“True meanings”, de Paul Weller

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DISCOS

“Un disco emotivo y personal que, probablemente, no gustará a los que prefieren al modfather más eléctrico y combativo”

 

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Paul Weller
“True meanings”
PARLOPHONE

 

Texto: ÀLEX ORÓ.

 

Paul Weller tiene sesenta años y todavía no piensa en la jubilación. “True meanings” es su vigésimo sexto disco de estudio (después de seis con The Jam, seis con The Style Council y otros trece en solitario) en cuarenta y un años de carrera. Lo hemos dicho en otras ocasiones desde esta sección: es muy habilidoso dando golpes de timón a su carrera. Disolvió de The Jam en el zénit de su éxito, exprimió tanto a The Style Council que acabó siendo incomprendido por sus seguidores, la crítica y Polydor, su compañía de toda la vida que le dejó tirado. En solitario, ha sabido cimentar una sólida carrera con trabajos absolutamente brillantes como “Wild wood” (1993), “Stanley road” (1995) o “22 dreams” (2008) por poner sólo tres ejemplos. Precisamente este último fue su primer doble elepé (sin contar recopilaciones ni discos en directo) y el que marcó el penúltimo gran giro del modfather de la mano del productor Simon Dine, con el que colaboró hasta 2012.

A partir de entonces, abandonó la fórmula del rock con raíces en los sesenta que tan buen resultado le había dado durante más de una década. Se adentró en nuevos caminos sonoros en los que coqueteó con el kraut rock, lo progresivo y la música contemporánea en discos como “Sonic kicks” (2012) o “Saturn Patterns” (2015) pasándose de frenada en algunos momentos y dejando algo despistados a sus seguidores. Un año después de editar “A kind revolution” (2017), vuelve con “True meanings”, un doble elepé que rompe con su trayectoria reciente pero no se desconecta completamente de su herencia sonora. Un trabajo prácticamente acústico (solo ha sido amplificados alguna guitarra y el órgano) de inspiración folk, un territorio que había explorado en algunas de las canciones de “Wild wood” o “22 dreams” (o incluso en ‘English rose’, uno de los temas clásicos de The Jam, de 1978), pero sin recurrir a los ampulosos arreglos de cuerda y metal de esta nueva entrega del de Woking. Es un disco tranquilo, sin estridencias, en el que el modfather va desgranando catorce melancólicas composiciones, algunas de las cuales ha escrito en esta ocasión con el irlandés Conor O’Brien (Villagers) o Erland Cooper (de la banda folk Erland and the Carnival). Vuelve a recurrir a músicos más jóvenes que él para impregnarse de su energía y de sus ideas (una de sus obsesiones es continuar siendo creativo a una edad madura como la suya).

La encargada de abrir es ‘The soul searchers’, una bella canción que funciona como declaración de intenciones de lo que es “True meanings”. Es uno de los temas compuestos por Weller y O’Brien en el que el ex de The Jam nos advierte que escucharemos piezas con influencias descaradamente folk y soul que recuerdan a Nick Drake, Terry Callier y también, por qué no, de Cat Stevens o Pentangle. ‘The soul searchers’ tiene una colaboración de lujo. Rod Argent toca un solo de hammond que recuerda a sus tiempos en The Zombies. Y ‘Glide’ tiene aires de canción de cuna y la melancolía impregna canciones como ‘Nayfly’, ‘Wishing well’, ‘Aspects’ o ‘Gravity’.

En ‘Bowie’ canta versos compuestos por Cooper, una pieza que podríamos calificar como un homenaje elíptico a David Bowie con el tema de la muerte y la trascendencia de la obra de alguien que desaparece en el trasfondo de la letra. En ‘Books’ encontramos la presencia del sitar, que, obviamente, le da una capa de barniz oriental a un tema que homenajea a esos objetos con tapas y páginas que luchan por su supervivencia, como en su día hicieron los discos en formato físico. Si abre con una gran canción, cierra con otra de igual o superior voltaje: ‘White horses’, con una letra escrita con Cooper que habla del retorno al hogar, de compartir el amor, de la familia y del paso del tiempo.

El músico británico ha conseguido editar un disco emotivo y personal, de los que necesitan paciencia para ser digeridos y que, probablemente, no gustará a los que prefieren al modfather más eléctrico y combativo. Recomendamos su escucha durante el otoño, viendo caer las hojas de los árboles desde la ventana de casa (a poder ser en el campo) y con una taza de té entre las manos. En sus próximos lanzamientos sabremos si “True meanings” es un capricho momentáneo o este Weller lírico y pastoral permanecerá durante algunos discos más.

Anterior crítica de discos: “Deportation blues”, de B.C. Camplight.

 

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