“Ha compuesto más de tres mil canciones, sesenta y siete discos de estudio y doce en directo, aparece en más de treinta películas y ha escrito libros. Y no se cansa”
Para celebrar sus 85 primaveras recién cumplidas, Eduardo Izquierdo traza un perfil del legendario Willie Nelson, una de las figuras vivas más importantes del country.
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
Llegar a los 85 años no es fácil. Menos aún debe serlo si te has pasado la vida en la carretera, haciendo bolos y consumiendo sustancias más o menos nocivas, aspecto que habría que discutir visto el resultado de Willie Nelson con ellas. Nuestro protagonista lo ha hecho en plena forma. En el mundo de la música de nuestro tiempo nadie lo ha hecho igual. De hecho, el viejo “outlaw” fumeta andaba celebrando en 2016 su último número uno con el disco “Summertime: Willie Nelson sings Gershwin”. Se asegura que ha compuesto más de tres mil canciones —bendito el que las haya contado—, ha publicado la friolera de sesenta y siete discos de estudio y doce en directo, ha aparecido en más de treinta películas e incluso ha escrito algunos libros. Y no se cansa. O sí, pero no lo parece. El año pasado publicaba el espléndido “God’s problem child” y el segundo volumen de “Willie Nelson & The Boys”, sesiones grabadas junto a sus dos hijos que han seguido la tradición familiar, y de qué manera, por cierto. Además, asegura que ya tiene a punto su disco de este año. Casi nada.
Willie es un tipo tan peculiar como entrañable. El más reconocible por su imagen de aquel movimiento outlaw, integrado por Waylon Jennings, David Allan Coe, Merle Haggard, Johnny Cash o Billy Joe Shaver, que debía su nombre a que todos ellos se consideraban auténticos fueras de la ley. Lo cierto es que, en mayor o menor medida, así era. Algunos simplemente por su actitud ante la música, por su pasión por cantar sobre asesinos, ladrones y personajes de baja calaña, pero otros, la mayoría, por sus indisimulados problemas con la autoridad. Nelson no era una excepción. Y eso que en su juventud se había alistado de manera voluntaria a las fuerzas aéreas. Aunque en 1960 ya lo había dejado y se había trasladado a Nashville, done empieza a trabajar como compositor de canciones para gente como Ray Price, Patsy Cline, Roy Orbison o Faron Young. Hasta que en 1962 debuta como solista con “…And then I wrote”, en la que incluye ‘Touch me’, su primer gran éxito. Cuando lo hace, toda la ciudad ya conoce al bueno de Willie.
Nashville sabe que aquel tipo bonachón era un defensor a ultranza de la marihuana, sustancia que había probado por primera vez con once años y el origen de la mayoría de sus problemas con la ley. Por otro lado, Nelson siempre ha sido un pacifista radical que solo perdió los nervios cuando en 1969 se enteró que el marido de su hija Lana pegaba a la chica. Cogió su furgoneta para plantarse delante del tipo y asegurarle que si seguía con esa actitud “le llenaría el culo de plomo”. La reacción de su entonces yerno fue perseguir a Willie hasta su casa y vaciar su rifle contra las paredes del hogar del cantante, algo a lo que este respondió de la misma manera. Una situación que dio como resultado otra de sus grandes canciones, ‘Shotgun Willie’, publicada en 1972 en el álbum del mismo título. Poco después, en 1975, Nelson logrará ascender por primera vez al número uno con uno de sus discos, “Red headed stranger”, en el que combina sus composiciones con temas de Hank Cochran, Eddie Arnold y otros clásicos.
Quizá uno de los grandes momentos de su carrera, marcada a fuego en la historia de la música country, fue la participación en 1976 en el disco “Wanted! The outlaws”, junto a Waylon Jennings, Jessi Colter y Tompall Glasser, con el que no solo lograron un disco de platino, sino que confirmaron la existencia de un género del que se había empezado a hablar con la publicación del “Honky Tonk heroes” (1973) del propio Jennings. Desde entonces empezó a ser considerado una leyenda. Él era el outlaw pelirrojo, el tipo al que habían descrito algunos periodistas como “Jesucristo en un mal día”. Aquel pelo largo, rojo como el cañón del Colorado y a menudo recogido en una trenza, se convirtió en una de sus señas de identidad. Aunque si Willie no hubiera seguido haciendo buenos discos, probablemente hubiera sido olvidado. Pero eso no sucedió. Nunca bajó su calidad, y no sería por no grabar discos, ya que su incontinencia creativa está fuera de toda duda.
Willie Nelson acaba de cumplir 85 años y lo hace viviendo como siempre lo ha hecho, con honestidad y llevando sus valores por bandera. Sigue siendo el presidente de la Organización Nacional para la Reforma de las Leyes sobre Marihuana, e incluso ha creado su propia marca llamada Willie’s Reserve. Vive en Maui, en Hawai, en una comunidad autosuficiente en la que todas las casas utilizan energía solar, y sigue implicándose con cualquier causa que crea merecerlo desde que en 1985 fundó el Farm Aid con el objetivo de defender los derechos de los agricultores. Ha sido detenido en varias ocasiones por posesión de marihuana, claro, pero su leyenda es tan grande que en una de sus últimas comparecencias en un juzgado, en 2010, el juez aceptó ponerlo en libertad ¡si a cambio le cantaba su canción favorita! Ese es Willie Nelson y este es mi pequeño homenaje a una figura gigantesca. Con la impresión de que su grandeza siempre ha sido ensombrecida por la cercanía de la también indiscutible enormidad de monstruos como Johnny Cash, Kris Kristofferson o su muy citado amigo Waylon Jennings. Algo que muy probablemente no solucionaremos con este texto, aunque el mismo sí que nos permita desearle un feliz cumpleaños y decirle eso de “y que cumplas muchos más”. Por cierto, Willie: ¿una caladita de eso que tu fumas?