OPERACIÓN RESCATE
“‘Ladridos del perro mágico’ es un gol por la escuadra, estudiado y meditado. Una estrategia cabalmente validada a través de catorce canciones”
Mientras 091 da los últimos coletazos de su regreso con “Maniobra de resurrección”, miramos atrás para rescatar el primer disco de José Ignacio Lapido, “Ladridos del perro mágico”, con el que inició una sólida carrera en solitario. Por Raúl Tamarit.
José Ignacio Lapido
“Ladridos del perro mágico”
BIG BANG (1999)
Texto: RAÚL TAMARIT.
No debe ser plato de buen gusto finalizar con una carrera artística de años, en la que has puesto lo mejor de ti, con discos de vital importancia y con un nivel de ejecución por encima de la media. Pero así lo decidieron hace ahora veinte años los granadinos 091. Poner punto final a una de las más sobresalientes propuestas musicales de nuestro país. Con el tiempo la historia se ha reescrito, y en 2016 están gozando de un merecido reconocimiento por toda España que ha traído también un nuevo disco en directo.
Pero volvamos al pasado por unos instantes. Tras la disolución de los Cero, muchos de los seguidores, entre los que se encuentra el que suscribe, se quedan huérfanos de un rock personal con un catálogo de escritura única. Los clichés estaban en otras latitudes, sobre todo teniendo en cuenta las noticias que llegaban. Principalmente funcionaba el boca a boca: que si había nuevos proyectos (José Antonio García formó Sin Perdón, de corte funk-metal), que si Lapido no quería volver a colgarse una guitarra, al menos de momento… pero como la cabra tira al monte, tres años después de su último concierto con 091 Lapido editó “Ladridos del perro mágico”.
La importancia de este disco era fundamental. Por un lado debía atraer la atención de un público fiel que iba a mirar con lupa el nuevo material del compositor de 091; por otro, acercarse a una nueva generación, atraída por otros patrones estéticos del rock, y que ya no tenía en el grupo granadino un ejemplo a seguir. Además, el foco iba a caer de lleno en el hasta entonces guitarrista de los Cero. Hasta 1996, Lapido había estado escudado detrás de sus canciones, bajo el paraguas de una formación estable con otro frontman que era y es, además, un cantante de registro espectacular.
Ahora estaba desprotegido, dando la cara y poniendo la voz. Y las consecuencias podrían haber sido graves si no se hubiera enfocado este debut en solitario con la naturalidad necesaria. Pero Lapido es perro viejo. Tenía los argumentos más sólidos: una colección de canciones que en nada desmerecía a su antiguo material. Y ciertos detalles no le iban hacer doblegarse a sus propósitos.
Nuestro hombre asumió el riesgo de la voz solista, como no podía ser de otra forma, consciente de que la pelea iba a ser larga. Con el tiempo, fue sobreponiéndose a supuestas carencias, acostumbrando a sus fans de siempre y ganando nuevos adeptos no educados en ceromanía. En “Ladridos del perro mágico” lo primero que hace es desenredar la maraña de guitarras que había envuelto la última época de los cero. En este disco le da más protagonismo al lirismo de las letras, con arreglos de piano, acústicas, guitarras arpegiadas y sutiles adornos mucho más presentes, pero si perder arrojo y musculatura. Hablamos, a fin de cuentas, de rock and roll.
“Ladridos del perro mágico” es un gol por la escuadra, estudiado y meditado. Una estrategia cabalmente validada a través de catorce canciones. No valía cualquier cosa. Se tenía que dejar constancia de quién era Lapido, de lo que representaba para el rock patrio, y de su altura como letrista y compositor de canciones. Y por supuesto, de alguna forma, mitigar los efectos de la resaca post 091.
–
Anterior entrega de Operación rescate: “Raw power” (1973), de Iggy Pop and The Stooges.