“Hay mucho hecho, pero queda mucho por hacer. Aunque las aguas de la fealdad y la vulgaridad ahora nos estén llegando al cuello. Yo sigo explorando”
El inclasificable Javier Corcobado sigue promocionando “Mujer y victoria”, su último trabajo”, con un single en el que versiona a Frank Sinatra y José Alfredo Jiménez. Sobre sus canciones, sus poemas y su ambiciosa obra de veinticuatro horas de duración habla en esta entrevista de Eduardo Tébar.
Texto: EDUARDO TÉBAR.
Fotos: AINTZANE ARANGUENA.
Javier Corcobado es un personaje impar en la música española. Siempre se le supone desaparecido, pero no deja de hacer cosas. Ahora prepara la maleta para volver a México –país en el que cuenta con mayor número de seguidores desde principios de los noventa–, donde leerá poemas de su nuevo libro, “Dios perdona a Satanás” (Huerga y Fierro). También cantará en formato íntimo. El madrileño –nacido en Frankfurt– pone en circulación estos días un single con versiones de Frank Sinatra y José Alfredo Jiménez, secuela de las sesiones de grabación de su último disco, “Mujer y victoria”. Corcobado se autoproclamó duque del ruido en 1995. Y sigue ofreciendo conciertos de “avant” rock salvaje. Intensidad que aplica con igual convencimiento al repertorio de clásicos de la ranchera, la bossa o el Rat Pack. Muchos acaban ahí, pero cabe recordar que Javier lanzó su primer volumen de boleros cuando tenía treinta años.
Charlamos un poco de todo la tarde en la que anuncian la muerte de Fats Domino. Otro referente que abandona este mundo. Como Alan Vega. Como Lou Reed. Como Leonard Cohen. ¿Nos quedamos huérfanos? “Yo creo en el futuro de la música”, dice Corcobado. “Hay mucho hecho, pero queda mucho por hacer. Aunque las aguas de la fealdad y la vulgaridad ahora nos estén llegando al cuello. Yo sigo explorando”. Entrado en la cincuentena, felizmente instalado en la Vizcaya profunda, Javier cultiva una actitud comunicativa. Un perfil lejano del réprobo autodestructivo que años atrás pintó una biografía no autorizada por el artista. Cae el sol y este poeta asilvestrado cuelga un paisaje en Instagram.
Hoy abundan los músicos que editan poesía. Tú empezaste en 1991.
Conseguí publicar en 1991 gracias a José Luis Moreno-Ruiz y a Huerga y Fierro, que entonces se llamaban Ediciones Libertarias. Pero llevaba años, desde los dieciocho, intentando publicar y presentándome a concursos poéticos. Me rechazaban todos los manuscritos y no gané ningún premio. A día de hoy no tengo ningún premio en el ámbito literario. He recitado hace poco algunos de los poemas incluidos en los libros “Chatarra de sangre y cielo” y “El sudor de la pistola 13”, de aquella época. Curiosamente, me parecen más vigentes que nunca, pues hablaban de una sociedad distópica similar a la que estamos viviendo. Sin embargo, hay otros muy malos.
¿Qué diferencia al Corcobado cancionista del literario?
Muchos poemas, a lo largo de mi carrera, han terminado siendo canciones. De hecho, al principio, en Mar Otra Vez, no cambiaba ni un verso de los poemas y los encajaba en la música como buenamente podía. Quizás empecé a escribir letras de canciones propiamente dichas con “Agrio beso”. No obstante, considero que la letra de una canción ha de funcionar como un poema aunque carezca de música que lo acompañe.
La mayoría de los poemas de “Dios perdona a Satanás” están datados en su retiro campestre. Curioso: tú, que comenzaste como trovador de urbe.
Llevo muchos años ya acostumbrado a vivir alejado de la ciudad y cerca de la naturaleza. Eso me permite tener salud y afrontar la música y la literatura con más serenidad, sin interrupciones no deseadas. Pero mi motor de inspiración no ha cambiado. Consiste en proponerme una meta, ya sea una canción, un disco, un libro… Y ponerme a trabajar, inspirándome en la vida, en un susurro del bosque, en un repentino ruido ensordecedor o en un arrebato de amor profundo.
Tu amigo José Luis Moreno-Ruiz define tu poesía en el prólogo como lírica de observatorio.
Él se refiere, creo, a que mi percepción siempre está muy activa. Procuro captar detalles en lo cotidiano que se suelen escapar. Supongo que esto tiene relación con ‘Violador’, el poema de Stephen Dunn: “Soy el hombre agachado detrás de un arbusto que se sienta a su escritorio. Jamás me prenderán. Todas mis víctimas tienen una manera de desaparecer”.
Por cierto, tú le prologas a él su discutible ensayo sobre La Movida. ¿Cuál es tu visión del asunto?
