The Pretenders debutaron en 1980 con un disco homónimo, un hito en la historia del rock. En el Cuadernos Efe Eme número 16, Xavier Valiño reconstruye la apasionante historia de Chrissie Hynde antes de grabar este debut, y aquí repasa una a una sus canciones.
Texto: XAVIER VALIÑO.
Quienes conozcan “Pretenders” (Sire, 1980), pueden saltarse directamente esta entradilla e ir al meollo de la cuestión, las canciones, que están más abajo. Para quienes no, benditos sean si van a descubrirlas ahora por primera vez. Se encontrarán con un disco vivificante, enérgico y único, un mundo construido en las calles, en los pisos ocupados, a lo largo de una existencia sustentada con lo mínimo, a base de cerveza caliente, poco que llevar a la boca, mudanzas sin maletas y viajes sin furgonetas, drogas que mantienen el cuerpo despierto y alerta, sexo al borde del abismo, relaciones poco estimulantes…
Sin duda, un hito de la historia del rock con doce canciones en las que se recoge resumido el punk de los tres años anteriores, que coincide además con la new wave en boga y que combina rock clásico, reggae, sentimiento soul, versiones de The Kinks, canciones pop y hasta nanas lúgubres. Múltiples músicas y estilos bajo la batuta de una mujer, Chrissie Hynde, que había vivido, y mucho, a sus veintinueve años. Todo ello se desmenuza al detalle en el recientemente editado Cuadernos Efe Eme 16, y ahora revisamos, a modo de apéndice, cada una de sus doce canciones.
CARA A
1. ‘Precious’
Se puede entender ‘Precious’ como la verdadera tarjeta de visita de Chrissie Hynde, un tema que suena incluso más amenazante que otras que aparentan ser más furiosas y tan impactante como aquel ‘Holidays in the sun’ que abría “Never mind the bollocks” de Sex Pistols tres años antes (ambos cuentan con el mismo productor). Esta diatriba contra la ciudad natal de Hynde, Akron (Ohio), acompañada por un solo de guitarra de Honeyman-Scott de dos notas que semeja por momentos una sirena de un coche patrulla, se dispara como una ráfaga de ametralladora en forma de sílabas declamadas con gruñidos, tics y jadeos que se precipitan hasta el clímax de ‘Fuck off’ (‘Jódete’). La línea tuvo entonces un efecto catártico para las mujeres en los bares y pistas de baile cuando alguien las acosaba. El Sr. Stress, citado en la letra, era el nombre artístico del músico de blues de Cleveland, Bill Miller, quien lideraba la banda Mr. Stress Blues Band en la que Hynde estuvo brevemente. Para Miller, Hynde no encajaba con lo que él quería hacer, blues tradicional, así que le dijo que “probablemente tendrás que ir a Europa para que alguien te escuche”. En el “Extended play” citado aparece una versión en directo más cruda si cabe. La versión maqueta acabaría viendo la luz en el disco “Pirate radio” de 2006.
“Soy demasiado valiosa. ¡Jódete!”.
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2. ‘The phone call’
Una de las canciones favoritas de Chrissie Hynde. Su crudeza e inmediatez, con solo dos acordes en un ritmo inusual que va pasando de 3/4 a 7/4, quedó así reflejada en la acertada producción de Chris Thomas. Por ello resulta complicado entender la letra más recitada que cantada, con dos y tres voces superpuestas, creando un efecto paranoico, después de abrirse con los sonidos grabados del teléfono del mismísimo John Cale (The Velvet Underground). En ‘La llamada de teléfono’ cuenta lo que le sucedió cuando un amigo fue a visitarla asegurándole que se iba a vengar de su novia después de escuchar que se estaba acostando con todo aquel que se ponía por delante. Lo primero que hizo Hynde cuando este abandonó su piso fue llamar a la posible víctima avisándola de lo que le podía pasar si no desaparecía del lugar ipso facto.
“Una voz que nunca oirás de nuevo / llamándote desde una cabina al Sur. / Los demonios alados son los más difíciles de descifrar”.
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3. ‘Up the neck’
Su riff inicial, que parece dar continuidad al anterior tema finalizado bruscamente, bien podría haber estado en el debut de The Clash tres años atrás. Sin embargo, pronto se descubre como el primer respiro del disco, un tema más melódico en la línea de lo que serían los debuts de R.E.M. o The Smiths. Con él avanzan parte del contenido del segundo álbum y adelantan que el sonido del grupo no es monolítico, aunque mantiene parte de su tono amenazante justo antes del estribillo y en el solo de guitarra de Honeyman-Scott, parecido a los que hacía Robert Fripp (King Crimson). La letra describe una noche de sexo perturbador y nada placentero, bestial y exento de toda pasión, pidiendo a su pareja que deje de intentar introducirse en sus pantalones y que, en lugar de ello, se meta en su cabeza.
