“Spielberg le pidió a Williams que dirigiera los quince minutos finales sin utilizar el montaje de la película, simplemente con la orquesta. El cineasta modificó el montaje de los últimos veinte minutos para que coincidieran con la banda sonora”
De nuevo el tándem imbatible, Steven Spielberg y John Williams, en una película mágica que ha marcado a más de una generación: “E.T. el extraterrestre”. Una banda sonora magistral que determinó el final de la película hasta puntos insospechados, como cuenta Fernando Fernández.
Una sección de FERNANDO FERNÁNDEZ.
“E.T., el extraterrestre” (“E.T., The Extraterrestrial”)
Música de John Williams, 1982.
Lo sé, lo sé. A veces parece un monólogo sobre John Williams, pero es lo que tiene escribir una sección sobre las bandas sonoras más destacadas de la historia y centrarnos en una época actual. En ocasiones los grandes clásicos casi parecen los únicos grandes ejemplos de música en el cine, y se desprecia mucho de lo que se ha hecho en los últimos treinta o cuarenta años. El cine y la música han ido evolucionando a la vez que su público, pero si hay un nombre que pone de acuerdo a todos los aficionados, críticos y profesionales durante estos años, ese es John Williams. Basta con dar un vistazo a sus títulos incluidos en esta sección nos damos cuenta de ello. Y eso que solo estamos rascando la superficie.
Una película que cuenta con un gran numero de admiradores es “E.T., el estraterrestre”, y a veces su música no está entre los elementos más destacados de la misma. Sin embargo, es una de las mejores bandas sonoras de la historia, y una de las mejores de su compositor. Tal vez su historia más cercana a la infancia, aunque tratada muy seriamente, tenga algo que ver. Es un tipo de historias y de cine que, desgraciadamente, se hecha mucho de menos hoy día: películas en donde los protagonistas eran niños reales que vivían esas aventuras, mientras que ahora todo suele ser animación o grandes películas de acción y efectos especiales. Un hueco que parece haber desaparecido en el cine, salvo en contadísimas ocasiones, pero que el éxito de títulos como la serie de Netflix “Stranger things” (me niego a utilizar su estúpido titulo castellano usado en las cadenas de televisión convencionales) deja ver claramente que generan un gran interés.
Una de las grandes razones por las que las películas de Steven Spielberg, en mayor o menor medida, conectan de manera tan espectacular con los espectadores sea cual sea el tema tiene mucho que ver en la conexión personal que el director encuentra con la historia. Spielberg logra expresar algo especial en sus películas, y la mejor expresión de esa pasión y emoción del director es la música de Williams. “E.T.” es probablemente una de las películas más personales e intimas de Spielberg, de ahí que su famosa secuencia de bicis voladoras se convirtiese en el símbolo de su productora Amblin. En ella, el cineasta supo adaptarse a las necesidades de la historia. Realizó un rodaje cronológico para que los jovenes actores también fuesen quedando atrapados por la historia y consiguió que las emociones de su final fuesen reales. Rodó toda la película con la cámara baja, como si lo estuviésemos viendo desde la altura real de los ojos de un niño, y decidió que no se viese el rostro de absolutamente ningún adulto (excepto el de la madre de Elliot agachándose a hablar con ellos) hasta que se produce el asalto de su casa por los federales, pasado ya el ecuador de la película. El director trata todos los elementos de la historia de la mejor manera posible para crear una película increíble, y entre ellos, la música de John Williams.
Un final a la inversa
La relación entre cineasta y compositor era ya tan profunda que durante el espectacular final de la película Spielberg hizo algo impensable. Durante la cinta, la música va construyendo poco a poco ambientes orquestales bastante complejos y realmente brillantes. La música es tremendamente melódica y emocional, con solo un tema principal y otro secundario sobre los que construye toda la banda sonora. Algo casi raro, puesto que en otros casos probablemente habría bastantes más elementos temáticos. Sin embargo, Williams no compone una música repetitiva, la partitura completa es tremendamente variada, haciendo uso de los temas de manera muy puntual. La música tiene un crescendo emocional realmente potente y muy brillante, que culmina en la pieza final de despedida. Dicha pieza es tremendamente compleja y elaborada, con cerca de veinte minutos de música continua desde la resurrección de E.T. hasta su marcha. Dicha música es tan compleja y debe tocar tantos puntos y elementos que durante la grabación era muy complicado que todos funcionasen como se quería, pero Spielberg hizo uno de los mejores homenajes posibles al poder de la música: le pidió a John Williams que dirigiera los quince minutos finales (que son una pieza de música sin pausa) sin utilizar el montaje de la película en la pantalla del estudio, sino simplemente con la orquesta, siguiendo los tempos y la fluidez que considerase como los perfectos para esa pieza de música. Con esa música grabada fue Spielberg quien modificó el montaje de los últimos veinte minutos de película para que coincidieran con los momentos y el tono adecuado de la banda sonora. El mundo al revés, pero el resultado es un final espectacular, musical y cinematográfico, y un nuevo Oscar para su compositor, entregado, por cierto, por Cher y Plácido Domingo.
