LIBROS
«El libro es una especie de expiación tras el fallecimiento de sus padres, y deja claro que, con ellos vivos, sería imposible»
Tracey Thorn
Otro planeta. Memorias de una adolescente en el extrarradio
ALPHA DECAY, 2019
Texto: CÉSAR PRIETO.
Tracey Thorn militó desde principios de los 80 en un dúo —junto a su marido, Ben Watt— de exitosa andadura, Everything But The Girl, que se encaramó a la escena internacional y a multitud de premios con su álbum de 1994, Amplified heart. Un pop de texturas jazzísticas con algo de bossa nova que encandiló a una gran masa de consumidores musicales. Yo, sin embargo, prefiero a Tracey en su primera experiencia discográfica, las Marine Girls, un grupo de chicas aún en la escuela —apenas tenían 17 años— llenas de desparpajo, sencillas y directas. Saben aprovechar los defectos que conocen en ellas para hacerlos pasar por frescura y sus parámetros estéticos se avanzarán algunos años a los grupos indies. De hecho, Kurt Cobain las tenía entre uno de sus grupos favoritos.
La cantante no es escritora primeriza, ya ha publicado dos libros en los que encara su autobiografía y su vida personal, pero aquí se centra en un periodo muy concreto, los años de su adolescencia en una colonia de casas adosadas a las afueras de Londres —es lo que define el título como extrarradio— y sus experiencias desde los primeros asombros musicales hasta que ya se encuentra integrada en las Marine Girls. Viene a ser el libro una especie de expiación tras el fallecimiento de sus padres, y deja claro que —con ellos vivos— este libro sería imposible. Está hecho a partes iguales de amor y de reproches, y ellos seguramente se hubieran quedado con lo segundo.
Este tema, la relación entre padres e hijos, lo proyecta también sobre sus dos hijas, y ve en el vínculo con ellas dos diferencias: la primera, una mayor cercanía; la segunda, la responsabilidad de las generaciones jóvenes. Aunque ya les aviso que no siempre es así, algunos jóvenes están preocupados por anotar todas sus calificaciones escolares y las ajustan a la centésima. Las hijas de Tracey son así, a nosotros nos daba igual.
Para recordar estos pocos años que pasó en el extrarradio —bosques y colegios sin nada que hacer más allá— recurre tanto a diarios personales que van desde 1976 hasta 1981, como a experiencias actuales cuando acude de visita, pues ahora vive en Londres, el gran centro magnético que imantaba a todos los adolescentes de aquellos años. Es significativo el episodio en el que acude con su hermana al lugar de su adolescencia, e intenta recorrer el bosque que entonces solo era un decorado. Irremediablemente se pierden. Ese extrarradio es el otro gran tema, y se preocupa por reflexionar cómo puede condicionar a los talentos artísticos en ciernes. La conclusión la ve clara: de Bowie a Depeche Mode, el pop inglés más revolucionario salió de ahí.
Salpica todo de las sensaciones que le iban trasmitiendo sus primeras experiencias, más desde el recuerdo que desde los diarios, porque eso no lo apuntaba. Los primeros besos, las primeras canciones… Estaba en la edad justa: entre Supertramp y The Jackson empiezan a aparecer los Sex Pistols y The Jam. Y el primer concierto que la impactó: las Slits, que tomaron como hermanas mayores cuando formaron su primer grupo. Recordemos que era una época en que la música era para las mujeres un erial, y la máxima diversión para un joven de extrarradio un sábado por la noche —aparte del único pub, donde distribuían alegremente alcohol a menores— era ir a ver un coche accidentado.
Concluyen las memorias el día que se va de casa a vivir con Ben y funda su grupo de mayor éxito. Hasta ahí, una jugosa recreación de cómo estaban las cosas en Londres y el extrarradio segundos antes de que estallara todo y se convirtiera en música.
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Anterior crítica de libros: The Beatles. Help. La eclosión del pop, de Enrique Torras Bosch.