Desde su disolución en 2014, no son pocos los rumores de una posible vuelta de Crosby, Stills, Nash & Young. Los motivos sobran. El propio Neil Young declaró el año pasado que la banda tenía “todas las posibilidades de reunirse de nuevo”. Javier Márquez esgrime una decena de razones para pedir su reunión.
Texto: JAVIER MÁRQUEZ.
1. Compromiso social.
Alzaron sus voces contra la guerra de Vietnam, contra las centrales nucleares, contra la primera guerra de Irak, contra el segundo Bush… Crosby, Stills, Nash & Young, por separado pero sobre todo juntos, representan la quintaesencia del compromiso social de la música, herederos directos en este sentido de Pete Seeger y sus Weavers (hasta lanzaron en cuestión de días un sencillo, ‘Ohio’, tras la muerte de cuatro estudiantes por disparos de la Guardia Nacional en la Universidad de Kent, en 1970). Y eso, convertir la música en un arma de lucha política y social, fastidia a demasiada gente como para no seguir disfrutando del espectáculo. “Esta máquina mata fascistas”, ponía en la guitarra de Woody Guthrie; las canciones de CSNY no matan, pero cabrean (para referencias, el documental “CSN/Deja vu”, crónica del Freedom of Speech Tour, en 2006).
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2. Su mejor arma, el directo.
Las giras del grupo que han surgido de manera visceral, como necesidad de reacción ante una situación política determinada, son las que han sacado lo mejor del cuarteto. De hecho, nadie daba un dólar por ellos cuando se embarcaron en el mencionado tour de 2006, y sin embargo se deshicieron del patético maquillaje de antaño y volvieron a hacer rugir estadios (unos a favor y otros en contra), entonando nuevos temas de Young, como ‘Let’s impeach the president’. Y desde luego, si alguien se merece con todos los honores una gira del supergrupo, es el actual inquilino de la Casa Blanca. Seguro que ese factible tour pondría al rojo vivo las cuentas de Twitter del presidente y sus acólitos.
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3. Capacidad armónica.
El paso del tiempo no es clemente con nadie, y no hace excepción con las voces de David Crosby, Stephen Stills y Graham Nash. Sin embargo, en su última gira juntos, en 2012, volvían a demostrar una nada desdeñable capacidad de crear armonías interesantes, jugar con los matices de sus -nuevas- voces y respaldar así canciones de su cartera de clásicos que siguen sonando con mucha energía cuarenta años después. Eso sí, en esa gira volvieron los maquillajes de muñeca pepona, pero se lo perdonamos. Lo de Young, por otro lado, nunca fue el juego armónico.
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4. Unión creativa.
Cada vez que se reúnen no se trata solo de cuatro grandes músicos y cuatro versátiles voces, sino también de notables talentos compositivos, cada uno, además, en su propio estilo. Y si bien las creaciones de Nash y Young, más rítmicas y de espíritu más folk, suenan bien en formato solista, son sin duda las de Crosby y Stills las que ganan muchos enteros cuando tenemos la oportunidad de escucharlas a cargo de la formación completa. Temas como ‘Almost cut my hair’, ‘Long time gone’, ‘Suite: Judy Blue Eyes’ o ‘Carry on’ cobran una nueva vida ejecutadas por los cuatro camaradas.
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5. Maridaje de guitarras.
Si bien las voces han podido perder brillo, lo que no ha conseguido doblegar el paso del tiempo es la energía del cuarteto cuando se trata de hacer rugir las guitarras. Aunque ya no se marquen los hipnotizantes solos de los setenta, que podían alargar una canción hasta los doce o quinte minutos, Young, Crosby y Stills siguen disfrutando al combinar sus guitarras casi más que sus voces. Lo que el tiempo sí ha provocado es que el exceso de kilos de los dos últimos haga más difícil el movimiento sobre las tablas al ritmo de los saltos frenéticos del canadiense, ocasionando en alguna ocasión algún que otro traspiés de Stills. Pero aun aceptando que no se muevan demasiado, merecería la pena volver a vivir esas orgías guitarreras en directo.
