“He ganado el campeonato del mundo de boxeo, pero han estado doce asaltos dándome hostias, he llegado a mi casa con el cinturón de campeón, pero con un ojo a la virulé, la nariz rota y la mandíbula desencajada, y ahora tengo que recoger los pedazos”
El próximo 21 de abril Ramoncín comienza una nueva etapa, y lo hace en su casa, Madrid, con un concierto gratuito con el que pretende darle las gracias a todos aquellos que han estado a su lado durante el tiempo que ha durado el “caso SGAE”, del que finalmente quedó absuelto. En esta entrevista habla con su desparpajo habitual.
Texto: JUAN PUCHADES.
Fotos: INMA CARRIÓN.
Él mismo lo comenta en esta entrevista, “qué biografía más contundente la mía”, y es cierto, su biografía, si uno se detiene en ella, es la más increíble de la historia del rock español. Un relato que, por momentos, de tan alucinante, pareciera de ficción. Pero no, es real, Ramoncín ha estado ahí, en el ojo del huracán desde los inicios de su carrera. Se podría pensar que le gustan los líos y la vida al borde del infarto, pero quienes lo conocemos sabemos que habría preferido protagonizar un relato más pausado, menos accidentado. Sin embargo, detrás de todos esos episodios, y como uno nunca se cansará de repetir, quedan los discos y las canciones, que es lo que permanece. Y este superviviente, acostumbrado a fajar golpes sin consideración, fue pieza clave, por mucho que algunos quieran olvidarse, para renovar el rock español en la segunda mitad de los años setenta, contribuyó decisivamente a dotarlo de identidad, con discos tan rotundos como el debut homónimo (1978) y “Barriobajero” (1979), y ya en los años ochenta “Arañando la ciudad” (1981), “Ramoncinco” (1984), “Como el fuego” (1985) y “La vida en el filo” (1986) fueron éxitos superlativos, plagados de canciones poderosísimas, que marcaron a una generación. Ahora, juzgado y absuelto por la Audiencia Nacional (y condenado por millones de internautas) en el “caso SGAE”, comienza de nuevo, y lo hace con un concierto gratuito el 21 de abril (la fecha en la que su querido Bruce Springsteen tocó en España por vez primera: en Barcelona, en 1981, hace treinta y cinco años). Un concierto, llamado del honor y la amistad, que pretende ser una celebración, y por ello las entradas son gratuitas, solo hay que hacerse con las invitaciones en este enlace.
Buen momento para entrevistar a Ramón, con el que arrancamos la charla hablando de la muerte de Manolo Tena, con el que colaboró: “Sí, escribimos juntos ‘Nicaragua’, y a Alarma!!! los llevé de grupo invitado en distintas ocasiones, porque compartíamos mánager. Así que claro que tuve relación con Manolo, pero hay un momento en que Manolo se quita de en medio, se mete en Proyecto Hombre, sale, vuelve, han sido muchas cosas, y estos últimos diez años estaba en Canarias, con una niña de diez años, que fue padre con 54 años, al final lo que pasa es que ha llegado la factura. Yo le llamo la factura de los años ochenta. La factura de los maravillosos ochenta… alguien deberá escribir algún día de los ‘malditos ochenta’. Porque la factura es acojonante”.
Una cosa que llamaba la atención estos días fueron los titulares que se referían a Manolo como parte de La Movida. Qué mal se han contado, y se cuentan, los años ochenta. Porque mira que fueron variados y ricos musicalmente, pero ahora todo se mete en el mismo saco, el de La Movida.
Manolo es un artista de los años setenta. Nosotros nos encontrábamos en un local de la calle Embajadores que se llamaba Faico, donde ensayaban Cucharada, Rosendo, yo, luego Paraíso, también Georgie Dann, Joselito… eso eran los años setenta. Los que más tiempo estuvieron en ese local fueron Cucharada, y luego yo, y nos encontramos ahí hacia el 77 o el 78. Cuando he visto las necrológicas de Manolo… Lo hablábamos estos días en casa: las necrológicas son tan horribles que dan ganas de no morirse. No me pienso morir nunca. La necrológica me la pienso escribir yo. Y lo más acojonante es esa atención mediática a la muerte. Es una cosa…
Eso tiene que ver con internet, las redes sociales se han convertido en unas inesperadas e inagotables plañideras, en las que la gente llora a quien sea, un día a Manolo Escobar, otro a Bowie y después a Manolo Tena. Así que a los medios las necrológicas les funcionan de puta madre, y se vuelcan con muertos a los que no trataban en vida, y eso sí es dramático y vergonzoso.
