El miércoles 13 de septiembre, Luis Eduardo Aute cumple 74 años. En el número 13 de Cuadernos Efe Eme, que puedes adquirir aquí, Chema Domínguez analiza su obra del nuevo siglo. Para coincidir con su efeméride, el escritor Luis García Gil (buen conocedor del autor y su obra, autor de la imprescindible biografía «Aute, lienzo de canciones»), recorre su extensa discografía y selecciona diez de sus joyas. Un recorrido por las versiones que nos brinda la red, aunque lo ideal sea recurrir a las originales de los discos.
Selección y texto: LUIS GARCÍA GIL.
1. ‘De alguna manera’ (“Rito”, Ariola, 1983).
Año 1973. Aute regresa a la canción después de un lustro de retiro y replanteamiento vital y artístico. Entre quienes le convencen para ese regreso discográfico está el escritor jerezano José Manuel Caballero Bonald, metido en labores discográficas en Ariola. Aute graba «Rito» y «Espuma», dos elepés trascendentales. En «Rito» están ‘Las cuatro y diez’, ‘Dentro’ y este ‘De alguna manera’ que merecería estar en cualquier antología del pop-rock español. Aute y su mirada al amor derrumbado, lírica sobre las ruinas y cenizas: “Las horas de piedra/ parecen cansarse/ y el tiempo se peina/ con gesto de amante”. A Joan Manuel Serrat le hubiera encantado escribirla y llega a grabarla hasta en dos ocasiones, la primera en el directo “Entre amigos” de Aute. Aquí está la versión del tema incluido en su disco “Querencias”.
2. ‘Anda’ (“Espuma”, Ariola, 1974).
Otra joya del disco “Espuma”. Trilogía de amor y muerte que culminará “Sarcófago”. San Juan de la Cruz dándose la mano con Vicente Aleixandre. “Espuma” son canciones más o menos eróticas, o así rezaban. Lo que brilla siempre es el sentido de la introspección del artista, su mirada sensual, palpitante y amorosa. ‘Anda’ es otra canción mínima superlativa. Despojada de artificios pero llena de matices y profundidades, melódicamente irreprochable. “Anda, pídeme que viole/ las leyes que te encarnan/ que no quede intacto/ ni un poro en la batalla…”. Ser, sencillamente, un cuerpo enamorado. Y cantarlo a viva voz sobre el estertor del franquismo. En Youtube encontramos esta versión en directo.
3. ‘No te desnudes todavía’ (“Alma”, Movieplay, 1980).
Albores de los ochenta, la movida como work in progress. Llega la era Luis Mendo, Aute abriéndose a nuevos sonidos, ensayando otros modos de vestir su cancionero intimista. El disco “Alma” se abre con esta oda a la espera amorosa que refuta las prisas de ‘Anda’. “No te desnudes todavía/ espera un poco más/ no tengas prisa, el tiempo/ es algo que quedó detrás/ la eternidad es un latido/ un solo corazón/ el tuyo, el mío, abrazados/ en perfecta comunión…”. Aute y su filosofía cardiocéntrica, el amor que llega y el que se va y el que fulge en el ahora, carpe diem bajo las sábanas. He aquí una canción pop perfectamente ensamblada, bellísimo estribillo incluido con ese deseo que estallará como rompe una flor.
4. ‘Flor de un día’ (“Fuga”, Movieplay, 1981).
Más allá de los grandes clásicos y los grandes himnos –‘Al alba’ a la cabeza–, hay que saber mirar hacia ese cancionero más secreto de Aute donde aparecen canciones tan deslumbrantes en letra y música como ‘Flor de un día’, con un arreglo inspiradísimo de Luis Mendo. Aute la grabó en su disco “Fuga” donde destacaba ese relato narrativo y generacional titulado ‘Mira que eres canalla’. En ‘Flor de un día’ se vuelve a cantar lo perdido, ese amor en fuga que deja como herencia un paisaje desolador de esqueletos y buitres. Aute vuelve a contemplar poéticamente las ruinas amorosas, entrelazando vida y muerte.
5. ‘Sin tu latido’ («Cuerpo a cuerpo», Ariola, 1984).