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6. Un nuevo disco.
La versatilidad y diversidad compositiva antes comentada alimenta siempre la esperanza, por vapuleada que esté ya, de que el supergrupo alumbre un definitivo álbum de estudio, territorio en el que nunca fueron especialmente brillantes. Si exceptuamos su primer y magistral trabajo, “Deja vu” (1970), sus otros dos discos dejaban bastante que desear: “American dream” (1988) y “Looking forward” (1999). Al igual que les ha ocurrido al trío CSN, lo más interesante casi siempre ha sido escuchar en directo la revisión de los viejos temas y la adaptación de las nuevas creaciones para los discos en solitario de cada uno, especialmente en el caso de la cartera de Neil Young. Pero en fin, Donald Trump está haciendo tantas locuras que hasta podría llegar a inspirar un buen álbum original del supergrupo.
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7. Conciencia medioambiental.
No viene mal refrescarnos la conciencia medioambiental de vez en cuando, y esa es una materia en la que también el cuarteto ha tenido qué decir a través de un puñado de canciones. Una de ellas, ‘The last whale’, constituye además un verdadero deleite vocal en su arranque, con unos arreglos armónicos a capella realmente prodigiosos. Hace tiempo que no la interpretan en directo, es de suponer que por la complejidad y el riesgo que conlleva, pero no estaría mal volver a recuperarla para una última gira. Lo del vídeo ilustrativo de la ballena, igual no hace falta. Esa, y cualquiera de las otras canciones de temática medioambiental que han llevado en la mochila a lo largo de los años, serían muy de agradecer en cualquier escenario en nuestros días.
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8. Guiño a los Beatles.
Y puestos a no perder la esperanza, ¿por qué no esperar que en un momento de esa posible gira Neil Young se retire discretamente para dejar que sus tres camaradas acometan su particular homenaje a Los Beatles? Es algo que CSN estuvieron haciendo durante varias de sus giras en los 80 y 90, un momento sublime en cada show en el que deleitaban al respetable con la emoción que destilan sus voces desnudas al fusionarse. ‘Blackbird’ es el tema escogido para este pasaje de lucimiento, y les funcionaba tan bien que nuestro supergrupo patrio, Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán (aunque sin Rodrigo en este caso), decidió tomar prestado el momento para algunas de sus actuaciones en directo, y con unos resultados muy notables.
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9. El espíritu Nash.
Necesitamos el ‘buenrollismo’ de Graham Nash. Si las composiciones clásicas de Stills y Crosby reflejan bien el estilo musical del periodo de transición 60-70, con estructuras que rompían la dinámica habitual de estrofas y esos largos solos de guitarra, las aportaciones de Nash a la formación reivindican ese espíritu hippie que el cuarteto siempre ha llevado en su maleta. Canciones rebosantes de optimismo, de ilusión, de conciencia medioambiental y de marihuana. ‘Marrakesh express’ o ‘Our house’ son sin duda buenos ejemplos, pero ninguna tan capaz de arrancar al personal a hacer coros y dar palmas como ‘Teach your children’.
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10. Necesitamos mitos.
Como hemos dicho, salvando su primer álbum y el sencillo ‘Ohio’, CSNY no han creado juntos nada interesante en el estudio en cuarenta años. Sus giras, además, se nutren en su mayor parte de grandes éxitos que vienen a rondar también esa edad. Un espectáculo para vivir de las rentas en definitiva… y no solo eso. Cada gira del grupo destila una cierta ilusión juvenil, a pesar de que juntos sumen 299 años, ilusión por la música que tocan y sobre todo por hacer llegar un mensaje. Y esto último es cada vez más una rareza en el mercado musical de primera línea. Necesitamos músicos comprometidos, y además, necesitamos mitos. Puede que resulte incongruente escuchar a unos señores con más de setenta años entonar proclamas de veinteañeros hippies de pelo largo, pero quizás nos sigan gustando tanto, simplemente, porque las necesitamos.