«No solo no desprestigia al Nobel, sino que lo dignifica, lo moderniza y lo pone en contacto con lo que en realidad es la expresión literaria más directa, emocional y masiva que existe en la actualidad»
Mientras llueven voces contrarias al Nobel de Literatura que ha ganado Dylan, también se levantan las de quienes razonan cómo dignifica el galardón. Entre ellas, la reflexión del letrista Juan Mari Montes, autor de canciones de Ana Belén, José Mercé, Hilario Camacho, Loquillo o Cómplices, entre otros muchos.
Texto: JUAN MARI MONTES.
El pasado jueves, en un coloquio sobre música al que nos invitó la emisora local de la Cadena Ser en Salamanca, apareció el asunto de la concesión del Premio Nobel de Literatura 2016 a Bob Dylan. Bueno, confesémoslo: no apareció. Se empeñó un servidor en salirse del guión y brindar por esa buena noticia que nos trajo el día, vía la Academia Sueca.
Un colega con el que debatíamos en esa mesa se rasgaba un poco las vestiduras diciendo que ahora solo hace falta que el próximo año le den un Grammy al poeta Luis García Montero. Gracioso, pero claro, sospecho que no sabía, que precisamente el poeta Luis García Montero había estado ya nominado a los Grammys en el 2006 por el álbum de Sabina “Alivio de luto”, en el que se incluyó un poema suyo (‘Nube negra’) y que incluso un año antes también el mismo García Montero, ya había recibido la parte alícuota al mérito de otro premio al Mejor Álbum de Rock que le entregó la Academia de Música española por sus letras para el álbum de Miguel Ríos “60 mp3”. Así que, mucho ojo donde ponemos esas líneas que delimitan lo que es una letra de una canción de lo que es un poema, ya que lo mismo nos estamos pasando de listos.
Realmente, yo no tengo ninguna duda. Bob Dylan es un escritor en este caso de canciones y eso también, como la poesía, el ensayo, la nóvela y hasta si me apuran un buen guión de cine, es un arte que utiliza como medio de expresión la palabra que es lo que en esencia, viene a ser la definición de literatura, aunque este tipo de literatura que hace Bob Dylan no esté precisamente criando polvo en las librerías o en las bibliotecas y habitualmente nos la sirvan bien aliñada con folk, rock, blues o lo que se tercie, que viene a hacernos más digerible el discurso y que hasta si le ponemos un poco de voluntad y ganas, podríamos bailar.
Por eso este premio a Dylan es una extraordinaria noticia que no solo no desprestigia al Nobel sino que lo dignifica, lo moderniza y lo pone en contacto con lo que en realidad es la expresión literaria más directa, emocional y masiva que existe en la actualidad, pero no por ello de menor altura literaria cuando detrás de ella hay gente con el inmenso talento de Bob Dylan. O de Leonard Cohen, Lou Reed, Silvio Rodríguez o Jacques Brel, por poner unos cuantos ejemplos que también podrían haberse merecido cualquier premio literario.
Así son las cosas, por más que les pese a ciertos sectores de nuestra más alta y solemne cultura académica que ahora salen del armario de los reaccionarios y exquisitos puretas para contradecir a esos sumos sacerdotes suecos que hasta la semana pasada les marcaban el calendario de sus próximas lecturas. Esta algarabía de disidentes al premio a Bob Dylan me temo que es lo que nos diferencia de otros países más cultos y abiertos de nuestro entorno. La Academia de la Lengua Francesa, por ejemplo, ya entregaba a finales de los sesenta a un sencillo trovador de los suyos como era Georges Brassens, con todo su argot callejero, su nada delicado verbo y sus salidas de tono, todo un Premio Nacional de Poesía, sin que nadie pusiera en duda la oportunidad del premio.
Reconozcamos, por tanto, que cuando José Agustín Goytisolo giraba con Paco Ibáñez por teatros hace unos años en un espectáculo que alternaba poemas y canciones, los poemas de Machado, Góngora, o Neruda que cantaba Ibáñez no eran menos literarios por estar cantados que los que recitaba Goytisolo, aunque los de éste fueran leídos y nadie les hubiera puesto música. Claro, con la excepción de aquel maravilloso “Palabras para Julia” que escapó volando de un libro para ser coreado por la peña gracias a las lecturas cantadas que de este poema hicieron Paco Ibáñez, Kiko Veneno o incluso, esos melenudos heavys un poco borrachuzos que conocemos por Los Suaves.
Ah y por cierto, quienes argumentan que si creemos que Bob Dylan se lo merece, es que no hemos leído al resto de candidatos que se barajaban al Nobel de este año (Kundera, Salman Rushdie, Murakami, etc), sospecho que son ellos los que no han tenido mucho tiempo (se conoce que por estar enfrascados en tan sublimes y sesudas lecturas como les ocupan), en profundizar en la obra de Bob Dylan más allá de esas pésimas traducciones que circulan del primerizo ‘Blown´ in the wind’. Si son alérgicos a la música de Bob Dylan, yo les recomendaría el fantástico volumen de 1.264 páginas que contiene los textos de prácticamente toda su discografía en edición bilingüe. En España lo editó Alfaguara. A por él.