LIBROS
“Una estupenda guía que nos acompaña por los vericuetos de las diversas oleadas de power pop”
Carlos Pérez de Ziriza
“3 minutos de magia. Una historia del power pop y la new wave”
EFE EME
Texto: CÉSAR PRIETO.
El subtítulo es engañoso: no se puede hacer una historia del power pop porque el power pop no fue un movimiento musical ni una escena, es —y destaco el presente— una estética; es decir, una manera de hacer música. Como tal, posee ciertos condicionantes: un cuidado esencial de las melodías, una base que destaca la potencia de las guitarras, una querencia por el pop anglosajón de los sesenta con gotitas de armonías a lo Byrds. Básicamente fue pasto para francotiradores estadounidenses de los primeros años setenta que dejaron sentadas unas bases que después alimentaron el Reino Unido. Tras la destrucción masiva del punk, los chicos que seguían creyendo en el pop buscaron sus referentes en esa manera de hacer que se había gestado que ya estaba bien olvidada. A esa querencia y a sus resultados se los llamó new wave.
El hecho de que no pueda plantearse una historia de manera diacrónica no impide que el libro de Carlos Pérez de Ziriza tenga valor, que lo tiene y mucho. En primer lugar, porque la bibliografía sobre la etiqueta es absolutamente nula en librerías; ser un estilo que reside actualmente en capillas, no permite excesivos manejos editoriales. En segundo lugar, porque lo que sí que ha escrito Pérez de Ziriza es una estupenda guía que nos acompaña por los vericuetos de las diversas oleadas de power pop. Esto es tan evidente que la única forma de leer el libro es pertrecharse de folios y bolígrafo e ir anotando cualquier canción que el autor señale que es una maravilla, que les aseguro a ustedes que lo será. Les quedará tras registrarlas un buen montón de propuestas que si quisieran ir buscando vídeo a vídeo multiplicarían la lectura del extenso volumen —que no denso— por cien.
La base son fichas, pues. Se repasan los precedentes a razón de uno por capítulo —Big Star o los Raspberries— y se añaden reseñas de sus discos más impolutos. Cuando llega el siguiente barrido, la new wave de la que hablamos, la producción ya es ingente y popular. Nada menos que ciento treinta páginas se dedican a la música que estuvo a caballo entre los años setenta y los ochenta. Si contamos que de las cincuenta dedicadas al fenómeno en España hay también un buen puñado que enfocan estos años, las cuentas dan que la mitad del libro está dedicada a un solo lustro. Es normal: fue un periodo fértil, de innegable calidad y con personalidad desbordante. Nunca en el pop se dieron tantos talentos juntos en tan poco tiempo.
A partir de aquí, paso a paso, va dando cuenta de las posteriores hornadas a base de apuntes sobre los grupos y sus discos, hasta llegar a trabajos publicados hace pocas semanas. Música permeable a lo que sí que fueron escenas y que es capaz de beber del punk, del indie, del grunge, de ritmos jamaicanos… Y no solo recupera discos que nunca debieran haber escapado de una buena discoteca —olvidados geniales como The Shoes o Ze Malibu Kids, Los Modelos o Elásticos en España—, sino que añade en capítulo aparte veinte joyas aún más escondidas. Por ponerle alguna tacha, a este cronista le gustaría que hubiese también algún puñado de esas maravillas que únicamente aparecieron en un single sin continuidad, grupos de una sola canción. El colocar en una página el “Zero Ambition” de los Back Seat Romeos o el “Weekend girl” de The Bozos, hubiera supuesto ya el nirvana.
Asistan pues sin miedo a una colección de canciones sencillas y directas, de esas que asaltan el corazón, dulces y compactas, melancólicas o festivas, juveniles o reflexivas. La música de los sentimientos… Lástima que como apuntan los capítulos finales, vaya quedando para sibaritas. O no, escojan cualquier serie adolescente al azar, apunten a un capítulo sin mirar, escojan cualquier canción de chicos de instituto… Apuesto cien contra uno a que lo que van a escuchar es power pop.
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Anterior crítica de libros: “Mi tío”, de Jean Claude Carrière.