DISCOS
“Una agradable sorpresa y, también, una rara avis de arreglos preciosistas y melancolía taciturna”
Fino Oyonarte
“Sueños y tormentas”
BUENAVENTURA, 2018
Texto: JAVIER ESCORZO.
La fama precede a Fino Oyonarte; después de tantos años de carrera con Los Enemigos o produciendo discos tan emblemáticos como el “Súper 8” de Los Planetas, publica, a los cincuenta y cuatro años, su debut en solitario. Uno espera encontrar en él la consabida ración de electricidad y distorsión, pero la realidad es bien distinta: “Sueños y tormentas” es un disco amable, construido a base de guitarras acústicas, pianos, metales y cuerdas. Una agradable sorpresa y, también, una rara avis de arreglos preciosistas y melancolía taciturna. Es posible que en este cambio de ritmo haya tenido que ver el infarto que sufrió hace unos meses y que, según él mismo confiesa, le hizo replantearse la vida.
Algo de eso puede intuirse en las letras, sobre las que parece sobrevolar la serena determinación de tomarse las cosas de una manera más tranquila (“Ahora que voy más despacio, dame tiempo para mí”, pide en la autobiográfica ‘Afortunado’), de prescindir de lo accesorio para centrarse en lo verdaderamente importante (“Si pudiera librarme de las cosas que me atan, si pudiera ver más allá de todo aquello que me atrapa”, desea en ‘Atrapado’, o “Estoy recomponiendo todo lo que he dejado sin hacer, porque siempre he estado pendiente de lo demás”, en ‘Casualidad’). Aunque, posiblemente, la canción que mejor refleje este cambio vital sea ‘Cien pasos’, encargada de cerrar el álbum (“Tuve suerte, mucha suerte, de tener otra oportunidad, aquel día me propuse empezar una nueva vida”). Escritos en tono confesional y utilizando mucho la primera persona, los textos huyen de metáforas innecesarias para buscar el impacto del mensaje directo. Además, Fino los recita con voz desapasionada, casi como si fuese una conversación, por lo que el mensaje llega perfectamente nítido.
Respecto a la música, como ya se ha adelantado, manda la sobriedad. Las canciones se sostienen sobre guitarra acústica (‘La deriva’), aunque también se apoyan en hermosos pianos (‘Afortunado’, ‘Huellas en el tiempo’), o en exquisitos arreglos de cuerda (‘Atrapado’, ‘Estos años’) y trompeta (‘Cien pasos’). El resultado es un sonido clásico que remite a grandes nombres como Leonard Cohen o Nick Drake. Dentro de nuestras fronteras, podríamos nombrar al Nacho Vegas de “Actos inexplicables”, al Joaquín Pascual de “La frontera” y a muchos grupos del Donosti Sound (La Buena Vida, Ama, Le Mans, Amateur…). Es de suponer que, más pronto que tarde, Fino volverá a la contundencia a la que nos tenía acostumbrados, pero haría bien en no abandonar del todo esta nueva vertiente con la que nos sorprende en “Sueños y tormentas”.
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Anterior crítica de discos: “Solar system”, de Alondra Bentley.