“La lujuria se convierte en ira / un beso en una babosa… / Recuerdo cómo gruñía / y se movía con maña animal / froté mi cara con el sudor que caía de su cuello”.
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4.‘Tattooed love boys’
Siguiendo con el inicio explosivo, urgente y anfetamínico, este corte tiene un ritmo atípico de 15/16 y la mejor parte de guitarra de James Honeyman-Scott de todo el álbum. Es otra de las canciones basadas en experiencias reales vividas por su compositora. Estos ‘Amantes tatuados’ no son más que los Ángeles del Infierno, a los que Hynde había idealizado hasta que se desengañó a su lado viviendo en sus carnes experiencias sexuales y físicas desagradables de las que nunca ha dado todos los detalles. Ya en 1980 reconocía que “fue una época horrible. Estaba haciendo autostop y me olvidé de lo peligroso que era. Tuve varias experiencias terribles, pero hoy en día asumo que, por cada acto horrendo de sodomía que me obligaron a realizar, ahora me pagan diez mil euros. Así es cómo trato de encararlo ahora”.
“Desconecté mi boca y me enseñaste para qué servía ese agujero”.
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5. ‘Space invader’
En la época del vinilo, antes de los compactos, que un disco de debut superase los cuarenta y cinco minutos significaba que o bien el grupo confiaba mucho en sí mismo, o bien había acumulado muchas canciones compuestas antes de entrar en un estudio de grabación. En el caso de The Pretenders, ambas condiciones coincidían. Para el productor Chris Thomas, esta era la que debería haber quedado fuera, aligerando el minutaje. Es la única composición en la que no participó Hynde. Su título, ‘Invasores del espacio’, hacía referencia a aquel video juego primerizo que se había convertido en una obsesión para sus dos compositores (el guitarrista y el bajista) en sus primeras giras. El sonido real sacado del video juego puede escucharse, de hecho, al final de la canción.
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6. ‘The wait’
Más guitarras vertiginosas, aunque con cierto espacio entre las notas y una mayor variedad de registros por parte de los cuatro músicos, como avanzando que el resto del disco no seguirá las mismas coordenadas expuestas hasta ese momento. Escrita por Hynde junto al bajista Farndon cuando su relación estaba en lo más álgido, es un corte entre rockabilly y punk, cercano a los Buzzcocks de aquellos años, y que habla de la adolescencia de Farndon malgastada en gran parte en los salones recreativos.
“Chico fracasado, chico solitario esta noche / golpeas la pared, doblas la esquina y de vuelta otra vez. / Oh, chico, te han olvidado”.
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7. ‘Stop your sobbing’
Compuesta por Ray Davies para el debut de The Kinks de 1964, la canción tenía por protagonista a una novia que no dejaba de llorar creyendo que la fama adquirida por el cantante lo iría alejando de ella. Aparentemente postergada por la relevancia de otras canciones que fueron singles, Hynde se había fijado en ella ya en los años sesenta, y fue su primer single con la banda. Su productor, Nick Lowe, la llamaba “la canción de Sandie Shaw”, pero se parecía más a ‘Cruel to be kind’ del propio Lowe. La versión de The Pretenders le daría nueva vida y una popularidad de la que hasta entonces no había gozado. Aparte de cambiar los arreglos, que servirían de guía a The Kinks cuando la interpretaron en su álbum en directo “One for the road” (1980), el tono enojado que adquiere hacia el final le otorga otro sentido, como si la protagonista empezase a ser consciente de que su disgusto ha sido causado por la otra persona y por lo tanto no es ella quien debiera estar sufriendo ni ser recriminada, sino él. Es el único tema de la cara A que tiene un final, digamos, convencional.
“Cada lágrima que cae por tu cara / me hace querer abrazarte / y decirte que pares de sollozar”.
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CARA B
1. ‘Kid’
Lo más cercano que hay en el disco a una melodía pop brillante, convencional, es ‘Kid’, que podría haber sido una balada producida por Phil Spector años antes. Porque Hynde podría haber escrito algunos de los clásicos del rock de los sesenta si hubiera empezado quince años antes. La guitarra de Honeyman-Scott enlaza brillantemente a The Byrds con sus coetáneos de la new wave y sería utilizada más adelante como la plantilla maestra para otra de las brillantes canciones del grupo, concretamente ‘Show me’ de su tercer álbum “Learning to crawl” (1983). Everything But The Girl la recrearon con un tono más melancólico apoyados en la voz de Tracey Thorn. En la letra revela su instinto protector hacia otra persona, sea su amante, un amigo o un hijo, ese “chaval” del título. La autora reconoció que se trata de un chaval que descubre que su madre es una prostituta, alguien que bien podría ser de nuevo el bajista Pete Farndon.
