Roger Sincero y Javier de Torres: La belleza serena

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Javier: “Buscamos un tipo de voz de chica de expresividad muy contenida, que cantara pequeñito, y una misma ideología a la hora de hacer canciones: sin puentes, sin solos, yendo muy directo a la letra y la estrofa, muy breve”

 

Roger Sincero y Javier de Torres cierran su trilogía conjunta con “Was your tie black?”, su último disco antes de seguir sus respectivos caminos en solitario. Una entrevista de Arancha Moreno.

 

Texto: ARANCHA MORENO.
Fotos: CHRISTIAN GAMDEK.

 

“Para hacer nuestro mejor disco debíamos hacer el disco menos nuestro”, dicen Roger Sincero y Javier de Torres en la nota de prensa de “Was your tie black?”, su tercer y último trabajo juntos. Y de alguna forma, lo es. Sus voces solo se escuchan en la última canción del disco, ‘Fade away’, y se filtran tímidamente en algún otro coro. Pero donde realmente dejan su sello es en las letras, en las melodías y en la forma que le han dado a este trabajo suave, breve y contenido. Dieciocho canciones en poco más de treinta minutos que cantan diez voces femeninas distintas, algunas asentadas como Alondra Bentley, Isabel Urzaiz o Nat Simons, y otras aún tan jóvenes que se estrenaban en un estudio de grabación. Javier y Roger se han encargado de la producción en Audiomatic, y han vuelto a contar con Charlie Bautista, además de Gustavo Díaz, Gabriel Marijuán, David Gwynn y Javier Carasueño. Un proyecto del que se sienten satisfechos, como se percibe en nuestro encuentro en el café Dry Martina del barrio madrileño de Alonso Martínez, una tarde fría y lluviosa, perfecta para escuchar un disco como este.

 

Este es vuestro tercer disco juntos y habéis contado con diez voces femeninas distintas cantando los temas. Me sorprende que el álbum sea tan homogéneo con ingredientes tan heterogéneos. ¿Cómo lo habéis conseguido?
Roger: No es que hayamos cambiado nuestra forma de componer, pero nos acercamos a un punto más común. Por otro lado, todas las canciones están tocadas por los mismos músicos, y también hace mucho. El arreglo musical es más homogéneo, al final es el mismo grupo haciendo todas las canciones. Y la nota distintiva es la voz, pero estábamos buscando un tipo de voz, no voces muy diferentes.
Javier: Son esos elementos, los mismos músicos y el mismo estudio, y buscar un tipo de voz de chica de expresividad muy contenida, que cantara pequeñito, y una misma ideología a la hora de hacer canciones: sin puentes, sin solos, yendo muy directo a la letra y la estrofa, muy breve. Es verdad que nos hemos hibridado un poco, ahora que no cantamos cada uno nuestras canciones es difícil distinguir cuáles son de uno y cuáles de otro. Nos encontramos en la melodía, ahí tenemos muchos puntos en común.

 

Habéis conseguido hilar vuestros estilos, entonces.
Roger: Pero no ha sido a propósito. Javier compone con el piano, yo con la guitarra, y creo que eso se nota. Si las presentas con una guitarra o un piano eso ya le está dando pie al tío que las va a tocar a hacer un arreglo u otro. Y tienes razón, cuando le pasé el nombre de las chicas a Joe (Dworniak) en las mezclas, me dijo: “Joe, diez cantantes. Yo que las he mezclado no habría dicho que hay diez diferentes”. Algunas tienen una voz más aniñada, otras más potentes.
Javier: Son muchas, pero hay cierta unidad.

 

En la nota de prensa de “Was your tie black?” decís que con este disco os extinguís como dúo sin cantar en vuestro propio proyecto. ¿Por qué cedéis el testigo a otras vocalistas?
Javier: Viene de experiencias de los dos discos anteriores. Habíamos cedido la voz cantante en dos ocasiones a Isabel Urzáiz y eran las canciones que más nos gustaban. Teníamos la duda de si era porque le habíamos dado nuestras mejores canciones o porque ella simplemente cantaba mejor, y decidimos probar cómo sonarían nuestras canciones en voces de chicas escribiendo directamente para ellas.
Roger: Todas las canciones están escritas después del segundo disco, con la idea de hacer un disco de chicas. Nos poníamos en su piel y contábamos una historia, muy cortita, muy al grano. Solo hay una adaptación, que está en francés (se refiere a ‘Chanson D’Amour’), pero como nos ayudó a adaptarla Isa Urzaiz le dio un toque más suyo.

