OPERACIÓN RESCATE
“Alameda seguía los dictados de lo que ya en 1979, fecha de edición original de este estreno, ya era todo un movimiento: el rock andaluz”
Juan Puchades rescata el primer disco del grupo sevillano Alameda, abanderados del rock andaluz. Un trabajo de 1979 que se mantiene fresco.
Alameda
Alameda
EPIC/CBS, 1979
Texto: JUAN PUCHADES.
Se les consideró, y se los minusvaloró por ello, como hijos de Triana (el grupo, no el barrio sevillano), pero Alameda estaban completamente autorizados: Pepe Roca (guitarra y vocalista) y Manuel Marinelli (teclados), echaban raíces en los históricos Tartessos. Mientras que el bajista Manuel Rosa, hasta el lanzamiento de este primer disco de Alameda, fue apoyo fijo del trío dorado del rock andaluz (Triana, para quien no lo haya pillado).
Alameda seguía los dictados de lo que ya en 1979, fecha de edición original de este estreno, era todo un movimiento: el rock andaluz. Y precisamente el gran ideólogo del movimiento, Gonzalo García Pelayo, productor también de los tres primeros álbumes de Triana, se hacía cargo de la producción (firmada como «Producciones ZA»). Y Alameda, de los más ortodoxos, cayeron en la comparación, sobre todo porque compartían ciudad y querencia por esa cierta solemnidad que tiñó gran parte de la obra trianera. Pero Alameda no fue plato de segunda mesa, ni serie B, para nada, fue una banda que en su día incluso alcanzó grandes ventas. Y son ampliamente reivindicables en la actualidad, pues su sonido se mantiene fresco, original.
El disco arranca con la sobria “Aires de la alameda”, que sirve de guía del sonido del grupo: canciones sobre bases rock (guitarra eléctrica, bajo y batería; esta última la tocaba Luis Moreno, que había sido integrante de Los Payos, el grupo previo de Eduardo Rodríguez Rodway, guitarrista de Triana) y la adición de un sintetizador más un piano (ambos a cargo de los hermanos Marinelli, Manuel y Rafael), con pellizco aflamencado en la voz personalísima de Pepe Roca. Todo ello con cierto componente de tristeza o nostalgia, como creando un clima cerrado pero realmente hermoso y ciertamente embriagador en su factura final.
Pero donde Alameda más se soltaba el pelo era en los instrumentales, con los que podían investigar entre desarrollos elaborados y solos, pero aproximándose en muchos momentos al jazz rock, lo que los alejaba, en contra del tópico, completamente de la propuesta de Triana, más sinfónica y progresiva. Valga como ejemplo ‘La pila del patio’, bellísima fantasía aflamencada con palmas, alegría (en contraste con los temas cantados, más imbuidos de añoranza), en un formidable ejercicio con los instrumentos en diálogo constante, sin que las palabras sean necesarias para capturar al oyente.
En medio quedan cortes como ‘Hacia el alba’, que evoluciona desde un instrumental jubiloso en toda su primera parte, caminando hacia el jazz rock, destacando un bajo funky y un sintetizador juguetón y parlanchín que lo persigue: la sorpresa arriba pasados los tres minutos, cuando nos percatamos que estamos ante una canción al entrar la voz. También muestran el rajo flamenco —guitarra española en primer plano— que podía expresar el rock andaluz en el intenso ‘Ojos de triste llanto’, con mucho más cuajo que muchas de las producciones del género, siempre con esa tristeza tan de Alameda (“Si yo pudiera cambiar tu tristeza por mi canto”, entona Roca con profundidad). El sentimiento melancólico también guía ‘Amanecer en el puerto’, de nuevo marcado por la voz profunda de Pepe Roca, intensa, que eleva la canción y la arrastra. Un vocalista que parecía algo tímido, incluso por su apariencia física, pero que, sin embargo, podía alcanzar tonos altos.
‘A la vera del jueves’ es otro fascinante ejercicio de jazz rock con el piano asumiendo el papel protagónico, aproximándose en algunos pasajes a lo que haría el Felipe Campuzano más “serio” o, en otra dimensión y años después, Dorantes. Por su lado, la brutal ‘Matices’, con el típico desarrollo largo de Alameda, es una de esas canciones con el sello del grupo en el que importa poco lo que se canta, porque la voz funciona como un instrumento más.
Alameda siguió grabando con regularidad hasta 1983, luego desaparecieron, volvieron en 1992 (grabaron en el 94 y el 95), se disgregaron de nuevo para reaparecer por última vez en 2008 (el disco “Calle arriba”), solo con Pepe Roca y Rafael Marinelli de los componentes fundadores.
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Anterior entrega de Operación rescate: “Electric warrior” (1971), de T. Rex.