“Chico, ¿qué ha cambiado tu humor? / Te has vuelto demasiado triste”.
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2.‘Private life’
Al igual que muchas otras bandas británicas de punk y new wave de finales de los setenta como The Police y The Clash, el reggae fue una gran influencia en The Pretenders, por lo que tenía que haber al menos una canción cercana al reggae en su álbum de debut. En ella, una mujer intenta alejarse de un hombre que acude siempre a ella buscando consuelo, probablemente un tipo que ha engañado a su mujer. El mejor cumplido llegó de Elvis Costello, quien dijo de ella que era “como todas las canciones de Joni Mitchell resumidas en una sola”. Sin embargo, sería Grace Jones quien le dio más popularidad al incluirla en su disco “Warm leatherette” del mismo año. Según Hynde, en las notas de la reedición de este disco en 1998, “como todos los otros punks de Londres, quería hacer reggae y escribí ‘Private life’. Cuando escuché por primera vez la versión de Grace, pensé: ‘¡Así se supone que tenía que sonar!’. De hecho, fue uno de los puntos álgidos de mi carrera, con Sly and Robbie [músicos jamaiquinos] ejerciendo de maestros y Grace Jones con su entrega abrasadora. Alguien me dijo que fue idea de Chris Blackwell [capo del sello Island]. ¡Gracias Chris!”.
“El drama de tu vida privada / chico, déjame al margen”.
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3. ‘Brass in pocket’
Escrita junto al guitarrista Honeyman-Scott, si ‘Kid’ es la melodía más brillante del disco, ‘Brass in pocket’ se convierte en la más simple, directa y accesible. Según Hynde, su letra habla de un tipo que se siente muy inseguro y que no busca conquistar a una mujer, sino ser aceptado por sus colegas del pub. No obstante, la versión más asumida es que recoge las sensaciones de alguien que acude a una cita que acabará en una noche de sexo, confiada en que será todo un éxito, enumerando las cualidades que la avalan. Su título lo sacó en una cena después de un concierto, en el que alguien preguntó en la mesa si alguno de los asistentes había salido con ropa limpia de casa y si llevaba alguna “moneda en sus bolsillos”. Acelerada sobre la versión previamente grabada en maqueta, la interpretación de Hynde se mueve entre la arrogancia y la inseguridad. Según su autora, “ahí estaba intentado componer mi ‘The boys are back in town’ (Thin Lizzy)”. En el vídeo interpreta a una camarera, y fue el séptimo que emitió la MTV cuando se lanzó el canal.
“Soy especial, demasiado especial / tengo que llamar tu atención. / Dámelo”.
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4. ‘Lovers of today’
Es lo más parecido que había en su debut a una balada, algo en lo que luego se especializaría Chrissie pero que, en 1980 y los años que le habían precedido, no cruzaba todavía por su cabeza. Junto con ‘Private life’ son los dos cortes más largos del álbum, cercanos a los seis minutos. Si en un principio parece una nana dirigida a un niño, tras un cambio de tono se vuelve realmente un melodrama centrado en las complicadas relaciones de pareja. La nana se inicia una segunda vez, antes de dar paso a la parte más lúgubre, que acaba con un rotundo “Nunca me sentiré como un hombre en un mundo de hombres”.
“Nadie quiere ver felices a los amantes de hoy en día, así que asume que se van a separar”.
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5. ‘Mystery achievement’
El cierre, ‘Mystery achievement’, se inicia como un tema casi soul y se sostiene con la mejor línea de bajo del álbum, algo que probablemente The Police habría escrito si les diese por seguir patrones de rock más directos. Por si la melodía de bajo no fuera suficiente, la canción contiene uno de los mejores estribillos. El tema son las falsas promesas, el éxito vacío: los logros (supuestamente los discos de oro, el dinero, las ropas caras, las drogas y los conciertos llenos) son menos misteriosos que sospechosos. La conclusión es que si alguien le da algún tipo de premio, trofeo o recompensa, ella los rechazará. El milagro de alcanzar la cima, el deseo de vivir el sueño sabiendo que no es más que un sueño, el misterio de lograrlo, es en realidad el intento por descubrir por qué uno lo persigue en un principio. Chrissie Hynde nunca pretendió ser famosa ni creyó que lo debería ser, pero también era lo suficientemente inteligente para saber que el rock and roll no es más que eso, una fantasía, y esa quimera es lo que lo hace tan deseable.
“No tengo trofeos para exhibir / directamente me deshago de ellos… / Ya me conoces, me gusta ser una impostora”.