado mucho tiempo y muchas horas para intentar que suenen mejor nuestros instrumentos y sea todo un conjunto más global. No hemos querido acomodarnos.
Está claro que con este tercer disco, El milagro, habéis querido saliros un poco de vuestra zona de confort. Las guitarras suenan diferente a lo que habíamos escuchado en trabajos anteriores.
Alberto: Hemos intentado sonar más cañeros con menos guitarras. Lo fácil es coger una guitarra, meterle un montón de efectos, y una capa y otra y otra… Pero aun habiendo muchas guitarras en El milagro hemos intentado darle más espacio al bajo y a la batería que, al final, es lo que mete caña. No hay más que escuchar “Días amables” que, siendo una medio balada, el bajo y la batería tienen una potencia increíble.
«Sabina tiene una mala noche o saca un disco un poco menos totémico y lo machacamos. Deberíamos cuidar más a la gente que nos ha aportado tanto»
También habéis innovado con pequeños detalles, como dejar sobresalir la sección de vientos, apostar por los sintes de un modo más rotundo…
Rafa: Para este disco estábamos muy obsesionados con que se entendiese todo. En otros trabajos hemos metido teclados y otros detalles que, a oídos de la gente, no están, pasan desapercibidos. En este nos hemos empeñado en buscarle y otorgarle el hueco a todo. Si aparecen unas campanas, las dejamos sonar, a la voz la dejamos fluir también para que se entienda la letra, si suenan unas cuerdas se oyen las cuerdas… Hemos respetado al máximo los tiempos y los espacios.
Imagino que la mano de Carlos Hernández, que ha trabajado con vosotros en la producción del disco, habrá sido fundamental y minuciosa.
Alberto: Hemos apretado mucho a todas las personas que han estado involucradas en el sonido de El milagro. Si hablas con Carlos Hernández te dirá que durante unos días de su vida nos ha llegado a odiar porque le hemos hecho sufrir. Le pedíamos que, mientras la orquesta sonaba a lo bestia, se pudieran distinguir el bajo, la batería, la acústica… Un poco de locos, pero con todo el sentido. Ha sido duro, pero a la vez gratificante, porque ha salido muy bien.
Al final el resultado es un disco mucho más luminoso de lo que podíamos esperar. ¿Partisteis de esta premisa a la hora de engendrarlo?
Jess: Puede que la banda esté en un momento muy luminoso. Al final nos están pasando cosas muy buenas y eso se ve reflejado en las canciones, seguramente. Aunque no queríamos que fuese un álbum «cortavenas», el hecho de que tenga más luz no ha sido algo premeditado. Cuando haces canciones y te dejas llevar, lo que estás sintiendo en el momento es lo que se deja ver en ellas.
Tu voz, Rafa, juega claramente el papel de un instrumento más y la escuchamos muy en primer plano esta vez.
Rafa: En realidad siempre nos lo hemos tomado así. Otra de las claves de la banda es que el protagonismo está dividido en cuatro partes, no nos interesa a ninguno ser más protagonista que otro; pero teníamos la espina de perder el miedo a subir las voces para que se entiendan, y esta vez las hemos tratado de manera diferente. En este disco las voces no están dobladas, hemos intentado que sean lineales y que suenen un poco más a directo, más naturales, menos impostadas.
“Fóllame”, la canción más experimental del álbum, ¿pedía a gritos la colaboración de Joe Crepúsculo? ¿Cómo surgió este cameo?
Jess: Teníamos un riff de guitarra en el local de ensayo que no llegó a ningún puerto y como esta vez nos hemos tomado la grabación del disco con calma y tiempo, dejamos un espacio en la preproducción para crear alguna canción. Y de ahí salió “Fóllame”, con una letra que hicimos entre todos. Nunca habíamos trabajado de esta manera, con temas que salen directamente en el estudio.
Alberto: Salió a raíz de muchas casualidades. Hicimos mucho corta y pega, de repente se quedó un hueco en medio y pensamos que estaría bien meter algo electrónico; fuimos trasteando un poco con el ordenador y los fragmentos que teníamos y al final decidimos contar con Joe Crepúsculo.
Rafa: Es una canción un poco digital, como un pastiche creado a partir de fragmentos que teníamos por separado. En todo este ambiente cabía perfectamente la colaboración de Joe Crepúsculo porque, aparte de que es amigo, su presencia es muy natural en esta canción.
¿Tiene Viva Suecia un espíritu especialmente combativo y crítico con el sistema y la situación actual del mismo como parece asomar en “Te prometo”?
Rafa: Creo que esa canción es el canto a la libertad más claro que hay en el disco. Desde el principio es una declaración de intenciones: «Toma miedos nuevos, sabes lo que tienes que hacer, encomendarte a ellos». Es como: toma tus inquietudes, tus incertidumbres, tus miedos y tus historias, hazte fuerte en ellos y úsalos para pelear. Y la parte de «te prometo estar presente, cuando todo esto reviente» es eso, que cuando todo se vaya a la mierda voy a estar aquí dando el callo. No es una canción protesta, pero todo lo que vivimos y lo que nos rodea se cuela en nuestra música.
¿Y algo de sentido autobiográfico cuando escribes? En la homónima “El milagro” parece que apelas a alguien en concreto.
Rafa: Siempre hay algo, claro. En realidad esta canción iba hacia un sentido un poco más negativo y al final Jesús [Jess] sugirió que la lleváramos a otro lado; le dimos una vuelta y encajó muy bien. Consiste en una contraposición entre cómo siente uno las cosas por dentro y cómo las exterioriza.
Entonces, aunque el peso de las letras recae sobre Rafa, el resto os sentís identificados con ellas e incluso podéis aportar ideas…
Jess: Sí, claro que sí. Todos aportamos y sumamos. Cada cosa que hacemos cada uno está consensuada y supervisada por el resto.
Alberto: Es la manera de que esto funcione, estando los cuatro totalmente implicados y siendo una banda muy democrática y muy exigente, aunque nadie imponga nada sobre lo de los demás.
Tanto rodaje en salas y festivales a lo largo de estos años os habrá dado ideas de cara a la estética y la logística de esta gira, que ya está en marcha. ¿Cómo son los conciertos de El milagro?
Jess: Algo muy guay, a la altura del disco.
Alberto: Hemos invertido en mejorar el sonido y hemos tenido a seis o siete personas encadenadas en un sótano diseñando cosas guais. Se complica el asunto porque para nosotros va a ser todo nuevo también.
Rafa: Va a ser milagroso [risas].
Amén.