Ojalá hubieran tratado a Manolo con el último disco la mitad de como han tratado la muerte. Por otro lado, en la capilla ardiente, en la sala Manuel de Falla, fue impresionante ver la cantidad de coronas, de ramos de flores de gente que de verdad sentía una necesidad de expresar su cariño y de rendirse a su talento. Pero lo que vende en los medios son estos temas, tribunales, necrológicas… de eso tengo un máster, tío.
El 21 de abril ofrecerás en Madrid, en la sala Changó, lo que denominas el “concierto del honor y la amistad”, ¿qué es exactamente?
Es un dar las gracias mirando a la gente a la cara, porque en el balance de este tiempo he visto muy pocas espaldas que importen de verdad, esas espaldas que dices “¿cómo ha podido hacerme esto este amigo, o ese familiar?”. Eso no ha ocurrido. Esto ha servido para despejar el sendero y ver que hay una cosa que son los amiguetes, los compañeros ocasionales de profesión, uno que pasa por ahí, al que le mueve el interés, y ese “ahora no conviene” que lo impregna todo. Es curioso cómo pasa todo y de nuevo empiezan a llegarte otra vez invitaciones: “te invitamos a la presentación de no sé qué”. Frente a eso, ha habido gente que ha sido de una fuerza, de una entereza tremendas, y desde el primer momento, desde la imputación hace tres o cuatro años, y en ese periodo que va de mayo pasado hasta la sentencia, ha habido gente… te juro que estaba más preocupado por ellos que por mí. Yo sabía que no había hecho nada, pero si te condenan a un euro y a un día, ya eres culpable, y yo sé que no, ¿pero y el chaval que te ha estado defendiendo en el bar con los amigos?, que no pueda ponerse delante de la gente y decir “¿y ahora qué?”. Claro, se ha producido una cosa acojonante, toda esa gente, la verdad es que muy educadamente, me han dicho “no sabes qué alegría me ha dado volver a mi curro y sentarme con un tipo que había allí y decirle, ¿y ahora qué, amigo?”. Porque aquí pasa una cosa, sale la absolución, pero todavía eres culpable, ¡que es algo…! ¡Pero bueno! Esto es el colmo, es el “sí, pero tal vez, cualquiera sabe”. Menos mal que, en medio de todo eso, va el funcionario, y teniendo la posibilidad de recurrir al Supremo, que es algo que le permite la ley, va el tío y desiste, porque esto es una sentencia de la Audiencia Nacional, y puedo recurrir —de hecho anunció que iba a recurrir— y cuando el Tribunal Supremo dice “aquí hay que venir con argumentos”, desiste. Pero tú ya te conviertes en algo más que inocente, porque hay que darle la vuelta, y al final, para algunos, eres inocente vigilado. Me gustaría saber si los que dicen y hablan pasarían por la lupa, nada menos, de un fiscal anticorrupción de la Audiencia Nacional, por un tribunal de la Audiencia Nacional, y salieran como yo, libres y absueltos. Me gustaría saber cuántos pasan ese análisis. Pues yo lo he pasado, y habiéndolo pasado con la ayuda de la gente que ha estado durante este tiempo, hemos planeado este concierto, para ellos, para verles la cara.
Al hilo de lo que contabas, hace un rato, en el muro de Facebook de EFE EME, en una noticia sobre este concierto tuyo, leía un comentario de alguien que, en tono de sorna, decía “¿Y ha invitado a Teddy Bautista?”.
La gente es gilipollas, ¿no? Claro que lo he invitado, y él decidirá si quiere venir o no, por supuesto que sí, y Teddy Bautista, si al final le abren un juicio, que no se lo han abierto…
No se lo han abierto, ¿no?
