OPERACIÓN RESCATE
“Boleros, rancheras, rumbas… Todos ellos pasados por el filtro de Hammond, y unificados en un disco compacto, prácticamente sin fisuras”
César Campoy recupera un clásico de 1976: “My spanish album” de Albert Hammond, disco en el que el cantante londinense se lanzó a versionar auténticos clásicos, como ‘Ansiedad’ o ‘Espérame en el cielo, corazón’.
Albert Hammond
«My spanish album»
EPIC, 1976
Texto: CÉSAR CAMPOY.
A mediados de los 70 del siglo pasado, el cantante londinense criado en Gibraltar lo había conseguido prácticamente todo en el mundo de la música. Ejercía su condición de pionero del rock (en España, vía The Diamond Boys); había vivido la época dorada de los sonidos modernos británicos (con The Family Dogg), y podía presumir de haber compuesto exitosos himnos pop para terceros (más tarde, también llegarían hitos mundiales de la voz de Julio Iglesias, Willie Nelson, Whitney Houston, Joe Cocker o Tina Turner) como aquel ‘Little arrows’ (vamos, ‘Las flechas del amor’) interpretado por Leappy Lee; el ‘Freedom come, freedom go’, de The Fortunes; el ‘When I need you’, de Leo Sayer, y, sobre todo, el celebérrimo ‘The air that I breathe’ de The Hollies, muchos de ellos, ideados en connivencia con su inseparable Mike Hazlewood.
Por si esto fuera poco, como intérprete en solitario tampoco le quedaban muchas asignaturas pendientes. En 1972 se había estrenado, ya inmerso en el mercado americano, nada más y nada menos que con aquel magno ‘It never rains in southern California’. En apenas cuatro años, Hammond copaba la mayoría de listas de éxitos con otras composiciones como ‘Down by the river’, la pegadiza ‘The Free Electric Band’, ‘I’m a train’, la propia ‘The air that I breathe’, ‘99 Miles from L.A.’ o ‘To all the girls I’ve loved before’. Además, atesoraba, con apenas 30 años, una indudable capacidad para arreglar y producir, así como una pasmosa facilidad, tanto para componer piezas destinadas a gozar del favor popular, como para remozar temas ajenos.
Con estos condicionantes y habilidades, pues, Albert, en compañía del afamado productor Óscar Gómez, y tras una petición de Epic España, opta por seguir asumiendo nuevos retos, y decide volcarse en el mercado latino, en una suerte de lógica expansión, mezclada con cierto componente romántico (el retorno a aquellas raíces hispanas). A estas alturas, nuestro protagonista se había convertido en un auténtico artista todoterreno, capaz de balancearse entre el rock, el folk o la canción melódica sin ningún tipo de problema.
El resultado no es otro que un elepé en el cual Hammond revisita grandes éxitos de la cultura sonora en castellano, un idioma que, evidentemente, el británico dominaba, prácticamente, a la perfección, gracias a su periplo gibraltareño (de ahí, su marcado acento sureño). Grabado en Londres, bajo el amparo de su querida CBS, «My spanish album» cuenta con un equipo de primera: Gerry Conway (después, en Jethro Tull) y el inmenso Simon Phillips (The Who, Toto, Gary Moore, Satriani, Judas Priest, Mike Oldfield…) a las baterías, Hugh Burns a la guitarra, B.J. Cole a la steel guitar, Mike Moran y Chris Parren a los teclados, Pat Donaldson al bajo, Tristan Fry a la percusión y el gran Paco Cepero a la guitarra española. En la mesa de mezclas, echando una mano a Albert y Óscar, un ingeniero de lujo, Mike Ross, que, hasta entonces, había trabajado con Jimi Hendrix, Donovan , The Tremeloes, Georgie Fame, The Byrds, Brian Auger o Fleetwood Mac, mientras que de los arreglos debían encargarse el prestigioso pianista Tony Hymas y Richard Anthony Hewson (sí, el de The RAH Band, y colaborador de The Beatles, The Bee Gees, James Taylor, The Shadows, Herbie Hancock, Supertramp…). Como el lector comprenderá, con semejantes mimbres, muy mal tenían que darse las cosas para que el bombazo no se produjera.
Además, en este disco, Hammond consigue hacer suyos, sin ningún tipo de problema, símbolos latinos como el ‘Ansiedad’, de José Enrique Sarabia; el ‘Ruega por nosotros’, de Fuentes y Cervantes (glorificado, hasta entonces, por voces como las de Antonio Machín o Aceves Mejía); el ‘Quiéreme mucho’, del cubano Gonzalo Roig; el ‘Que seas feliz’ de Consuelo Velázquez; un emocionado ‘Espérame en el cielo’ de López Vidal; el universal himno mexicano ‘Fallaste corazón’, de Cuco Sánchez; el inmortal ‘Nosotros’, del cubano Pedro Junco; el ‘Dame un beso (Si llego a besarte)’, de Luis Casas, o el ‘Yo creo en el amor’, del propio Cepero , y es capaz de lograr que, algunas de esas composiciones, para muchísimos mortales, pasen a ser consideradas como criaturas del propio Albert. Es el caso de la celebradísima ‘Échame a mí la culpa’, de Espinoza, una de las cumbres interpretativas del artista, a partir de esos aires en los que lo eléctrico y lo acústico casan de manera casi perfecta. Boleros, rancheras, rumbas… Todos ellos pasados por el filtro de Hammond, y unificados en un disco compacto, prácticamente sin fisuras.
El impacto en el mercado iberoamericano de este «My spanish album» fue colosal. Tanto que, desde entonces, el británico nunca descuidó sus producciones en castellano, uno de sus mercados más fieles. De hecho, tan solo un año más tarde ve la luz «Mi álbum de recuerdos», y, en 1978, un «Albert Louis Hammond» que recupera otros clásicos como ‘Espinita’, ‘Solamente una vez’ o ‘Volver’, siguiendo la fórmula de «My spanish album».
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Anterior entrega de Operación rescate: “Una y mil veces” (2006), de Los Secretos.