 

¿Meterse en la piel de una chica ha llevado vuestros textos por otro lado?
Javier: Bueno, al meterte en la piel de una chica supongo que te cambia algo el enfoque, pero la mayor parte de las historias son universales, no hay tanta diferencia, si no que se lo pregunten a los hermanos Cano. Y es un ejercicio narrativo, teníamos en la cabeza el disco de Stuart Murdoch “God help the girl”, un disco maravilloso. Él utilizó menos cantantes y hay un hilo conductor temático de letra, hay una historia y una película. Teníamos esa referencia porque el disco nos fascinó, pero quisimos romper y hacer muchas canciones con muchas cantantes distintas, más intenso, menos pausado, y compensar de alguna forma nuestra falta de fluidez en el idioma de Shakespeare con más intensidad melódica, y con las canciones más breves se puede conseguir.

 

¿Pusisteis el acento en la música, para equilibrar donde no llegaba la letra?
Javier: En las melodías. Los textos son importantes, no están descuidados, pero de manera consciente o inconsciente te centras más en la melodía, porque es donde te sientes más seguro, no tiene idioma.
Roger: Me ha gustado hacer este disco. Aunque suene pretencioso, he querido pensar que me habían contratado en el edificio Brill en los 50 o 60, donde había gente que escribía canciones, gente que la interpretaba, gente que la cantaba, que la grababa y la comercializaba. Me encanta la cadena completa, pero donde más cómodo me he sentido siempre es en la primera parte, escribir la idea primigenia. Si miro hacia atrás, me doy cuenta de que lo único que he hecho en la música es escribir, y producir con Javier. Hemos vuelto a los orígenes. Hemos hecho la música nosotros, otros la han tocado y la han cantado chicas que ni siquiera estaban cuando se inventó.
Javier: Está todo pensado por y para el disco, no está planteado para tocar después, es un solo disparo: escribir, grabar.

 

Antes de este disco, ¿habíais escrito para otros proyectos, o es la primera vez que escribís para que otro cante?
Roger: Que yo sepa es la primera. Una vez alguien me encargó letras, no sabía lo que estaba haciendo (ríe).
Javier: Quizá hay un punto narcisista en todo esto, que lo cante otro para vernos más guapo. Hay un punto de desprendimiento, de generosidad, pero si lo miras bien es un poco narcisista también.
Roger: Yo pongo el disco entero y cuando llega la última canción, sin desmerecerla, que es muy bonita, digo: “Cantan mejor ellas, hemos hecho bien en no cantar”. Son voces muy chulas, hemos encontrado lo que buscábamos.

 

Hasta ahora habéis hecho tres discos juntos. ¿En alguno de ellos habéis compuesto mano a mano, o siempre habéis compuesto por separado?
Javier: En nuestro primer disco hicimos una canción conjunta y trabajamos juntos en algunos textos, pero a partir de ahí seguimos con la dinámica de escribir en solitario, porque componer es un acto muy de estar en soledad. Lo único, que en algunas canciones Roger trabajaba con encargos de títulos míos: yo le daba un título y un plazo, y él intentaba cumplirlo. Esta vez ha tenido el atrevimiento de idear alguno.

 

¿Tienes problemas para los títulos, Roger?
Roger: Soy vago, para qué negarlo, y me cuesta ponerme. Un título es como una llave, te inspira algo, te obliga a coger la guitarra y te sale una canción. Yo lo he agradecido, los títulos son suyos, y son sugerentes. Algunos de los que me ha recomendado no han llegado a ninguna parte, porque eran demasiado, no sabía qué hacer con ellos. Con algunos ha hecho él canciones.
Javier: Sí, alguna vez le mandaba un título, le daba esa llave y él tardaba en abrir la puerta, y ya estaba yo haciendo la canción. Por ejemplo, ‘Santa Mónica Sunset’, que hay un guiño a su chica, Mónica, que es una santa.
Roger: Hay una cosa graciosa. En este disco cantan dos chicas australianas, que no conocemos de nada, Georgi Gwatkin-Higson y Emma Beau, que colaboraron a través de un amigo mío, Michael Carpenter, productor y músico. Emma, estaba interesada en hacer la canción, pero estaba muy liada. La clave para que se decidiera a hacerlo fue el título de una canción del segundo disco, ‘Frozen yogurt for breakfast’ (‘Yogur helado para desayunar’). Le hizo tanta gracia el título que se decidió.