No, no, es que no le han abierto juicio a nadie todavía, y van cuatro años de instrucción, con tres jueces distintos, y si lo abren pues tendrá que hacer lo mismo que he hecho yo, ir allí a demostrar su inocencia, a llevar sus papeles, a explicar las cosas. Aquí es que padeces primero la pena del Telediario, luego padeces la pena del banquillo, luego hay una que padeces tú solo, que es la espera, y eso es lo peor: “Visto para sentencia”, y le dan al mazo, y tú dices “¿y ahora qué?”. Fíjate lo que son las cosas, el juicio terminó el 19 de diciembre, y el 27 de ese mes el tribunal pasa la sentencia absolutoria, y alguien decide no hacerla pública hasta el 12 de enero. Es decir, que se joda las navidades, el fin de año, los Reyes, porque alguien, que la tiene en su mesa, decide que no, que no celebre la fiesta con la familia, con su madre, con sus hijos, con alegría, no, el tío lo deja ahí y te lo dicen el 12 de enero. Tú estás en Nochevieja con tu familia, con tus hijos, comentando a ver cómo empieza el año, porque vaya mierda de año, y todos jodidos y preocupados. Además tengo los cumpleaños de dos de mis hijos el 2 y el 4 de enero, es decir, se junta todo: Navidad, año nuevo, cumpleaños y Reyes, y tengo la costumbre de salir la noche de Reyes, y te das ese paseo que te has dado siempre y ves a todo el mundo con esa cara de preocupación, que mi abogado me decía “no tienes que preocuparte de nada, el juicio ha estado clarísimo, se ha demostrado todo”. Y todo eso está muy bien, pero tiene que salir la sentencia, y cuando te dicen que estás absuelto, no veas qué alegría, pero vas a recoger la sentencia y ves que la fecha es del 27 de diciembre, y claro, preguntas: “oiga, ¿cómo es que me la dan ahora?”. “Bueno, es que nos hemos ido de Navidad”. Claro, frente a estas cosas, la payasada de uno de si invitaré a Teddy Bautista… Soy muy burro, y si veo una cosa de esas le digo: “no, te voy a invitar a ti, y a tu puta madre también”. La gente ha perdido completamente el sentido de la decencia, es una cosa acojonante, y eso es lo peor. Y luego están los medios, aunque también ha habido gente, como Carles Francino, que me ha dicho “si aquí hemos dicho esto, es de justicia, ya que hay una absolución, que entres y digas lo que tengas que decir”. Pero tampoco creas que ha sido una cosa de muchas llamadas, para lo otro sí, te llamaba todo el mundo; cuando el día de la acusación el teléfono iba a explotar, empieza el procedimiento, cámaras, todo el día llamando. Después, se anuncia la sentencia y te llaman tres, porque no interesa.
¿De lo sucedido durante este tiempo sacas alguna conclusión?
Lo primero que pasa es que te conviertes en más incrédulo de lo que ya eras. Yo he sido muy incrédulo siempre con los medios, porque he vivido la creación de una persona que decían que era yo, y ese no era yo: se inventan un muñeco que se parece a ti, que habla como tú, pero que no eres tú, y lo aprendí muy pronto. Lo primero fue entrevista en “Interviú”, revista de puta madre y enrollada de finales de los años setenta, una de esas entrevistas que te hacían a propósito de un programa de radio que tenían, y dices que esto de cantar es la hostia, porque te subes al escenario y es una sensación como tener un orgasmo. Titular: “Ramoncín: me corro cantando”. Pregunté si se podía hacer algo contra eso, me dijeron que no, me aburrí de llamar y de escribir cartas: “que no he dicho eso”. “Interviú”, diez años después, me preguntan qué me parece el SIDA, y digo “es algo increíble, porque afecta a los gays, a la gente promiscua, a los yonquis, vamos, parece algo que le hubiera encantado al Vaticano”. Titular: “Ramoncín: el SIDA es un invento del Vaticano”. Y menciono estas dos porque son muy llamativas, pero errores desde la fecha que has nacido, tu nombre, el de tus hijos, con quién estás… es que es permanente. No lo digo porque esté hablando contigo y porque seas tú, pero es que las entrevistas que he dado en revistas musicales, en “Disco Expres”, en “Vibraciones”, en “Popular 1”, con vosotros en EFE EME, “Heavy Rock”, la que sea, nada, no tengo nada que decir, nada. En una revista musical han podido escribir que un disco mío es una mierda, y me parece muy bien, no tengo nada que decir, pero no he dado ni una entrevista en un medio musical, sea el que sea, que haya tenido que llamar y decir “oye, que han manipulado lo que he dicho”. Nunca. Y mira que he dado entrevistas, y entrevistas en territorio comanche en algunos momentos, porque hablar en “Ruta 66” en un momento dado era duro, porque no era el chico más querido, y nunca he podido decir esto es mentira, no, las entrevistas han salido clavadas. Parece que ese afán por transformar tus palabras de algunos periodistas se da en otro mundo. Y como eso va a ser siempre igual, he llegado a la conclusión de que lo mejor es no decir nada. Voy a la radio en directo, a la tele ya no tengo mucho interés, pero si tuviera interés iría, y hago estas entrevistas contigo, con EFE EME, y con la prensa musical que me llame. He hecho una cosa para “Diez Minutos”, de esto que te ofrecen seis páginas, y dices “estupendo, grabada y firmado que vas a dar el visto bueno a todo”. Y después de eso, y con una periodista como Rosa Vicallastín, que me conoce y la conozco, y que hace su relato perfecto, los titulares, los destacados, son inventados, y la biografía es inventada. O me llama “Interviú” que quiere hacerme una entrevista, seis páginas, vale, perfecto, que la entrevista sea de esta manera, “eso sí, queremos que en las fotos salgas crucificado”, y digo, “¿cómo me quieres crucificar, vestido, en pelotas o con taparrabos y corona de espinas”. Mi mánager, el pobre, pregunta exactamente eso. Y responden “cuanto más parezca crucificado, mejor”. Respondí que ningún problema, “en pelotas si quieres, pero son treinta millones de euros”. Para que se den cuenta de la desproporción, para que se den cuenta de la barbaridad. Es muy flipante.
