“Hemos estado menos contenidos. Antes nos limitábamos a mejorar las maquetas que traíamos de casa. El método ha determinado el fin”
Recién lanzado su sexto disco, “En la espiral”, los granadinos Lori Meyers ya han agotado las tres primeras fechas de la gira que arranca el 16 en su tierra, antes de pasar por Madrid (24 de marzo) y Barcelona (1 de abril). Eduardo Tébar habla con ellos.
Texto: EDUARDO TÉBAR.
Fotos: JOAQUÍN CALLE.
Lori Meyers confiesan que tuvieron que pedir cita para verse durante estos cuatro años. Obligaciones de agenda. Deberes sobrevenidos para un grupo con casi 240.000 oyentes mensuales en Spotify. Noni López (cantante, guitarras y teclados), Alejandro Méndez (guitarrista y segunda voz) y Alfredo Núñez (batería), los tres fundadores en activo de la marca, son los que aparecen ahora en las fotos. La banda se fundó en el pueblo granadino de Loja hace dos décadas. Despuntaron con apenas 20 años a través de “Viaje de estudios” (2004), un debut de rock alternativo enérgico y destartalado, inevitablemente amateur, producido por Mac McCaughan (Superchunk). Se convirtieron en los primeros españoles que fichaba la exquisita Houston Party. Los mayores de la escena nazarí les acogieron con los brazos abiertos. De inmediato llegaría “Hostal Pimodán” (2005), un catálogo de pop pluscuamperfecto, heredero tanto de Juan y Junior, Módulos y Los Ángeles como de la psicodelia británica del 68. Con “Cronolánea” (2008) fortalecieron la puesta de largo en directo y accedieron a un público mayoritario. Todo a punto para reinventarse desde 2010 mediante una simbiosis que funcionó: la fiebre de Noni con los sintetizadores y el auge del mercado festivalero.
El 16 de marzo presentan “En la espiral”, su sexto álbum, en la reubicada sala Industrial Copera de Granada. La misma en la que telonearon a Los Planetas en 2005, anunciados a última hora y mojándole la oreja a la banda de J. Doce años después, las entradas para estos tres primeros conciertos especiales –en La Riviera de Madrid el 24 y la Apolo de Barcelona el 1 de abril– están agotadas. Los Lori han aplicado un curioso sistema con pack de disco y ticket. ¿Resultado? Número uno en la lista nacional de ventas. Que nadie se extrañe: los lojeños bregan en una perpetua ambivalencia entre el crecimiento artístico y la visión comercial. Se profesionalizaron siendo unos críos. “Estábamos en la edad de tirarnos al barro”, apunta Alfredo, reunido con sus dos socios en el salón de la casa del guitarrista. “Julián [Checopolaco, actual bajista de Los Planetas] fue el músico más joven en tocar en el FIB”. A veces, Noni se explica con conceptos de marketing como “target” y “acciones”. Lori Meyers girarán este año con un equipo de veinte personas. Potenciarán la escenografía, las luces y los efectos audiovisuales. También han renovado con Universal. Uno de los requisitos para el acuerdo fue la reedición en vinilo de toda la discografía. Posteriores grupos de Granada han gozado de oportunidades similares, pero con ninguno se ha repetido el fenómeno.
“En la espiral” es un trabajo largo: trece canciones. Y de vocación reflexiva: empieza y acaba con ‘Vértigo I’ y ‘Vértigo II’, canalizadas tras una sesión con Antonio Arias (Lagartija Nick), que canta en la obertura. El artefacto se digiere mejor en la estructura del doble vinilo. Los propios Lori Meyers lo han producido en su local de la Vega granadina. “Hemos aprendido de todos los productores. Ricky Falkner, que anda siempre ocupadísimo, lo escuchó y nos dijo que estaba ya pulido, listo para grabar”, comenta Noni, que prefiere la fórmula de Arcade Fire y delegar en el mezclador. En este caso, el remate final lo llevó a cabo Phil Vinall (Radiohead, Pulp, Placebo, Elastica, Zoé), que reside en México pero alquiló un estudio en Londres durante el Brexit. Vinall cinceló el segundo largo de Anni B Sweet, la pareja de Noni. “Nos encanta hacerlo todo nosotros, pero había detalles que pedían hacerse disco”. Lógicamente, Anni interviene en tres temas. “Tiene una voz de grano que nos viene bien”. A ella dedica Noni ‘Todo lo que dicen de ti’, con una preciosa guitarra steel de Alejandro y pianet de Falkner que invocan a Fleetwood Mac, además de un inocentón glosario de esdrújulas en la letra. “Lo de las esdrújulas me lo advirtió Antonio Arias. Con la canción le digo a Anni que no se preocupe, que lo que se escribe por ahí sobre ella es que es guay”, reconoce Noni.
El cantante de Lori Meyers vive retirado de los peligros de la noche en la urbe. Disfruta cotejando en casa las posibilidades sonoras de su colección de sintetizadores, que ha grabado en el disco en lugar de J.J. Machuca, el teclista titular en los directos. “Era mi momento. Era mi caramelo”. Noni se ha inflado de oír música prohibida en el Ruido Rosa, el mítico bar de guitarras en el que se educó. Talk Talk, Supertramp, Mike Oldfield, Vangelis… “Nuestra música no podía ir hacia lo progresivo, pero estas canciones lo pedían. Pink Floyd nunca me habían atraído, pero me los he tenido que comer porque a Anni le encantan”. “Hemos estado menos contenidos. Antes nos limitábamos a mejorar las maquetas que traíamos de casa. El método ha determinado el fin. No hay muchas pistas de guitarras grabadas, pero las que hay son las que tienen que estar”, añade Alejandro. “Nos comprometimos a cerrarlo todo en el local de ensayo”, recalca el batería. “Y por eso era una espiral”, aclara el vocalista.
“Las letras de este disco son más de meditación profunda. Lo necesitaba. Y al cantarlo, lo noto”
El single ‘Evolución’ sigue la estela de los telediarios, que arrancan con terror y cierran con historias amables. “Las letras de este disco me han costado mucho”, señala Noni. “Me he tirado tres años viendo las noticias. ¡Ahí están las letras! He leído bastante a Samuel Beckett. Y el ‘Ulises’ de Joyce”. ¿El libro que no se acaba nadie? “Sí, gracias a la Wikipedia, donde desmenuzan la aplicación de la mitología griega en la filosofía. Las letras de este disco son más de meditación profunda. Lo necesitaba. Y al cantarlo, lo noto. Sin embargo, cuando nos ponemos oscuros salimos por la tangente con un estribillo sobre alzar las manos, como en ‘Zona de confort’. No hay nada enrevesado en eso”. “En el álbum hay volantazos. Hemos recuperado esa faceta de ‘Viaje de estudios’, la época en la que nos atrevíamos con estos juegos”, agrega Alejandro.
Méndez, el guitarrista principal, aporta una composición propia, ‘Océanos’, momento cumbre que abre la segunda parte de la espiral. Una pieza nostálgica, intimista, sacudida por mellotrones y arreglos de cuerda. Imposible no pensar en el “Pacific ocean blue” de Dennis Wilson. “Con la guitarra me sonaba a Mark Kozeleck”, matiza Alejandro en un salón poblado por la cacharrería analógica que arregla y dispone en Wall Of Sound Granada, su rincón en la tienda de discos Bora Bora. “Luego pasa por el filtro de Lori Meyers y la asemejo a Flaming Lips. La canción fue mutando”. Así es el bucle creativo en el sur.