Jaime Urrutia. En Joy, el disco

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JAIME URRUTIA
En Jo
y

DRO ATLANTIC

 

Texto: JUAN PUCHADES.

 

A los discos en directo no habría que darles ninguna importancia. De cada gira anual, habría que sacar, mínimo, uno. Incluso, y estaría muy bien, las tomas de la mesa de sonido de cada concierto tendrían que subirse a Internet y circular libremente. A fin de cuentas, la “obra” la componen los discos de estudio, los que incluyen canciones nuevas agrupando los frutos de una cosecha, los que buscan una cierta unidad formal en cuanto a producción. Mientras, los directos deberían servir para testar el estado del artista, comprobar cómo suenan las canciones lejos de la producción del estudio en un tiempo en concreto, ver cómo evolucionan gira a gira (noche a noche, casi, se puede comprobar con los miles de bootlegs de Dylan). Pero seguimos aferrados a los viejos métodos y el álbum en directo continúa preservándose para momentos inciertos, para épocas de sequía compositora, para cerrar etapas, para celebrar aniversarios, para enmendar resbalones comerciales. La fórmula ya está establecida: se prepara una selección con lo mejor del repertorio, se invita a algunos amigos afines para que pongan voz y emoción, y a esperar que la suerte comercial sea propicia.

Jaime Urrutia venía de un tropezón comercial: su último álbum, El muchacho eléctrico (2005), estaba aquejado de una cierta falta de inspiración, a lo que se sumó el error de cálculo de creer que una canción menor y claramente de relleno, “Maribel”, podría tener gancho como primer single (y tal y como están las cosas, si un primer single-vídeo no funciona, el álbum entero puede ser dado por perdido en la carpeta de aquello que pudo ser y no fue). Así que ahora, Urrutia ha optado por el “clásico” directo con amigos. Y en su caso, mira por dónde, hasta está justificado, ya que tras más de 25 años de carrera artística (con Ejecutivos Agresivos, Gabinete Caligari y en solitario), y dado su espíritu refractario a tales inventos, nunca había recurrido a la fórmula magistral. Y no habrá sido por canciones: Urrutia atesora un repertorio envidiado públicamente por sus compañeros de oficio, querido por la parroquia más puesta y con media docena de canciones clavadas en la memoria colectiva de nuestro país.

Así que pinchas En Joy y, pese a la receta conocida y manida, te congratulas con él. Cómo no vas a hacerlo cuando escuchas gran parte de lo mejor de su cancionero (ejem, perdonemos la incorporación de la ya mencionada “Maribel”, esa canción que no habría desentonado en el repertorio de los primerizos, pero refrescantes, Ejecutivos Agresivos) con una banda que suena inmaculada: “Deliros de grandeza”, “Tócala, Uly” (en una versión plena de intensidad), “¿Dónde estás?” (nunca Jaime ha sido más Roy Orbison que en este tema, aquí con Loquillo en el recitado), “Vestida para mí” (fetichista, juguetona y elegante pieza mayor), “Cuatro rosas” (aunque esta toma, junto a Pereza, no gana a la original), “Pitusa” (uno de los mejores temas que ha compuesto Jaime, ahora en acústico y con el gran Jorge Drexler), “Suite nupcial”, “El calor del amor en un bar” (con un Bunbury genial), “Completamente feliz” (uno de esos momentos ácidos que la magistral pluma de su autor a veces nos depara), “¡Qué barbaridad!” (rock and roll con la guitarra de Ariel Rot haciendo de las suyas), “Camino Soria” (como dice Eva Amaral en el DVD, esto es literatura; y ya con la voz de Eva, añadimos, pura magia), “La culpa fue del cha-cha-cha” (una muestra de cómo se puede escribir una canción de lo más simplona sin perder la dignidad ni la compostura), “Caray” (aquí, cómo no, está Loquillo. Tantas veces la ha cantado el Loco que ya no se sabe si es un tema del uno o del otro. Puro swing), “La sangre de tu tristeza” (con Dani Martín, de El Canto del Loco), “Nadie me va a añorar” (otra letra que debería analizarse en clases de literatura). Como Jaime es un tipo tan educado como agradecido, ha tenido el detalle de incluir esas “Mentiras” que el grupo La Rocka le regaló para Patente de corso (2002), su estreno en solitario, y a la que ahora añade su voz Iván Ferreiro. Y, como guinda final, un inédito, “Tratando”, un rock and roll clásico de los que gusta escribir de tanto en tanto y que en el directo se dejó con estrofas en blanco para que luego Andrés Calamaro insertara su voz en un estudio.

Un recorrido, al fin, por algunos gloriosos jalones de la obra de un autor que maneja como pocos ritmos y melodías, que sabe (y esto probablemente lo aprendió bien temprano escuchando a sus admirados Doors y sabiéndolo llevar a nuestra realidad musical y social) cómo asumir modos y formas populares y trasladarlos a su manera de entender el rock y el pop, que tiene un manejo de la escritura poética sencillamente magistral, renunciando siempre a los lugares comunes (¡o directamente recurriendo a ellos sin rubor y despachándolos como algo nuevo, sorprendente y rompedor!) hasta encontrar el texto perfecto. En esto de escribir canciones, Jaime es un maestro que ha creado escuela y ha sido influencia decisiva para algunos de nuestros mejores rockeros (Loquillo, Ariel Rot, Andrés Calamaro, Sergio Makaroff o Bunbury).

Vamos, que te lo pasas en grande con En Joy, hasta echas de menos algunas canciones (“Malditos refranes”,  “Cántame” o “Castillos en el aire”, vienen sin esforzarse mucho al recuerdo) y te preguntas porqué no hay ningún corte de los primeros y oscuros tiempos de Gabinete (“Golpes”), o de los sorprendentes días del rock torero (“Que Dios reparta suerte” o “Sangre española”, ¿no son recuperables?). Pero, bueno, el disco se acompaña con el DVD del concierto y es un lujo disfrutar en el televisor de semejante show y de un breve making off mostrando imágenes de la trastienda del concierto con declaraciones de los invitados y del bregado productor Carlos Narea.

Ahora suspiremos porque algún día, con su deliciosa voz de crooner (en este disco con un poco de arena), Jaime grabe algunas de estas mismas canciones acompañado de una orquesta. Eso sí sería una verdadera barbaridad, por la madre de Cristo.


Jaime Urrutia en Joy
se pone a la venta el 5 de junio.

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