Todo este proceso habrá sido muy duro en lo personal.
Esto parece chulería, pero jamás me iba yo a imaginar que tendría la capacidad de aguante que he tenido, no me he tomado ni una pastilla, ni una. No he ido al psicólogo, ni al médico, he tenido noches jodidas, momentos en los que te despiertas y te entra un flipe de la hostia, pero había planeado todo, a lo bueno y a lo malo, y firme. Tan firme que de las tres sesiones del juicio la última es el único momento en que sentí un bajón, por una razón, porque apareció un tipo a hablar de contabilidad, al que habría matado, de cómo llevo mis cuentas, cuando aquello no iba de eso, el tribunal estaba perplejo, y al final apareció un Guardia Civil que fue a decir inexactitudes, no quiero decir el otro adjetivo, y que fue el propio tribunal el que le hizo una pregunta, y que un tribunal haga una pregunta a un testigo del ministerio fiscal es lo más raro, había letrados que llevan veinte o treinta años que no habían visto eso jamás. Era tan descarado cómo el tipo iba el último día, que además dijo que no podía ir antes, y se había pedido ir el último día, que está claro, y ahí se sienta un tipo con toda la jeta y piensas “¿esto me pasa a mí o le pasa a todo el mundo? Este tío está aquí diciendo falsedades, y el tribunal tiene que decirle que no siga”. Porque le hacen una pregunta y responde “sí pero…”. Y le dicen “Sí o no?”. “Sí”. “A ver, levántese”. Eso a mí me puso, puaj, no te imaginas, la mala hostia, el bajón, porque es que no te lo crees, yo entiendo que un tío recibe una información, que le cuentan, que estás en el punto de mira, y se dan cuenta de que o hacen ruido o eso se les muere en las manos y la gente se va a reír de ellos, y dicen “venga, vamos a por este”. El tío [se refiere al fiscal] se mosquea muchísimo conmigo en el interrogatorio de imputado que me hizo el juez Ruz, y luego él. Le di sin compasión, y le dije todo lo que quería decirle y todo lo que pensaba, y se lo dije mirándole a los ojos, y él pensó “ya te esperaré”. Me parece bien, es su derecho y tiene sus razones para hacerlo, pero de ahí a tratar de manipular la verdad, eso es la hostia, tío. Eso lo voy a contar con detalles, cuando me relaje un poquito lo contaré con detalles, pero es que desapareció una factura en el camino, hay una factura que vuela, y en pleno procedimiento nos tenemos que ir a un notario para que dé fe de que esa documentación existe, y el tribunal lo admite. Tenemos que presentar documentación el último día del juicio, el tercero, ¡porque ha desaparecido!
¿Había desparecido en el propio Juzgado?
Sí, sí, en una documentación que dicen que envían no aportan una factura fundamental, la de un contrato, y dicen que el contrato no existe, y estaba ahí. Fue un proceso muy fuerte, muy jodido, es luchar de verdad, con todos los medios a tu disposición, porque existe la posibilidad de que te metan en la cárcel. A mí lo que me llamó mucho la atención fue no oír en ningún sitio a nadie decir “pero alguien como él se va a meter en un lío de 47.000 euros”, que esto tú y yo lo hablamos en una entrevista, ¿te acuerdas? E incluso, si alguien se mete, ¿eso son cinco años de cárcel? Porque si lo de Rato es verdad será cadena perpetua. Pero algo que me han enseñado es que no existe la proporcionalidad, tú puedes ir a la cárcel el mismo tiempo metiéndote en un problema de 50.000 euros que metiéndote en un problema de 50 millones de euros. Algo insólito. ¡En fin! [Silencio.] Pero qué biografía más contundente la mía, tío.