 

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Roger: “Un título es como una llave, te inspira algo, te obliga a coger la guitarra y te sale una canción”

 

¿Cómo decidisteis el reparto de los temas?
Javier: Maquetamos todas con Martina Gil, hija de Pacopepe Gil, y con Javi Carasueño en su estudio del Parque de las Avenidas, en Madrid. Empezamos a enviarlas, normalmente asignábamos las canciones a las chicas y les preguntábamos si se veían. Aspirábamos a que Alondra cantase una, le mandamos dos y dijo que quería hacer las dos. Tuvimos silencios, todavía estamos esperando a que Leonor Watling nos diga que sí o que no, Virginia Maestro también (sonríen).
Roger: Teníamos dos ideas demasiado pretenciosas, que eran Keira Knightley y Gwyneth Paltrow.
Javier: A Keira no llegamos a disparar, en el caso de Gwyneth nos estrellamos con su contacto de aquí, su familia de Talavera, que lo que quieren es ser sus amigos, no hacer ninguna labor de mediación, cosa perfectamente comprensible. Entrar en la cadena de manager de las estrellonas era complicado y tuvimos tedio anticipado. Intentamos hacer algo más abarcable y más posible. Y encantados, porque las chicas que han cantado debutando lo hacen igual de bien y con más ilusión.

 

Imagino que en Alondra pensasteis de las primeras, pero hay muchos nombres desconocidos, ¿cómo habéis llegado a ellas?
Javier: Cada una tiene su historia. Martina Borrás, de Barcelona, 15 años, aparecía cantando tres frases en ‘Un día de mierda’, el vídeo de Sidonie. Roger me manda el vídeo diciendo: “Aquí hay una chica que mola”. Yo me confundo y le digo que la que mola en realidad es otra: la que sale al principio de la canción. Resulta que tiene un representante porque hace publicidad, conectamos con ella, con su madre, que hace de manager entusiasta y resulta todo muy fácil. Sandra Lusquiños, Avilés, Alexandra in Grey. Tiene un grupo y amigos comunes. Isa Urzaiz ya había hecho discos con nosotros y es amiga de siempre. Luego están las australianas.
Roger: Georgi es la vecina de Michael Carpenter, productor del tercer disco de Happy Looser, el grupo donde estaba yo.
Javier: Celia Mayo había hecho coros en mi disco “Roland Garros”. La conocí con 16 o 17 años y ahora es una reputada cantante de jazz de los garitos. Mi hija Julia está por imposición paterna.
Roger: Me encanta la canción que canta y cómo la canta. Por un lado teníamos la referencia de Stuart Murdoch, y por otro la banda sonora de “Begin again”. Yo perseguía esa inocencia con la que sale Keira Knigthley cantando. Y creo que Julia es pura inocencia, no ha cantado en su vida en un estudio de grabación, para mí es una pasada, todo un descubrimiento. Ojalá siga los pasos de su padre.

Entonces, predominaba la elección de voces suaves e inocentes.
Javier: De voces suaves o por lo menos contener la expresividad de voces ricas. Por ejemplo, Alondra e Isabel son muy exuberantes cantando. La idea era no hacerlo minimalista, pero sí contenido, buscar la elegancia dentro de la contención. También pasa con los chicos, pero con las chicas a veces se puede hacer una demostración de la capacidad interpretativa del virtuosismo que no va con nuestra forma de entender la música.

 

¿Más “gritón”, quieres decir?
Javier: O simplemente florido y virtuoso.
Roger: No lo escucharás en todo el disco, salvo un gorgorito final de Sandra, pero la verdad es que queda bien. Queríamos que cantaran la letra, no que modulasen.
Javier: Con la mayoría ha sido sencillo, lo entendían, la canción no te llevaba a otra cosa.

