“La batalla de los sexos”, de Valerie Faris y Jonathan Dayton

Autor:

CINE

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“Un guion correcto, bien estructurado y medido, un ritmo que nunca decae y una muy atractiva, colorista y musical ambientación histórica”

 

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“La batalla de los sexos”
Valerie Faris y Jonathan Dayton, 2017

 

Texto: ELISA HERNÁNDEZ.

 

En septiembre de 1973, la jugadora número uno del tenis femenino de entonces, la norteamericana Billie Jean King, y el excampeón de tenis masculino Bobby Riggs, autodenominado “cerdo chovinista”, se enfrentaron en un partido cuya finalidad parecía exigir de una vez por todas la aceptación pública del tenis femenino y, en última instancia, formó parte de las múltiples acciones en petición de igualdad y respeto que las mujeres llevaron a cabo en los años setenta (además de, por supuesto, todo un ardid publicitario). Descrito y anunciado como “la batalla de los sexos”, el partido generó una enorme expectación y fue seguido por televisión por más de noventa millones de personas en todo el mundo.

 

 

En el film se busca reproducir no solo el evento en sí, sino los meses previos que llevaron a ambos jugadores a aceptar participar en él. Bobby y Billie Jean, interpretados respectivamente por los siempre divertidos y encantadores Steve Carell y Emma Stone, aparecen menos como deportistas profesionales y más como dos personas en un momento complejo de sus vidas personales. Él trata de vivir con una adicción al juego que amenaza con romper su matrimonio mientras ella descubre su orientación sexual dentro de un contexto restrictivo que le obliga a ocultarse constantemente. Más que una película sobre deportes, “La batalla de los sexos” se centra en sus dos protagonistas con la intención crear una “feel-good movie”, una comedia ligera y entretenida. Cuenta con un guion correcto, bien estructurado y medido, un ritmo que nunca decae y una muy atractiva, colorista y musical ambientación histórica.

Sin embargo, “La batalla de los sexos” (tanto la película como aquello que nos narra) resulta ser más oportuna de lo que nos gustaría y menos trascendental de lo que debería. Más de cuarenta años después de los eventos presentados en el film, lo identificables y cercanos que resultan muchas de las actitudes, comentarios y prejuicios que pueblan el 1973 reconstruido ante nuestros ojos es, cuanto menos, deprimente. “La batalla de los sexos” busca ser pertinente, excitante y celebratoria, pero resulta, ante todo, agridulce. Porque no se trata de una cuestión de actitud o de habilidad sino de abuso de poder. Porque, tal y como dijo Barbara Kruger en 1989, incluso nuestro cuerpo es un campo de batalla.

Cada día nos pesa como le pesó a Billie Jean King este mismo partido de tenis, pero cada día salimos a la pista. Quedan muchos puntos por jugar.

Anterior crítica de cine: “madre!”, de Darren Aronofsky.

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