Guns N’ Roses: Noche de leyenda en Paradise City

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“Un expectante Vicente Calderón preparado para disfrutar de un último terremoto de rock, iluminado por 55.000 afortunadas sonrisas nerviosas, un campo de rosas y camisas negras con pistolas”

 

El paso de Guns N’ Roses por Madrid dejó una estela de himnos y momentos memorables en el Vicente Calderón, donde actuaron delante de 55.000 personas. Lo cuenta David Pérez.

 

Guns N’ Roses
Estadio Vicente Calderón, Madrid
4 de junio de 2017

 

Texto: DAVID PÉREZ.
Fotos: LIVE NATION.

 

Cuando aún se nos eriza la piel recordando cada una de las atronadoras interpretaciones de Axl Rose en Sevilla el pasado año, inyectándole una electrificante nueva realidad al repertorio de la banda australiana (única fecha española que tuvimos la suerte de disfrutar de la gira de los “Axl/DC”), vuelve hoy a Madrid 24 años después capitaneando la reunificación de Guns N’ Roses, con Slash y Duff como consiglieris de un ajuste de cuentas que creíamos ya imposible de presenciar en esta vida. Y si en el Estadio Olímpico de la Cartuja Axl, con un pie roto, tuvo que cantar sentado en un trono improvisado, el milagro esta noche será completo, Lázaro se levantará y bailará rock and roll sobre el Manzanares para recuperar su reino.

Entramos en un expectante Vicente Calderón preparado para disfrutar de un último terremoto de rock, iluminado por 55.000 afortunadas sonrisas nerviosas, un campo de rosas y camisas negras con pistolas. Entre cervezas y anécdotas de antiguas giras y excesos, Tyler Bryant & The Shakedown caldean el ambiente, pasándole el relevo a Mr Mark Lanegan, lujazo de telonero que demuestra su clase y magia a contracorriente, luchando con el sol y un mal sonido que no dejará de serpentear a lo largo de la noche.

 

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“Axl grita al cielo “You’re gonna die!” y llega uno de los momentos más emotivos, el homenaje a Chris Cornell, interpretando un ‘Black hole sun’ en el que se fuga más de una lágrima en la oscuridad”

Aparece el logotipo de los Guns en las pantallas y suena por altavoces la melodía de los Looney Tunes, más el ‘The equalizer’ de Harry Gregson-Williams y, diez minutos antes de lo anunciado, pisa las tablas la banda de los Ángeles con un ‘It’s so easy’ que hace que se tambaleen los cimientos del templo Atlético, seguida de Mr. Brownstone, dejando claro desde el minuto uno que siguen teniendo “Appetite for Destruction” para rato, disco que cumple 30 años y vértebra esta gira (sonarán ocho de sus doce canciones) . Es el turno de ‘Chinese Democracy’, del incomprendido álbum de 2008 de mismo nombre, del que también brillará ‘Better’ y una sentida ‘This is love’, con Axl en estado puro.
Con ‘Welcome to the jungle’ alcanzamos la primera cima y ‘Double talkin’ jive’, la majestuosa ‘Estranged’ (en la que aparece el primer gran solo de Slash) y la brillante y personalísima versión del “Live and let die” de sir Paul McCartney, inauguran la inmersión en los geniales “Use your illusion I y II” (1991).

Mientras Axl sigue cambiándose de vestimenta al más puro estilo rock star (todo vale), nosotros nos cambiamos de lugar hasta en tres ocasiones a la búsqueda desesperada de encontrar un mejor sonido, del anfiteatro a la pista, para quedarnos definitivamente en una tribuna donde nos cruzamos con Loquillo. Nos dan otro zarpazo con Axl a tumba abierta en ‘Rocket Queen’ y una potente ‘You could be mine’ (a pesar de sus irregularidades) pone boca abajo el campo. Duff McKagan juega el papel de secundario imprescindible, ya que su omnipresente bajo blanco (con pegatina del logo de Prince) unifica el sonido del show y su complicidad e interacción con los miembros de la banda, camufla la fría y casi inexistente comunicación entre Axl y Slash, que sólo en contadas ocasiones se acercan el uno al otro. Además, Duff toma los focos cantando el único tema que rescatan del “The spaghetti incident?” (1994), la punk ‘Attitude’ de los Misfits. Los escuderos del triunvirato, Richard Fortus (guitarra), Frank Ferrer (batería) y Dizzy Reed y Melissa Reese (teclistas y coros), ayudan a esquivar la melancolía y tejen el sonido de la banda fundiéndose con ellos en cada tema.

 

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“Aparece un piano de cola del suelo, teclas que acaricia y termina golpeando Axl en una ‘November Rain’ que araña por dentro y deja cicatrices”

 

Comienzan a sonar los acordes de ‘Civil War’ y tocan techo para romperlo. Mano a mano entre Slash, que deja su sempiterna Les Paul y exprime hasta el infinito y más allá su Gibson de doble mástil, y un Axl que se sabe vencedor desde los silbidos iniciales y que revienta en ese “That you can’t trust freedom when it’s not in your hands, when everybody’s fightin’ for their promised land”, desembocando en un “And, I don’t need your civil war It feeds the rich while it buries the poor…” cantado por todos y que se antoja imborrable.

Axl grita al cielo ‘You’re gonna die!’ y llega uno de los momentos más emotivos de la velada, el homenaje al recientemente fallecido Chris Cornell, interpretando un ‘Black hole sun’ en el que se fuga más de una lágrima en la oscuridad. La banda vuelve a coger impulso y suena más musculosa que nunca en ‘Coma’, para luego Slash romper toda cadena y marcarse un solo al alcance de muy pocos, que funde en un ‘Speak softly love (love theme from the godfather)’ de Nino Rota que hace suyo. ‘Sweet child o’mine’ y el Calderón vuelve a levantarse del suelo, con Axl bailando y cantando como antaño, para volver a tocar tierra con una virtuosa pero prescindible versión instrumental del ‘Wish you were here’ de Pink Floyd. Nos zarandean con una salvaje ‘Outta get me’ y aparece un piano de cola del suelo, teclas que acaricia y termina golpeando Axl en una ‘November Rain’ que araña por dentro y deja cicatrices, para acercarnos al final llamando a las puertas del cielo con la dylaniana ‘Knockin on heaven’s door’, coreada por el estadio al completo. Una afilada ‘Nightrain’ a quemarropa y la banda se retira ante una antológica ovación.

Axl, con bufanda del Atlético de Madrid al cuello, retoma con ‘Don’t cry’, karaoke colectivo en la que se mece la luna y canta hasta el que no se la sabe, seguida de un potentísimo cover del ‘The Seeker’ de The Who y una acústica y desnuda ‘Patience’, donde nos dejan coger aire para marcarnos el camino al paraíso final, bajo los fuegos artificiales de ‘Paradise City’. Abandonamos el estadio con el ‘You know my name’ de Chris Cornell sonando de fondo y, aunque en el campo rival estén celebrando un nuevo título, aquí hemos rozado la eternidad y eso sí que no se olvida.

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