“Nathaniel Rateliff and the Night Sweats firmaron, quizás, el mejor concierto del festival, por su voz, conexión con el público y la energía que transmitieron”
El segundo fin de semana de julio se celebró en Jaen la nueva edición del festival Blues Cazorla, por el que han desfilado Nathaniel Rateliff, 091, James Hunter, Aurora and the Betrayers y Los Zigarros, entre otros. Allí estuvo David Pérez.
Texto y fotos: DAVID PÉREZ.
Justo cuando el verano comienza a dorarnos la piel y a llenar de salitre las huellas de días perdidos, el blues, como cada año, llama a nuestra puerta. Surcamos el océano de festivales y atados al mástil, tras dejar atrás los cantos de sirena del BBK, avistamos esa tierra prometida donde los rayos del sol encuentran entre olivos el plata de mil armónicas.
Es jueves por la tarde y sorprendentemente llueve en Cazorleans. Mientras imaginamos que el albero de la plaza puede llegar a convertirse en algo muy parecido al barro de Woodstock cuando la luna nos salude, nos refugiamos en el ayuntamiento para inaugurar esta 22 edición con una buena dosis de boogie a cargo de Hot Nasho.
La música se lleva las nubes y todo lo demás. El olor a tierra mojada entre cervezas y amigos nos transporta poco a poco al escenario principal, donde un James Hunter que rebosa clase por los cuatro costados y es ya unos de los nuestros, mece las estrellas con su soul y rhythm and blues. Pero ninguno de los presentes se cree eso de “veinte años no son nada” y piden a gritos resurrección y rock n’ roll… La noche es de 091. La expectación es total y estalla la plaza (alcanzando su mayor aforo) cuando los granadinos saltan a las tablas e interpretan lo mejor de su repertorio como si fuera la primera y última vez. Y aunque Lapido y Pitos casi ni se cruzan la mirada, la banda al completo arde en cada canción y el público junto a ellos. ‘La noche en que la luna salió tarde’, ‘Este es nuestro tiempo’, ‘La torre de la vela’ o ‘Qué fue del siglo XX’ son coreadas por todos de principio a fin. ‘La vida que mala es’ aún resuena bajo el cielo de Cazorla.
Estamos recuperándonos y sale a escena una de las bandas patrias con más proyección y más solidas en directo de nuestro país, Aurora and the Betrayers, un torrente de soul, funky y rock que ya hizo estragos el pasado año en el escenario de Jaén Paraíso, y que en esta edición hará lo propio en el principal. Aurora es fuego y la jornada explota con su voz y contoneo en una ‘Who do you think you are?’, pura dinamita. Y el duelo de armónicas resplandecientes de Seydel Harp Attack, con Emilio Arsuaga y Mingo al mando, se funde y despide la madrugada con el sabor más auténtico.
El viernes se antoja imborrable cuando posponemos el contacto con la mágica plaza del pueblo y conversarnos con Lazy Lester en su hotel, leyenda viva que para el tiempo cantándonos viejas canciones country con su fender desenchufada o relatándonos a fuego lento historias y secretos que pronto contaremos. Emocionados y agradecidos llegamos a la Plaza Santa María que nos recibe con cuarenta grados, el mejor de los ambientes y una versión del ‘House of the risin’ sun’ a cargo de Pink Suede bajo la mítica guerra de agua.
Pisamos el escenario de la Plaza del Cristo y Drum Cat Blues llenan de esencia la tarde, desde Little Walter a BB King. Tras el groove de La Depravada Blues Band, un poco del rock sureño de All Men Brothers Band y a coger fuerzas para la mejor noche.
‘Blue stop knockin’’ y Lazy Lester sobre las tablas sacándole brillo a su armónica y al firmamento, demostrándonos que con 83 años su música es tan joven y sincera como su espíritu. Mr ‘Sugar coates love’, ese ‘lover not a fighter’ eterno sonríe y disfruta como un enano en el escenario, siempre bien acompañado de Álvaro Bouso y Emilio Arsuaga, con los que bromea y tiene un feelin especial en cada tema. Se le ve pleno, dice que pronto será vecino de Cazorla y termina regalándonos ‘Jambalaya’, la eternidad y un día.
Era la primera vez que visitaban España y Nathaniel Rateliff and the Night Sweats arrasaron con todo. Firmaron el que quizás fue el mejor concierto de festival, por su voz, conexión con el público y la energía que transmitieron en todo momento, guitarra voladora incluida. Empezaron la fiesta con ‘I need never get old’ y el ritmo no paró hasta que finalizaron con una ‘S.O.B.’ que bailamos y coreamos incluso después de que se fueran. Tras Nathaniel no llegó la calma, sino las seis cuerdas que mejor sonaron este año, Mr. Sypp con su ‘Mississippi Blues Child’ bajo el brazo. Exprimió su guitarra sobre las tablas y recorriendo el albero, haciendo coreografías con sus músicos o retorciéndose por los suelos. Hasta Shakura S’Aida quiso contar con él… Pero no le hizo falta para conquistarnos, es una diva y su voz y puesta en escena dejaron a la madrugada con los ojos abiertos como platos.
Último round y venció de nuevo al calor el agua helada de la fuente de piedra y el ambiente festivo de la plaza Santa María, donde Shemekia Copeland fue la reina indiscutible (repetiría corona por la noche) y Txus Blues y Jose Bluefingers aparecieron por sorpresa, tocando techo la fiesta cuando cantaron el himno del festival.
Nos mudamos al escenario Jaén en julio y allí Txus y Jose volvieron a encandilarnos con sus letras y sus blues pegadizos. Repitieron y caldearon más aún la tarde Los Perros del Bogui, a los que les siguió el rock n’ roll de Los Zigarros, que conquistaron rápidamente al público con sus temas y con el ‘You really got me’ de los Kinks o el ‘My generation’ de los Who.
Cord Carpenter Band, muy elegante pero algo descafeinado, no termino de enganchar a la mayoría de la audiencia, cosa que sí hizo Shemekia Copeland tras el primer parpadeo. Hasta soltó el micro y cantó a pleno pulmón. El eco de su voz nos perseguirá durante mucho tiempo.
Popa Chubby demostró su virtuosismo a la guitarra y nos brindó un ‘Hey Joe’ y un ‘Wild horses’ antológicos. Y cerraron la edición Oli Brown, Kev Hickman y Aaron Spiers a base de guitarrazos y un sonido, por momentos, demasiado contundente.
Si el blues no llama a nuestra puerta, llamaremos a la suya. Hasta pronto Cazorleans.