SERIES
“‘GLOW’ no es solo una serie divertida y refrescante, sino que es tremendamente rompedora y enriquecedora”
“GLOW”
Liz Flahive y Carly Mensch, 2017
Texto: ELISA HERNÁNDEZ.
Uno de los principales estrenos de Netflix para este verano es “GLOW”, acrónimo de “Gorgeous Ladies of Wrestling” (más o menos “las bellas damas de la lucha libre”), una serie que ficcionaliza la concepción, preproducción y realización de un programa de televisión que se emitió en la televisión norteamericana durante los años ochenta y contaba con tanta laca, leotardos y maquillaje como la versión dramatizada que se nos ofrece aquí. Sin embargo, esta producción no parece encajar en esa tendencia reciente que –a través de filmes como “Super 8” (J.J. Abrams, 2011), series como “Stranger Things” (Matt y Ross Duffer, 2016-) y una innumerable lista de remakes– busca aprovecharse de la nostalgia que prima en gran parte de la producción cultural contemporánea: la estética ochentera de “GLOW” tiene un aire más ridículo y melancólico que de pasado glorioso. Lo que hace de “GLOW” una serie recomendable es su sentido del humor inteligente y absurdo, sus personajes entrañables creados y tratados con mucho mimo y una excelente elección de casting, de manera que el contexto histórico casi podría ser una mera excusa.
Pero lo que no es tan trivial es la elección temática, puesto que lo que a primera vista es la fantasía masculina por excelencia se convierte enseguida en un relato sobre la colectividad y la creación de un sentimiento de grupo. Al fin y al cabo, “GLOW” no trata realmente sobre la lucha libre en sí, sino sobre el complejo proceso que hay detrás de montar un espectáculo como ese: esfuerzo, apoyo mutuo, compañerismo, seguridad y, sobre todo, confianza en que la otra persona va a estar ahí para aguantarte. Además de, por supuesto, servir como enésima confirmación de la artificialidad de toda imagen televisiva. En todo caso, resulta que no es necesario contar una historia oscura para mostrar un grupo de mujeres cuyo funcionamiento interno no sea intrínsecamente negativo (basado en la envidia y el rencor), como ha hecho recientemente la también magnífica “Big Little Lies” (David E. Kelley, 2017), sino que es posible crear un espacio común positivo y constructivo en torno a algo tan aparentemente banal (o a primera vista tan masculinizado) como es la lucha libre.
“GLOW” no es solo una serie divertida y refrescante, sino que es tremendamente rompedora y enriquecedora, capaz de ofrecer aquello que vemos tan poco: una forma libre de mirar. Porque no importa sólo la mera representación, sino también el modo en que dicha representación queda inscrita en la pantalla. La serie construye así un punto de vista limpio de ideología hegemónica y una muy emocionante naturalización de la creación y consolidación de un verdadero sentimiento de hermandad entre un grupo de mujeres muy diferentes que se dan cuenta de que han de luchar, juntas, por lo mismo: el reconocimiento, la puesta en valor de sus respectivas identidades, la consolidación un espacio propio en el que no exista la coerción o los límites de ningún tipo. En definitiva, el empoderamiento. Un empoderamiento que ni las mismas protagonistas, ni mucho menos nosotras, pensaban que se podría encontrar en la lucha libre femenina. Y sin embargo, ahí está. Y brilla tanto como todos los colores chillones y la purpurina que una pueda imaginar.
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Anterior crítica de series: “Horace and Pete”, de Louis C.K.