DISCOS
“La acertada y riquísima instrumentación, producida por Javier Limón, anda muy despierta en cada pieza, atendiendo muy bien a los intérpretes y con un gran respeto hacia cada autor, que llega como un abrazo muy sincero”
José Mercé
“Doy la cara”
WARNER
Texto: CHEMA DOMÍNGUEZ.
Como ese vino exquisito que ya te ha enamorado sin darte cuenta. Así es «Doy la cara», el último disco de dúos de José Mercé. Lo vas escuchando y si quieres pararlo, ya no puedes, aunque tengas que irte o hayas decidido ir a descansar y desconectar todo. «Venga, por curiosidad, una y ya escucho el resto mañana»: error, afortunado error. Desde el principio, ‘Por el bulevar de los sueños rotos’ nos regala a un José Mercé contenido para canalizar todo su poderío vocal en favor de la emotiva canción compuesta por Sabina y el propio Álvaro Urquijo, que se crece en el dúo con Mercé. La acertada y riquísima instrumentación, producida por Javier Limón, anda muy despierta en cada pieza, atendiendo muy bien a los intérpretes y con un gran respeto hacia cada autor, que llega como un abrazo muy sincero. Es cierto el texto que acompaña el libreto: «Este es un disco de amigos», dicen al principio José Mercé y Javier Limón, pero nada autocomplaciente, añado.
Sabina, por ejemplo, maravilla con uno de sus más conocidos temas: ‘Y sin embargo’. Podría relajarse, pisar el freno en vez del acelerador, pero el de Úbeda sabe de ocasiones únicas como esta, y gana el envite. Por otro lado, Joaquín maneja muy bien esas letras de amor tan urbanita, tan madrileño, de casa y oficina, y está tan pegada esa letra a la de ‘Caballo de cartón’ que te quedas con ganas de más.
Es razonable dudar del acercamiento a Vanesa Martín o Pablo Alborán. Puedes pensar: «Todos son artistas de la misma compañía y cabe la posibilidad de atraer al numeroso público de ambos, buena jugada». Pero no, por la misma todos los temas deberían correr la misma suerte. De verdad, siento mucho que los prejuicios impidan ver que Pablo Alborán es un grande y que Vanesa Martín es mucho más de lo que aparentan las etiquetas. El clásico de Triana, ‘Tu frialdad’, sale reforzado como la eterna canción que es gracias a Mercé y Alborán. Sus timbres juegan al contrapunto, destilan sentimiento… No se puede pedir más. Es uno de los mayores homenajes que ha recibido Triana.
En este disco cada tema puede llevarte a un universo diferente con gran intensidad, realmente esa es la virtud de Mercé y compañía. Podría, pueden, escuchar ‘Milonga del moro judío’ con Drexler y dar un repaso al sonido del Mediterráneo y a la canción de autor, hasta llegar a ‘Encuentros’, aquella joya de Juan Peña ‘El Lebrijano’ con La Orquesta Andalusí de Tánger. Aquí, Mercé sí saca pecho para invocar el quejío adecuado, ¡muy grande!, como la propia canción, triste y esperanzada. La guerra es la derrota, y hay quienes no aprenden (ni aprenderán) por mucho que se les diga, cante o proteste.
La orilla latina viene fuerte con Calamaro y el clásico de Gardel y Le Pera, ‘Volver’. Andrés se muestra tan sincero e inspirado como en «Romaphonic sessions», con esa ilusión del gran ensayo. Sin duda, una de las uniones más enriquecedoras, al igual que la de ‘Llorarás’ con el aquí poco reconocido Chabuco, ¡y es que Colombia es una mina! Hasta Alejandro Sanz parece sacudirse el sueño de los laureles que tanto y tanto tiempo le acompaña, y se marca un dulce ‘Contigo aprendí’. Qué juego da Armando Manzanero.
‘Toda una vida’ marca el debut como intérprete de O’Hara, atendiendo al propio texto de Limón y Mercé, pero no lo hace con victoria, señalando el momento más indefinido del cedé. Eso sí, precede al último paso del disco con Ainhoa Arteta y ‘Nostalgias’, donde recupera todo su interés el trabajo del cantaor jerezano. En cuatro minutos y diez segundos se despejan muchas dudas, no todas, en ese acercamiento inevitable entre lo lírico y lo popular, ‘Nostalgias’ actúa como un perfecto campo de atracción para ambas voces.
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