Parece una excentricidad, pero hay una buena colección de discos que fueron grabados en una prisión. Xavier Valiño recopila unos cuantos ejemplos, desde B.B. King hasta los Sex Pistols pasando por Rosendo.
Selección y texto: XAVIER VALIÑO.
Lo recordaba Diego A. Manrique hace unos días en “El País”: este mes de enero de 2018 se cumplían 50 años del legendario concierto de Johnny Cash en la prisión de Folsom. Es, sin duda, el más recordado de los discos grabados tras los barrotes de una cárcel, pero no fue el único. Aquí recordamos diez (y otras tantas alternativas), y eso sin entrar en el mundo del rap, más proclive incluso al asunto.
1. B.B. King: “Live in Cook County Jail” (1971).
El rey del blues hizo honor a su apodo cuando grabó este disco en la prisión de su ciudad natal, Cook County Jail de Chicago. La interacción con el público resulta creíble y más natural que en cualquier otro álbum de este tipo. Compite casi en igualdad de condiciones con su disco “Live at the Regal” por ser su mejor álbum en directo.
Alternativa: John Lee Hooker: “Live at Soledad Prison” (1972).
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2. Bad Brains: ‘Sacred love’ (“I against I”, 1986).
El cantante de la banda punk-reggae Bad Brains, HR Hudson, grabó las voces de ‘Sacred love’, canción de su álbum ‘I against I’, cantándole a un teléfono mientras se encontraba sirviendo condena por posesión de marihuana.
Alternativa: Bobby Beausoleil: “Lucifer’s Rising BSO” (1972).
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3. Big Mama Thornton: “Jail” (1975).
No existen discos de mujeres grabados en prisiones (masculinas). Las razones (para sus responsables) son obvias: suponen que las hormonas se dispararían y la idea no tendría un final ‘adecuado’. Big Mama Thornton tenía tal presencia intimidante que su actuación en una prisión (exactamente dos: Monroe State en Washington y State Reformatory en Oregón) ni se cuestionó. En esos conciertos pudo por fin dejar grabado su tema «Ball and Chain» («Bola y cadena»), que Janis Joplin hizo famoso con The Holding Company, justo donde tenía que cantarse: en una cárcel.
Alternativa: Marshall Chapman: “It’s about time (at Tennessee State Prison for Women)” (1995).
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4. Eric Burdon & Jimmy Witerspoon: “Black & white blues” (1971).
Eric Burdon era el blanco del título de este disco (“Blues en blanco y negro”) y Jimmy Witerspoon era el negro veterano de las guerras del blues. El antiguo componente de The Animals y la leyenda del blues unieron sus fuerzas para este disco grabado en parte en la prisión de San Quentin.
Alternativa: Sonny James: “In prison, in person” (1977).
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5. Jimmy McGriff: “Friday the 13th Cook County Jail” (1972).
El teclista de jazz Jimmy McGriff tenía el funk en sus manos. Alejándose un tanto de otros discos más comerciales suyos que grabó en aquellos años, McGriff metió a su banda en la misma cárcel que BB King había estado antes y le salió uno de sus trabajos más conseguidos.
Alternativa: Freddy Fender: “Recorded Inside Louisiana State Prison” (1975).
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6. Johnny Cash: “At Folsom Prison” (1968).
“Hello, I’m Johnny Cash”. Así empieza el disco más conocido grabado en una prisión, y poco hay que añadir. A Johnny Cash le convenció tanto la idea y el resultado que volvería a hacerlo en otras dos ocasiones grabando en el penal de San Quentin y en el de Österåker en Suecia.
Alternativa: “At San Quentin” (1969), “På Österåker” (1973).
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7. Rosendo: “Siempre hay una historia… en directo” (1999).
Para su segundo álbum en directo, también documentado en DVD, Rosendo no se fue muy lejos: lo grabó en la cárcel de su barrio, Carabanchel, que acababa de cerrar poco antes. En homenaje a los presos políticos que recalaron en la prisión, hubo quien gritó “No estamos todos, faltan los presos”. Aunque ya no había reos tras las rejas, debe ser el único disco hispano grabado en una prisión.
Alternativa: Jerry Garcia: “Lonesome Prison Blues” (1982).
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8. The Cramps: “Live at Napa State Mental Hospital” (1978).
No era una prisión, sino que en esta ocasión los barrotes lo que impedían era salir a los internos de una institución mental. Allí grabaron un concierto en vídeo The Cramps, registrado con una sola cámara en blanco y negro que dejó constancia de la ironía de cantar temas como «What’s Behind the Mask» («Lo que hay detrás de la máscara») para los internos de un psiquiátrico.
Alternativa: Mack Vickery: “Live! At Alabama Women’s Prison” (1970).
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9. The Edge of Daybreak: “Eyes of love” (1979, reeditado en 2015).
A principios de los 70, un grupo de condenados coincidieron en la presión de Powhatan, a 50 kilómetros de Richmond, Virginia. Acusados de distintos delitos, incluso crímenes, se acogieron a un programa de reinserción basado en la música. Grabaron un álbum de soul en 1979 dentro de la institución penitenciaria con equipamiento traslado expresamente para la ocasión, del que editaron solo 1000 copias que distribuyeron entre amigos y familiares. Treinta y cinco años después el sello Numero Group lo reeditó con todos los honores.
Alternativa: The Escorts: “All We Need Is Another Chance” (1973).
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10. The Sex Pistols: “Live at Chelmsford Top Security Prison” (1977, editado en 1990).
En lo más alto de su popularidad, el grupo punk por antonomasia se metió en una cárcel para interpretar sus canciones. Lo lógico sería esperar que la anarquía se hiciese realidad. Y así sucedió: cuando se editó en 1990, el sonido de la revuelta que causaron los presos se dejó tal cual en el disco, y su sonido es aún más crudo de lo que los seguidores del grupo podrían suponer. Es el único disco que hace honor al lugar en el que se registró, sin lugar a dudas.
Alternativa: Charles Manson: “Saints Are Hell on Earth” (1988).
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Bonus track: Marvin Gaye y “Here my dear” (1978).
Aunque no llegó a entrar en prisión, la grabación de “Here my dear” fue para Marvin Gaye una condena, nunca mejor dicho. Después de divorciarse de Anna, la hija de su jefe en el sello Motown, 17 años más joven que él, un acuerdo extrajudicial obligó a Gaye a cederle los ingresos generados por los derechos de autor de su próximo disco a su ex, hasta completar la cantidad de 600.000 dólares. Su carácter testarudo y astuto le hizo responder con una dulce venganza, una obra maestra en forma de disco doble que hablaba de recuerdos amargos, recriminaciones y soliloquios tristes sobre el amor encontrado, perdido y definitivamente destrozado en los tribunales. Anna estuvo considerando seriamente demandarlo por acusarla de dejarle ver a su hijo y haberle mentido a Dios al romper los votos del matrimonio, pero nunca llegó a hacerlo. El disco se vendió tan mal que, cuando Gaye murió doce años después, todavía no le había pagado a su mujer ni la mitad de lo acordado.