Pertenece al álbum «Cuerpo a cuerpo», que fue disco de oro en los años ochenta, constatación del éxito del artista en una década de dominio pop, pese a su adscripción a la cantautoría que podía resultar sospechosa para cierta modernidad mal entendida. “Ay amor mío/ qué terriblemente absurdo es estar vivo/ sin el alma de tu cuerpo/ sin tu latido, sin tu latido…” He aquí otro de los estribillos antológicos de Aute, autorretrato del artista multidisciplinar que pinta, escribe poemas y canta. La referencia al alma de tu cuerpo resume perfectamente la búsqueda de Aute, su modo de fundir en sus canciones lo místico y lo pagano que desembocará en un disco como «Templo». Las redes nos remiten a esta versión en directo.
6. ‘Cada vez que me amas’ («Templo», Ariola, 1987).
Aute considera el pasionista «Templo» su mejor disco, puñetazo a la industria incluido que quería otro «Cuerpo a cuerpo». Lo que además evidenciaba este doble elepé es su inconformismo y sentido del riesgo que siempre ha tenido presente en sus múltiples facetas como creador, facetas que no debieran analizarse por separado. Dentro de «Templo», con su simbolismo e iconografía cristiana, está la eléctrica y poderosa ‘Cada vez que me amas’, una canción que aúna lo místico y lo profano. Aquí, la versión en directo recogida en el «Mano a mano» con Silvio Rodríguez.
7. ‘La belleza’ («Segundos fuera», Ariola, 1989).
Si hay una canción que pudiera representar la filosofía de Aute, su estética y su lírica, sería ‘La belleza’, quintaesencia de su universo. Parte del disco «Segundos fuera», en ella Aute resume con lucidez el tiempo que le ha tocado vivir, el desconcierto cotidiano donde los mercaderes del templo y el feroz consumismo se han impuesto de manera irremediable. Aute denuncia el capitalismo salvaje que mancilla la belleza y ensalza la corrupción, la impunidad, las consecuencias –en definitiva- de un feo mundo inmundo al que luego cantará. “Reivindico el espejismo de intentar ser uno mismo/ ese viaje hacia la nada/ que consiste en la certeza/ de encontrar en tu mirada/ la belleza…”. Me gusta emparentar ‘La belleza’ con ‘La inocencia’, canción de «Aire/ Invisible».
8. ‘Cinco minutos’ («Aire/Invisible», Virgin, 1998).
Una obra maestra del bilingüe «Aire/ Invisible», grabada por Aute en 1998 en una década en la que se aleja definitivamente del sonido Luis Mendo. Cinco minutos es un bellísimo homenaje a la actriz mexicana Katy Jurado, presencia poderosa en westerns míticos como Sólo ante el peligro con Gary Cooper o Pat Garret & Billy the Kid de Sam Peckimpah, cineasta en el santoral de Aute, citado a su vez en Mira que eres canalla.
Cinco minutos tiene una de esas melodías hipnóticas que son marca de la casa. “Era la noche como un suave infierno/ de diablos borrachos cantando a la luna de Tepoztlán/ bajo el santuario de un árbol de estrellas/ brotaban corridos de amores quemados bajo el volcán”. México lindo y querido como parte de la geografía sentimental y emocional de Aute.
9. ‘Alevosía’ («Alevosía», Virgin, 1995).
Años noventa. Aute sigue al pie del cañón en una década más sosegada que la anterior, pero donde sigue entregando discos muy interesantes. «Alevosía» es un disco cuajado de instantes bellísimos con la aportación musical de Gonzalo Lasheras, parte de esa renovación que el artista trata de imprimir a su cancionero. La canción ‘Alevosía’ es una apelación al deseo, a la carnalidad, a la condición animal que anida en toda pasión. Aute pide amar hasta que duela, con instinto criminal, como un golpe de puñal. La pulsión romántica no deja de estar presente en su modo de mirar los sentimientos.
10. ‘Quiéreme’ («Intemperie», Sony Music, 2010).
Los últimos discos de Aute no desmerecen al lado de sus grandes obras. Lo que no han tenido es la atención merecida por parte de la audiencia y de la crítica musical. «Quiéreme» es un ejemplo de esa inspiración que no cesa y que forma parte de un disco como «Intemperie» que también supo estar atento a las voces de la calle, a la crisis económica, a los desórdenes que trajo el nuevo milenio frente al que el cantor no pierde su mirada crítica y escéptica. En ‘Quiéreme’, el autor sigue encontrando en el amor su paraíso terrestre, como el primer día, con la misma convicción trovadoresca de antaño. “Quiéreme, sin el mínimo pudor/ quiéreme con la insidia de la fiera/ quiéreme, hasta el último temblor/ quiéreme como quien ya nada espera”.