DISCOS
“En ocasiones hay preciosismos clásicos, a veces aires medievales o infantiles, ritmos circenses o atmosféricos”
Varios autores
“El Pico. Una saga de Eloy de la Iglesia. Banda sonora original de las películas”
LEMURIA
Texto: CÉSAR PRIETO.
El inquieto y aventurero sello Lemuria, arqueólogo de tesoros que nadie esperaría ya recuperar, acaba de editar un vinilo —acompañado de un cedé— con la banda sonora de ‘El Pico’ y de su secuela. Puede causar asombro que en un catálogo atento a la nueva ola y los sonidos adyacentes, dedique un volumen al cine quinqui y a la rumba canalla. Pero hay truco, un truco que saca a la luz dos auténticas joyas, tesoros de un grupo que si bien tuvo pequeña repercusión a principios de los 80, no editó nada a su nombre.
Los C-Pillos quedaron terceros en eI primer concurso de rock ciudad de Barcelona, ello les llevó a participar en un ‘Musical Express’, la última canción del primer elepé de Loquillo goza de su instrumentación (compartían pandilla en época de estudios) y su carrera aún se mantuvo varios años, colaborando de forma paralela con Sergio Makaroff o Los Rebeldes. Incluso llegaron a actuar en Rock-Ola, antes de reconvertirse en Escalones. Eran los más poperos entre la malograda nueva ola barcelonesa.
Pues bien, aparte de alguna maqueta o la grabación de algún concierto, no se conservaba nada. Casi cuarenta años después de su formación, Lemuria rescata dos canciones que aparecían en la banda sonora de ‘El Pico’, película en la que surgían haciendo un cameo gracias a que su maqueta llegó hasta los responsables del filme y ya tenían el grupo rockero que andaban buscando. Se trata de dos rodajas de pop elegante y directo, que nunca habían sido editadas, con una claridad trasparente y enorme fuerza guitarrera. Los que sientan atracción por la época, tienen seis minutos más de urgencia y pasión.
Aparte de esto, el género lo demanda, aparece un puñado de rumbas canallas. El intérprete fue Joaquín Carmona, de una estimable familia flamenca, que no quiso darse a ver y se limitó tras esto a la composición, y aun así de forma escasa. En ‘Me perdí en las tinieblas’ revisa todos los tópicos de la rumba madrileña eléctrica: la condena, el desgarro, la droga, la épica. Hay momentos más líricos en ‘Vuela que vuela’, raciales en ‘Debajo del olivo’ e incluso la versión de una vieja canción de Valen —‘Risas por llanto’— en una perfecta muestra de flamenco callejero. Canciones cantadas por Tamara Salazar, tía paterna de Joaquín, fallecido muy joven, que tienen una suprema cima en ‘Alucinación’, plagada de elementos de jazz, onírica en su letra, lisérgica casi.
Y por último, una buena colección de instrumentales de fondo, bien resueltos como música ambiental. Luis Iriondo, activista cultural vasco y actor en la película, logra con sonidos electrónicos un buen ensamblaje con las escenas de la pantalla. En ocasiones hay preciosismos clásicos, a veces aires medievales o infantiles, ritmos circenses o atmosféricos. Un buen engranaje de tres géneros que dan pequeña cuenta de nuestra historia y recuperan trazados sonoros nunca editados o con muy escasa distribución de lo que ha sido siempre nuestra asignatura pendiente: las bandas sonoras.
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Anterior crítica de discos: ‘Nuevas épocas’, de Soledad Vélez.