Rémora, de Lanuca

Autor:

DISCOS

«Folk pop evanescente, de tacto artesanal, incierta taxonomía y textos libres de lugares comunes»

 

lanuca-remora-25-12-18

Lanuca
Rémora
BONAVENA, 2018

 

Texto: Carlos Pérez de Ziriza.

 

Sin hacer demasiado ruido, la valenciana Ángela Bonet está logrando dar con uno de los discursos más seductores y gozosamente inclasificables en los márgenes de la independencia hispana (que ya es decir margen: comparte sello con francotiradores tan inasequibles al desaliento como Doctor Divago o Los Radiadores). Hasta ahora lo había hecho merced a tres mini elepés –todos de seis o siete canciones– que, bajo los títulos de Pómulo (2013), Gran mandíbula (2015) y Tibia turbia (2016) formaban una suerte de trilogía fundacional, una sugerente declaración de intenciones, con la guitarra de Manolo Bertrán (Doctor Divago) marcando el camino.

Este Rémora llega a los diez cortes y supone la plasmación mas rotunda y caleidoscópica de todo lo que venía apuntando hasta ahora: un folk pop evanescente, de tacto artesanal, incierta taxonomía y textos libres de lugares comunes, que ha ganado en corporeidad sintética (merced a los teclados de Ana Santos) sin perder su habital trazo miniaturista, tan de andar por casa, siempre despachado con naturalidad. Un buen ejercicio para testar su longitud de onda es confrontar sus tres pasajes instrumentales: “8.000 m2” y “150km/h” son rock escarpado, de intensidad rampante (¿alguien dijo post rock?), mientras que la esquelética “19.49” se sitúa tan al otro extremo que podría casar con el minimalismo nostálgico de un Pascal Comelade.

Otras veces se decantan por una protoelectrónica inquietante (“Himalaya”), por la ensoñación pop sin disimulos (“Hasta Orión”, “Piel con piel”) o por el turbador desglose de algún mal sueño (“El Monte de Venus”, con el chelo de Vanessa Juan apuntalándola en plan velvetiano, a lo Jane Scarpantoni), pero siempre, en todas y cada una de sus canciones, generan ese cosquilleo de las propuestas que intrigan y no se suben a caballo ganador, en un imaginario sonoro hasta cierto punto compartido con Júlia, Aries, Lidia Damunt o Marina Gallardo, otras mujeres de vuelo imprevisible.

 

 

Anterior crítica de discos: Live at the BBC, de R.E.M.

 

novedades-dic-18

 

 

 

 

 

 

 

 

Artículos relacionados