A pesar de todos los triunfos de Williams y la multitud de grandes bandas sonoras de este periodo de su carrera, seguramente “E.T. el extraterrestre” sigue siendo el más mágico en un sentido singular. La partitura le proporcionó su cuarto premio de la Academia, tras varias nominaciones durante los años anteriores que fueron superadas por trabajos inferiores. Sin embargo, “E.T.” es una de esas películas y música que siempre tendrá un lugar especial en los corazones de aquellos que la experimentaron de primera mano en 1982, ya que evoca la respuesta emocional perfecta de lo que el público ansiaba como «la magia del cine de Hollywood». Su banda sonora es admirada de manera casi uniforme y sin reserva, aunque perdida entre otros títulos más reconocidos entre los aficionados. La música de esta cinta es todo un clásico aunque solo sea porque es tan memorable, cualquier representación de la historia de la música de cine quedaría incompleta sin incluir muestras de esta partitura. La multitud de motivos para E.T. se fusionan formando un espectacular acompañamiento para la película y una experiencia auditiva brillante en disco.
Ediciones discográficas
Debido a su inmensa popularidad, la banda sonora de esta cinta ha sido lanzada en muchas ocasiones a lo largo de las dos décadas siguientes a su debut. De 1986 a 1996, la única grabación de la E.T. disponible era una colección de 40 minutos con música (publicada por MCA y facilmente encontrable en las secciones de oferta de cualquier tienda) que no era las que se utilizaron originalmente en la película. Williams grabó esas ocho piezas durante el proceso de grabación de la banda sonora de la película, pero solamente se trataba de una variación de concierto de una gran parte de la partitura. Esta práctica era muy común durante el Hollywood clásico para la música de cine, aunque era raro ver en la década de 1980. Dichas grabaciones son notablemente diferentes a las realizadas para la película y contenían material en un orden equivocado y con diferentes orquestaciones.
Pero en 1996 MCA decidió publicar un disco extendido con setenta y un minutos de música ordenada cronológicamente, lo que permitió descubrir al Williams responsable de las partes más oscuras de la película y las brillantes interpretaciones originales de la música por parte de la orquesta. La única pega de esta versión de 1996 es que no contiene una selección completa de la música final y, desgraciadamente, no contiene la versión de los ‘End credits’. Por lo tanto, para escuchar la hermosa interpretación de piano del «tema de la persecución» es necesario el album anterior de MCA. Pero para el vigésimo aniversario de la película en 2002, MCA / Universal lanzó una nueva edición, esta vez ofreciendo la partitura original total de casi setenta y seis minutos. Agregaron tres pistas, aunque no aportan demasiado a lo ya existente (por ejemplo, los ‘Main titles’ consisten principalmente en efectos de sonido atonal), y su masterización no es mejor que la edición de 1996. El verdadero elemento destacado es la incorporación de la interpretación original de los títulos de crédito finales.
En conjunto, la situación del álbum presenta problemas para los completistas de Williams y E.T.: ¿qué versión? Desgraciadamente, cada álbum tiene sus ventajas únicas. El original de MCA, con las ocho piezas de las versiones de concierto y la maravillosa ‘Over the moon’ y un estupendo sonido; el álbum de 1996 que limpió la calidad del sonido y cuenta con todo el material de la película que el aficionado puntual pueda necesitar y el disco del 20 aniversario, que completa el cuadro con el extra de unos minutos más de música y el original de referencia ‘End credits’. En cualquier caso, cualquier edición tiene una gran presentación de una partitura clásica, un logro que aún se mantiene como uno de los mejores del maestro Williams.
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Anterior entrega: Las grandes B.S.O.: “La lista de Schindler”, música de John Williams.