 

¿Cuál era el brillo que queríais darle a la canción?
Javier: La belleza serena. En la contención hay virtud.
Roger: Hay una palabra que se usa mucho, que es la clase. Lo que me gusta de las críticas que nos hacen es “qué clase tiene esto”.
Javier: Ahí Belle and Sebastian y Stuart Murdoch marcan mucho el camino. Tiene la capacidad de contenerse, esa medida que es muy importante para conseguir una pequeña belleza en las canciones.

 

En ciertos momentos algo rompe un poco esa línea musical, como la aparición de El Trío Sentimiento en ‘Santa Monica Sunset’, o esa guitarra española que destaca en ‘Andy and myself’.
Javier: En esa aparece el rollo español, aparece Albéniz de pronto, cantado en inglés por Alondra. Es verdad, ahí me ha salido la vena española, no sé muy bien de dónde viene, y ‘Santa Monica Sunset’ tiene ese punto un poco exuberante de los cubanos. Casi siempre en los discos tengo una canción corta, una pequeña opereta en la que pasan muchas cosas. Pero al final esa exuberancia está dentro de esos dos minutos.
Roger: Teníamos claro que queríamos canciones cortas, que empezaran con la cantante cantando, que no hubiera muchos solos… la contención se consigue más ahí y con unos músicos que saben que están para hacer un arreglo, un esqueleto de canción donde nadie destaque. Si hay algo diferente es porque de repente la canción lo pedía.

 

Charlie Bautista ha hecho de hombre orquesta en esta grabación. ¿Cómo ha ido?
Javier: Desde que Juande (Juan de Dios Martín) nos abandonó y se fue a Los Ángeles, caímos en los brazos de Charlie.
Roger: Cuando hicimos el segundo sabíamos que estaba dispuesto a hacer el tercero con nosotros. Es verdad que es el hombre orquesta, lo toca todo, tiene una capacidad brutal de arreglar sobre la marcha las canciones y algo que me deja maravillado: en sesiones de grabación de uno o dos días es capaz de tocar 18 canciones y no repetirse.
Javier: Es muy rápido, muy versátil y muy buen arquitecto a la hora de construir la sonoridad de una canción. Y nos entendemos muy bien, nos encontramos mucho en la medida, habla ese mismo lenguaje. En este disco David Gwynn tiene más aportación: ha hecho guitarras en cuatro o cinco canciones. Las ha hecho en casa, él funciona mejor con tiempo, llega a un resultado extraordinario, pero tiene un tempo distinto.

 

Habéis grabado 18 canciones en apenas 32 minutos. Las canciones tienen un esqueleto muy breve. ¿Por qué?
Roger: Sí, para Javier es un poco una obsesión: cuando ya has dicho algo, no lo repitas. Meter de nuevo el estribillo, ¿para qué?, si ya has contado lo que tenías que contar. Ahí hemos estado peleando, yo tiendo a intentar alargar las canciones, en algunas he conseguido que ocurra.
Javier: Yo juego a policía de la síntesis.

 

Ahora que lo dices, pareces un poco el policía del disco: das los títulos con plazos, evitas los estribillos…
Javier: ¡No, hombre, no!
Roger: De alguna manera tiene razón, no podemos pasarnos la vida sin tomar decisiones. Unas veces es a su favor y otras al mío. Sí lo interpreto como policía durante la grabación. Aquí tienes que ser el crítico de los músicos, que están interpretando lo que tienes en la cabeza. De manera no forzada nos hemos repartido los papeles de poli malo y poli bueno. A lo mejor le ha tocado a él ser el poli malo.
Javier: Los dúos tienen un problema: estás en riesgo de permanente bloqueo técnico sin nadie que deshaga el desempate. Eso tienes que solucionarlo metiendo mucho impulso, y cuando uno tiene muy clara una decisión creativa el otro lo deja estar, salvo que lo tenga también muy claro. Ha sido un proceso fácil, ha fluido muy bien.
Roger: Ha sido fácil porque yo le he dado la razón en casi todo. Por eso nos separamos, ¡porque ya no puedo más! (Ríen)

 

¿Roger también te ha propuesto títulos para que hagas una canción, Javier?
Javier: No, pero el trabajo por encargo funciona bien en general. La Sixtina fue un encargo y los guionistas de las series norteamericanas trabajan por encargo y con plazo. Es un mito esperar a que la inspiración te llegue, está muy bien partir de algo.

