“Que corra el aire”, de Luz Casal

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DISCOS

“Luz Casal pertenece a la división de los arriesgados y los que se entregan y se construyen a sí mismos”

 

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Luz Casal
“Que corra el aire”
WARNER

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Puede pasar Luz por una cantante del “establishment”, lejana al pop y al rock que solemos tratar en estas páginas y afín a festivales de campanillas y oropel. Si la entendemos así, estamos cometiendo un craso error. Luz Casal pertenece a la división de los arriesgados y los que se entregan y se construyen a sí mismos. Que el mundo de la farándula y lo impostado la utilice es otra historia. Piensen en sus colaboradores, por ejemplo, en el productor aquí, Ricky Falkner, que estuvo en Standstill y ha producido a Sidonie, Love of Lesbian o Quique González, y entenderán entonces porque hay un sonido tan actual.

Son fácilmente argumentables sus virtudes. En el segundo single que lanzó allá por 1980 utilizó un tema tan jugoso y tan nuevaolero como ‘El ascensor’. Como intérprete borda los temas ‘Negra sombra’ y de ‘Piensa en mí’. No se puede querer a Chavela Vargas y no hacerlo con Luz Casal. Canta con Etienne Daho y revitaliza el cancionero de Vainica Doble. La categoría de gran dama que en Francia tiene Dalila —a la que también canta— o en Italia Mina, aquí la tiene Luz Casal.

Tampoco se le puede negar coherencia en su carrera. Hay una línea perfecta que conecta ‘No aguanto más’ con el ‘Que corra el aire’ que abre su nuevo disco. Rock correoso, fuerte y clásico, de la misma forma que ‘La única verdad’ es casi soul, aunque con una voz más limpia de lo que exige la canción. Una voz que es marca de la casa y que sabe manejar a la perfección. Es imposible cantar de manera tan sencilla y tan emocionante a la vez como ella hace en ‘Volver a comenzar’. De hecho, la única versión que incluye, el ‘Amores’ de Mari Trini, resulta tan cálido en su garganta que reinventa la canción.

Variedad a destajo, pues. Luz tiene muchas almas. Hay canción ligera en la dulzura y los coros cuidados de la guitarra de Jairo Zavala en ‘Miénteme al oído’, guitarra que tiene algo de country en ‘Días prestados’, que tiene también algo de sonido de Filadelfia en esa elegancia que se levanta en el estribillo. Hay un bolero magnífico —especialidad de la casa— en ‘Quise olvidarte’. Y hay una ‘Morna’, ese ritmo luminoso y lleno de soledad de Cabo Verde.

Luz ya no ha de demostrar nada, pero no lo tiene todo hecho. Cada disco que saque será un amplio repertorio de belleza y acudirá a nuestra estantería de clásicos perennes.

Anterior crítica de discos: ““Paradox”, de Neil Young y The Promise of The Real.

 

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