“Está a años luz de ser un mal trabajo, y aunque miremos al pasado con nostalgia, contiene suficientes aciertos como para seguir confiando en su autor”
Morrisey regresa tres años después de “World peace is none of your business” con “Low in Hig School”, un trabajo que está despertando críticas y alabanzas a partes iguales. Fernando Ballesteros lo analiza.
Morrisey
“Low in High School”
BMG
Texto: FERNANDO BALLESTEROS.
Los fans de Morrissey llevan ya un tiempo de enhorabuena. La actividad en el cuartel general del mancuniano no cesa: la traducción al castellano de su autobiografía todavía fresca, la publicación de la película biográfica “England is mine” y la reedición de “The Queen is dead” (con alguna que otra chuchería) echan más leña a un fuego que aviva definitivamente su nuevo disco, “Low in High School”.
La Fabrique Studios en Francia y Ennio Morricone’s Forum Studios en Roma han sido los escenarios elegidos para registrar un álbum que supone la continuación de “World peace is none of your bussiness”, saldado hace tres años con un sonoro mazazo comercial con despido del sello Harvest. Si todo lo que hace Morrisey viene rodeado de gran expectación, esta vez los cuchillos por una parte y el material pirotécnico por otra estaban preparados para saludar lo nuevo del artista. Ateniéndonos al primer adelanto, al final, ni una cosa ni otra: ‘Spend the day in bed’ no es ni lo mejor suyo en muchos años como sostienen los optimistas, ni un pastiche de electrónica pasada como le echan en cara sus militantes detractores británicos lápiz en mano. Más bien estamos ante un buen single, que crece con las escuchas gracias a ese ritmo juguetón que termina funcionando y una letra carga de profundidad contra los medios y sus mentiras y el canto a la pereza que le aleja del tono general de la obra.
En todo caso, este aperitivo precedía a ‘I wish you lonely’, otro notable número, con una clásica melodía Morrissey que descansa sobre un coclhón de sintetizadores. Poca cosa, sin embargo, si lo comparamos con ‘Jacky’s only happy when she’s up on the stage’, una de esas canciones que fluye orgullosa desde el primer segundo y que nos recuerda dónde reside la genialidad de este hombre. Estas tres canciones, junto con la apertura contundente de ‘My love I’d do anything for your’ y su aire glam, con buenos coros y un ritmo vibrante, y ‘Home is a question mark’, con una magnífica interpretación de Morrisey (la mejor pieza del disco, probablemente), conforman una primera parte que anda muy cerca del sobresaliente.
Ventilada con éxito la primera mitad, es en la segunda donde aparecen los síntomas de debilidad. Hasta ahora no habíamos hablado de ello, pero este había sido anunciado como el álbum más político de Morrissey, algo que queda plenamente confirmado tras repasar las letras. Ahí la cosa comienza a hacer aguas, no ya por su carácter político ni porque mire el mundo cada vez más escorado a la derecha, sino porque por el camino nos perdemos al Morrissey más introspectivo, al que mira hacia dentro y lo hace con tanta maestría que, al final, parece que está mirándonos a nosotros.
En este disco le atiza a los medios, al Gobierno y al Ejército, y lo hace de una forma que va tanto a la consigna a gritos que se queda en la superficie y es inevitable echar de menos el millón de matices que tantas veces nos ha regalado. ‘I bury the living’ es brutalmente antiejército y en lo musical constituye una de las principales sorpresas de este “Low in High School”. Son siete minutos, casi una mini ópera rock que frunce el ceño y precede a ‘In your Lap’: piano, tranquilidad y vuelta al Moz que habla de relaciones personales.
Tampoco tiene reparos en mezclar su militancia antibelicista con la toma de partido en un conflicto armado como el de Oriente Próximo. Una contradicción, a simple vista, que plasma en el broche final de ‘Israel’, en la que acusa a los enemigos del país de crear un “cielo oscuro” sobre el estado judío. Lo hace bordando una dramática interpretación vocal en una pieza que domina el piano.
La temática israelí está presente también en el insólito ritmo chachachá de ‘The girl form Tel-Aviv who wouldn’t kneel’. Sorprendente, como las castañuelas de ‘When you open your legs’, con un sonido tan fresco que carga las pilas para la recta final del camino. Ante pasa más inadvertida ‘All the young peope must fall in love’, que evoca de forma lejana a ‘Give peace a chance’, y detrás y antecediendo al cierre, ‘Who will protect us from the police’ nos devuelve al Morrissey más beligerante, en este caso con la policía y con la vista puesta en Venezuela. La electrónica agresiva sirve de marco para una canción que se repite una y otra vez en su mensaje antipolicial.
Puestos los defectos y las virtudes en la balanza, uno termina situándose en una posición tan impopular hoy en día como es la equidistancia, porque no puedo evitar colocarme lejos de los que saludan el disco como lo mejor que ha hecho en mucho tiempo y los que se lo han cargado de forma inmisericorde. Con todo, “Low in High School” está a años luz de ser un mal trabajo, y aunque miremos al pasado con nostalgia, contiene suficientes aciertos como para seguir confiando en su autor al que, con 58 años, le quedan muchas cosas que decir. Además… ¿qué quieren que les diga? Siempre voy a estar más cerca del que se entrega al elogio desmesurado, aunque sea llevado por la admiración casi incondicional, que del que se carga el trabajo llevado por los prejuicios y la animadversión personal que parecen sentir por Moz –mutua, en todo caso– muchos de los escribas en el Reino Unido. Tenía que decirlo.