CANCIONES DE UNA NOCHE DE VERANO
«“Like a Rolling Stone” viene a ser para la historia del rock una bomba de efecto retardado»
César Prieto recuerda su camino hasta escuchar ‘Like a rolling stone’, previa visita a una biblioteca pública en la que tomó prestada una enciclopedia de saber universal sobre la música rock. Y ahí, como no podía ser de otra manera, estaba Bob Dylan.
Una sección de CÉSAR PRIETO.
Bob Dylan
‘Like a rolling stone’
“Highway 61 revisited”
COLUMBIA, 1965
Aquí lo tenemos, el huraño por excelencia del rock. Ahí la tenemos, la canción de la traición. Porque ‘Like a Rolling Stone’ viene a ser para la historia del rock una bomba de efecto retardado. Es bien conocida la historia: se puede escuchar el momento preciso al final del segundo cedé del cuarto volumen de sus Bootlegs. El grito de ‘Judas’, el mensaje «tocad rabiosamente fuerte» y la versión dura y nerviosa. Como las Torres Gemelas, pero desde un escenario que puso al mundo en otro escenario.
Yo no sabía nada de todo eso cuando compré mi primer vinilo de Zimmerman. Un grandes éxitos que se editó a principios de los 80 –CBS y cutrerío total, con cara a toda plana del señor Robert–, pero fue lo que encontré. Por supuesto, había escuchado a Dylan antes. La primera canción que recuerdo, el ‘Hurricane’. Después, un poco más talludito, toda su etapa católica. Sonaba tranquilamente en la radio e incluso recuerdo alguna aparición televisiva. Más aún, una versión de Sabina –o quizás de todo el equipo de La Mandrágora– de ‘El hombre puso nombre a los animales’, en uno de esos programas divertiprogres, quizás el de Carmen Maura o el ‘Si yo fuera presidente’ de Tola. Excelentes ambos, todo hay que decirlo. Y lo cierto era que no me llegaba demasiado. Mis desvelos iban más por lo británico, y en todo caso prefería a los aparentemente más blanditos Simon & Garfunkel. Pero había que tener canciones de Dylan en casa, eso era impepinable.
Cabe decir que –como a muchas otras cosas– llegué a él por la literatura. La biblioteca pública, bien aprovechada, da para mucho, y acababa de leer un pequeño volumen de una enciclopedia de saber universal sobre la música rock, capítulo de Dylan, desde luego. Así que como decían que era esplendoroso, fue cerrar el libro e ir a la tienda de discos. Me gustaron las menores, cierto es –’Just like a woman’, por ejemplo–, pero entre las reconocidas me dejé arrebatar por la electricidad, la explosión desarraigada de ‘Like a rolling stone’.
Todos los detalles de una canción tienen una explicación, menos la suma final, el hálito que no se sabe de dónde viene. Y en ‘Like a rolling stone’ la aspereza quizás proceda de ser escrita tras regresar su autor de una agotadora gira por Inglaterra. O por la lucha casi a muerte con la letra o con un compás en el que la canción no encajaba hasta que decidieron ponerle ritmo de rock. Desde luego, de la gracia que tuvo un entonces novato Al Kooper al manejar el Hammond del tema. O la voz burlona y alegre de Dylan en una reconvención dramática. Bien está, desde el primer golpe de caja puedes comprender la teoría; pero hay algo más que te atrapa y no sabes de dónde viene.
Después fui llegando a todos los demás. Los Byrds, The Band, Johnny Cash, Gram Parsons. De algunos de ellos fui y soy devoto. Y todos tienen algo del maestro. Porque seguramente, si no la hubiese compuesto, una línea de la música popular –músculo y tradición– hubiera sido abortada.
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Anterior entrega: ‘Cazadora de cuero’, el guiño de Farmacia de Guardia a Sex Pistols (1989).