CINE
“Hitchcokiana en cada uno de sus detalles, ‘El hilo invisible’ es poco sutil en su homenaje, pero igualmente cruel en su ruptura”
“El hilo invisible”
Paul Thomas Anderson, 2017
Texto: ELISA HERNÁNDEZ.
Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis) es un consolidado creador de vestidos para la clase alta europea con una marca creada y gestionada junto a su estricta hermana Cyril (Lesley Manville). Reynolds, maniático genio y soltero empedernido, sigue una casi dictatorial rutina a la que ha de adaptarse todo aquello a su alrededor, hasta que la inesperada aparición de Alma (Vicky Krieps), nueva modelo y musa del diseñador, pondrá todo este prefijado sistema patas arriba.
La relación entre los dos egos protagonistas se construye a partir de un delicado thriller psicológico, en la que la prevista dinámica entre creador todopoderoso y musa maleable se torna poco a poco en una danza, una lucha de poder despiadada, una caza imparable. Hitchcokiana en cada uno de sus detalles (desde los nombres de los personajes hasta los juegos de miradas a través de mirillas, pasando por singulares relaciones materno-filiales y la desconfianza marital), “El hilo invisible” es poco sutil en su homenaje, pero igualmente cruel en su ruptura. Allí donde los personajes femeninos eran víctimas pasivas de masculinidades poderosas e hipnóticas, aquí Alma resulta ser una digna rival al establecido ego creador de Reynolds: toda una freudiana pesadilla castradora.
La perversidad que domina las dinámicas de la casa Woodcock se cubren, además, de satinados velos y preciosistas detalles cosidos con tanto cuidado como cada uno de los vestidos que Reynolds concibe para sus devotas clientas. El uso del ruido, de los colores, de los delicados decorados y vestuarios y, sobre todo, de los sutiles a la par que expresivos primeros planos de los colosales intérpretes, convierten “El hilo invisible” en un exquisito y abrumador viaje al interior de dos personajes tan odiosos como atractivos, tan fríos como apasionados, tan calculadores y retorcidos como lo es el propio film que protagonizan.
El actor Daniel Day-Lewis anunció hace varios meses que esta sería su última película, por lo que resulta difícil no entrar a la sala de cine sin la leve tristeza de pensar que no podremos volver a disfrutar de su inabarcable talento. Sin embargo, a medida que avanza la proyección uno se da cuenta de que hasta la elección de casting forma parte de los innumerables pequeños engaños y perversas artimañas que componen la trama de la película, y que quizás uno no tendría que estar prestando tanta atención a Daniel Day-Lewis, sino a Vicky Krieps. La puesta en pantalla de su encuentro y enfrentamiento es el mejor regalo que Paul Thomas Anderson podría haber hecho a la audiencia.
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Anterior crítica de cine: “Call me by your name”, de Luca Guadagnino.