Recomiendo ese libro de José Luis, “La movida modernosa”, pues es de una veracidad perturbadora, genial e hilarante. Yo viví eso muy de cerca, pero era muy joven y mis intenciones creativas iban por otros derroteros menos pop, más de exploración en el mundo de lo arrítmico o inarmónico, como explico en ese prólogo.
Mar Otra Vez también fuisteis revisados por las nuevas hornadas.
Me encantó el disco “Destrozando a Mar Otra Vez”. Y todos esos grupos de ahora versionándonos con una rabia inusitada. Hicieron un trabajo muy honorable y emocionante.
La reunión de Mar Otra Vez resultó una epifanía, un milagro, si tenemos en cuenta que alguno andaba en paradero desconocido.
Sí, tendrá continuidad. Estamos trabajando ahora en una canción para el proyecto de Erizonte [con Julián Sanz al frente], y pensamos grabar algunas canciones nuevas y antiguas que quedaron archivadas. Somos un grupo de buenos amigos. Eso sí, tardamos en llegar a conclusiones.
“La escucha de las cien piezas ensambladas formando solo una de veinticuatro horas es una experiencia adictiva, inolvidable y diría que hasta curativa”
¿Qué tienen Sinatra y José Alfredo, que siempre vuelves a ellos?
Pues que son dos maestros modélicos para mí, tanto en la interpretación como en la composición. Aunque mucha gente no lo sepa, Sinatra componía desde un nivel, digamos, más divino. Es decir, les transmitía a sus compositores, letristas y arreglistas una emoción, una idea o una anécdota sobre la que quería cantar. Luego le presentaban el trabajo y él lo adaptaba a su manera expresiva. Y lo remataba. Además, es el crooner por excelencia. He elegido ‘Strangers in the night’ porque es una de esas canciones perfectas. Y José Alfredo es México, un genio de la composición de canciones de amor. Llevaba tiempo cantando ‘Un mundo raro’ y ya era hora de grabarla. Humildemente, me siento muy cerca de los dos. Gracias a ellos, y a algunos otros, quise ser cantante. En este single hay una confrontación moral y social: Estados Unidos contra México. Ambos países conviven tan lejos y tan cerca… Y ambos crooners son iconos de la música popular en cada uno de sus países. He querido unirlos con dos de las mejores canciones de amor de la historia, terreno en el que no hay competición ni lucha. He procurado ser lo más fiel posible a las versiones originales, pues son insuperables.
Por otro lado, está tu obra faraónica: “Canción de amor de un día”. ¿En qué fase se encuentra?
Hemos terminado la música, la canción de veinticuatro horas, tras años de intenso trabajo. Estamos buscando una manera de editarla. No hay ningún soporte comercializable, de momento, que soporte los veintiseis gigas que ocupa, aparte de discos duros o “pendrives”. Ojalá la industria discográfica y tecnológica sacaran un nuevo disco o soporte en el que cupiera. No obstante, estamos en ello. La fase visual anda un poco parada por falta de presupuesto, pero seguimos adelante y esperamos que no pase una década para que la gente pueda disfrutarla o sufrirla.
Se dan cita Bunbury, Amaral, Carlos Ann, Vetusta Morla, Julio de la Rosa, Esplendor Geométrico, Aviador Dro, La Fura dels Baus… ¿Cómo cuadras un elenco tan dispar de colaboradores?
De alguna forma, todos los artistas a los que elegí tenían algo que ver con mi carrera musical, aunque sean tan dispares. Lo asombroso es que todos han aportado, bajo una mínima pauta literaria que les envié, canciones y piezas instrumentales óptimas. En algunos casos creo que han volcado en “Canción de amor de un día” lo mejor de su carrera. La verdad es que la escucha de las cien piezas ensambladas formando solo una de veinticuatro horas es una experiencia adictiva, inolvidable y diría que hasta curativa según cómo se encare. Pero no quiero dar envidia a quienes tienen tantas ganas de escucharla. Paciencia…
¿Y habrá concierto amoroso de veinticuatro horas?
Es un proyecto excesivamente ambicioso para los tiempos que corren. Pero sí, el diseño de ese evento lo tenemos previsto. Sería necesario que apareciera un rey Midas para llevarlo a cabo. Todo es posible. Más paciencia…
Acabas de producir el primer disco de flamenco grabado en el País Vasco. No sé si tu gusto por Los Chorbos te habrá influido en este caso.
Sí, siempre ha sido de mi gusto el sonido Caño Roto, Los Chorbos, Las Grecas, El Luis… Pero este disco lo considero más flamenco, menos contaminado por otras músicas, a excepción de algunas intervenciones mías espurias de guitarra Tormenta. Juanjo Navas es un gran cantaor y sus guitarristas son excelentes, así como los textos de Beñat Arginzoniz.