“Un canto al recuerdo y homenaje a las emociones que el cine es capaz de ofrecernos, y una demostración de cómo un compositor sin educación formal o clásica es capaz de enfrentarse al proyecto desde la intuición”.
Aunque nos empeñemos en que haya tiempo de por medio, hay películas que se convierten en clásicos prácticamente desde su estreno. Ocurrió con “The artist” y su banda sonora, un homenaje moderno al cine del pasado de la que nos habla Fernando Fernández en “Las grandes B.S.O”.
Una sección de FERNANDO FERNÁNDEZ.
“The artist”
Música de Ludovic Bource, 2011
Cuando se habla de los grandes títulos del cine, los “sospechosos habituales” suelen ser películas veteranas con mucha historia a sus espaldas, que han superado el paso del tiempo y se han ganado ese lugar. Los títulos modernos nunca suelen ser tenidos en consideración, precisamente por carecer de ese “tiempo” y por la injusta consideración de que lo pasado siempre fue mejor. Una lástima, porque podemos perdernos películas que realmente merecen la pena, como es el caso de “The artist”.
La música es la única constante del cine narrativo a través de la historia. Además de la narración, las películas actuales comparten algo con la época del cine mudo: su partitura musical, independientemente de las diferencias de estilo o sonido. Es un recurso narrativo natural y uno de los aspectos más importante de la cinematografía. Cuando el director francés Michel Hazanavicius decidió realizar su personal homenaje al cine rodando una película prácticamente muda a estas alturas del siglo XXI, la posición fue unánime: cualquier compositor hubiera deseado formar parte del proyecto
La película es un puro homenaje de amor y comprensión a lo que ha sido, es y será el cine, de ahí la preciosa representación del tránsito del cine mudo al sonoro en su maravillosa escena final, además de la cantidad de homenajes que hay a lo largo de la cinta. “The artist” tiene una factura moderna, pero utiliza recursos técnicos y estilísticos del cine mudo clásico, entre los que destaca la estupenda banda sonora compuesta por Ludovic Bource. Un compositor totalmente autodidacta, ya que aprendió a componer gracias a las clases de acordeón que recibió de niño y su formación como músico de jazz en su juventud, pero nunca estudió orquestación ni composición para cine. Era más conocido por su trabajo en el rock y la electrónica, algo más asombroso aún, ya que su partitura es un recordatorio impresionante de cómo funcionaba la música cuando era el único elemento sonoro de una película. Esto tenía una importancia vital para la comprensión de la trama, que Bource consigue que funcione maravillosamente junto a los actores, transmitiéndonos todas sus emociones.
La banda sonora de “The artist” permite a los personajes brillar en todos los momentos de la historia, pero nunca se siente como un conjunto anticuado o sacado de la década de los 30. La música incluye una gran cantidad de estilos musicales que representan el período de tiempo al que homenajea la historia, pero tampoco es diferente de la música que un compositor actual realizaría buscando incorporar el entorno y la atmósfera en una partitura. Que la música genere la sensación de estar en 1930 no significa que la banda sonora esté tratando de ser de esa época. Es una música moderna para una película muda, y en eso estriba la mayor parte de su belleza. Y es algo muy raro de poder experimentar en el cine actual
La música busca centrar su estilo en las deliciosas composiciones sinfónicas de la década de los 40, junto con una trama cercana a musicales como «Ha nacido una estrella» y «Cantando bajo la lluvia». En una de las escenas clave realiza un homenaje literal a Bernard Herrmann incluyendo la música de la famosa «Escena d’amour» de «Vértigo». El compositor acierta maravillosamente al llevarnos a lugares conocidos y refrescantes. Inicialmente se pensó utilizar música experimental contemporánea, pero director y compositor escucharon juntos música de clásicos de Herrmann, Chaplin, Max Steiner y Franz Waxman buscando identificar e incluir una música que todos los espectadores tienen grabado en sus recuerdos. Una música que identifica claramente a los protagonistas como personajes multidimensionales cargados de emociones y sentimientos.
La música, como la película, es todo un canto al recuerdo y homenaje a las emociones que el cine es capaz de ofrecernos, y una demostración de cómo un compositor sin educación formal o clásica es capaz de enfrentarse al proyecto basándose en su intuición. Componer para gran orquesta, con gran infinidad de colores y estados de ánimo. El resultado es simplemente una delicia para todos aquellos que disfrutamos de música que no tiene miedo de mostrar claramente sus intenciones, y una prueba de cómo lo pasado tiene su cabida en la actualidad, sabiendo mantener su propia personalidad.
Ediciones discográficas
La banda sonora oficial publicada incluye los elementos más destacados para que los aficionados puedan saborearla, aunque evidentemente no incluye los más de 80 minutos de música de la película. Afortunadamente este es uno de esos casos donde podemos disfrutar de la música perfectamente acompañada de las imágenes, para disfrutar doblemente de ella.
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Anterior entrega de Las grandes B.S.O.: “La profecía” (1976), música de Jerry Goldsmith.