 

Habláis de este disco como vuestro testamento discográfico. ¿Nace concebido pensando en que es el último?
Roger: Creo que no, pero la trilogía en el arte es algo muy manido. Cuando empezamos hablamos de hacer un disco.
Javier: Sí, pero al final se nos complicó. Es como las relaciones que se te van de las manos, quedas un día y acabas casado con tres hijos. Es lo que nos ha pasado a nosotros. Está bien ponerle un punto final a las cosas sin esperar a que decaigan. Es importante no esperar al crepúsculo. Cada uno tenemos nuestra posibilidad de hacer discos en solitario y hacer cosas juntos, y de vernos en el Calderón.

 

¿Fue allí donde se fraguó vuestra amistad?
Javier: Nos vemos allí cada dos semanas, somos socios del Atleti. Somos amigos de antes.
Roger: Las decisiones las tomábamos en los descansos, con el bocata en la mano.
Javier: La falta de calefacción es muy creativa, en el Bernabéu no pasa igual, porque la gente va en traje con corbata y tiene calefacción, eso no estimula la creatividad.
Roger: Javier me lo propuso una noche que yo tocaba solo en el Costello, abriendo para alguien. Como me da mucha vergüenza tocar solo, le engañé para que se subiera a cantar conmigo. Después del concierto, me dijo medio en broma que teníamos que hacer algo juntos. Al día siguiente en el Calderón le pregunté si iba en serio, y él que es muy activo me dijo que sí, que iba en serio.

 

 

¿Qué habéis aprendido el uno del otro en esta trilogía musical?
Roger: He aprendido muchas cosas con Javier. He aprendido la producción desde un punto de vista que jamás lo había visto, a tener cierta mano izquierda con la gente que trabaja en un estudio, a trabajar con alguien haciendo canciones, que hacía mucho tiempo que no lo hacía. He aprendido a darle más importancia a las letras, a que la pronunciación en inglés sea bastante fidedigna.
Javier: La verdad es que no sé que he aprendido (sonríe). Lo que me inspira es acercarme a sus melodías, tiene una capacidad melódica fuera de lo normal para hacer melodías sencillas y bonitas con muchísimo ángel. Estar cerca de eso te inspira para escribir.

 

Entonces, ¿no habrá presentación en directo de este disco?
Javier: Presentación de verdad, pleno con banda y con las chicas es muy posible que no, es posible que hagamos algo pequeño, un showcase con algunas de las chicas que estén en Madrid. Lo tenemos que discutir. Hemos puesto toda la energía en el disco, es un fin en sí mismo y queremos darle toda la vida y el realce a algo que está ahí, que perdura para siempre. Ahora llegan las Navidades, después ya pensaremos en hacer algo… o no.
Roger: La idea de hacer esto en directo es una pasada, sería una maravilla, pero es complicado, son muchas cantantes.

 

¿Cuáles serán vuestros próximos pasos en solitario?
Javier: Yo tengo las bases grabadas de otros dos discos, uno en español y otro en inglés. He empezado ya con Charlie y con Gabriel Marijuán, y tengo las bases de batería, bajo y algunos pianos que hemos grabado en el estudio de Rosillo. Pero iremos con calma, este acaba de salir. He salido con la inercia de escribir en inglés porque me hace centrarme en la melodía, pero al mismo tiempo quería volver a casa, al castellano. Me ha costado dividir la estructura de hacer canciones en los dos idiomas, porque es algo que hace tiempo que no hacía, pero he estado una temporada haciéndolo, y seguiré. Le he pedido que lo coproduzca, pero estoy esperando, a ver…
Roger: Yo estaré allí como “productor de sofá”. Me siento huérfano porque siempre he necesitado que alguien tire de mí para hacer cosas. No solo porque soy vago, sino porque soy muy inseguro. Tengo ganas de hacer algo más, no me importa mezclar inglés y castellano, lo he hecho siempre. Voy a intentar hacer algo pequeñito, más sencillo que esto. Estoy dándole vueltas, empezando a escribir canciones. Me mandó ya un título, en ello estoy.

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