“La música está en rehabilitación. Seré uno más rehabilitándose. Es verdad que los demás tienen una pierna rota y yo tengo las dos… Vamos a ver cómo lo hacemos, le preguntaré a los que tienen una pierna rota cómo lo hacen”
Una biografía que, en lo profesional, comenzó con el lanzamiento de huevos.
Sí, esa es otra cosa de la que no se ha hablado, es que no se sabe cómo ponían en los años setenta a la gente en los pueblos, es que no se sabe los problemas que había, en mi caso porque se hizo ruido. Es que la gente no sabe lo que le hicieron a los Hombres G, y ya metidos en los ochenta, y lo que le hacían a los grupos y a los cantantes de fans. En mi caso no sé por qué se hizo tanto ruido, me pilló. Y sí, me tiraban huevos, es verdad, pero nadie vino a tirarme al pilón ni me han puesto plumas ni nos hemos tenido que inflar a hostias con medio pueblo, ni nos han quemado la furgoneta… que es algo que pasaba. Pero nada, que digan, ¡qué le vamos a hacer!
El concierto de Madrid del día 21, ¿lo entiendes como una celebración?
Sí, totalmente, será un guateque en todos los sentidos. En todo este lío he tenido dos conciertos, y han estado muy bien, pero con esa sombra, y teniendo que decirle a la gente “os agradezco que hayáis venido, pero no quiero hablar del tema”. Hace unos días hicimos un miniconcierto en Madrid, para recaudar dinero para Educo, una asociación que ayuda a niños, y ahí ya salgo y pongo la carita y digo “inocente”, pero al ser un festival, no era mi público, actuaba más gente, sobre todo muchos grupos de heavy, y fue tremendo, fueron 25 minutos de una intensidad brutal, pero este concierto del día 21 es el de la gente, el de la gente que está ahí esperando, gente que en medio de todo esto se ha tatuado mi nombre en el brazo, y se han tatuado frases mías de canciones en la espalda, y esa gente lo ha hecho en ese momento, durante ese tiempo. Imagina las ganas que tengo de verles la cara.
He visto que tienes programados varios conciertos para las próximas semanas, ¿qué planes tienes?
Vamos a tocar todo lo que podamos, pero vamos a ir paso a paso. He ganado el campeonato del mundo de boxeo, pero han estado doce asaltos dándome hostias, he llegado a mi casa con el cinturón de campeón, pero con un ojo a la virulé, la nariz rota y la mandíbula desencajada, y ahora tengo que recoger los pedazos, porque hay mucho pedazo que recoger. Este fin de semana [por el pasado] estamos en La Rioja, en Aldeanueva de Ebro, luego tenemos el concierto de Madrid, que va a ser más especial, a lo mejor estreno alguna canción, después nos vamos a Pamplona, a Eibar. Además se reactiva la idea del cofre, que el director de Warner, Charlie [Sánchez], dice que hay que hacerlo, un cofre donde esté recogida toda la discografía. Además, con Gabi Abril hemos preparado una historia que nos gusta llamarla “Ramoncín en los huesos”, son doce canciones, igual lo dejamos en ocho, o puede que alguna más, son canciones hechas en crudo, guitarra y voz, nada más, una cosa que no tiene nada que ver con un grandes éxitos y que será para animar esa caja, que lleve algo distinto de verdad, no el acústico típico, sino una canción dura que se conoce muy instrumentada, que nadie puede imaginar que se pueda cantar solo con una guitarra. Llevará también un libro con casi un centenar de artículos de gente que ha escrito sobre mí, gente del cine, del teatro, de la música. En cuanto eso esté resuelto, quiero meterme a grabar el disco nuevo.
Es decir, que vas a retomar los proyectos que quedaron en suspenso.
Sí, totalmente. Y con alguna cosa nueva más, me han dado a leer una obra de teatro muy interesante, de un tío que me gusta muchísimo, Ignacio Vidal. He estado viendo sus funciones, él ha venido a los conciertos, ha escrito cosas muy comprometidas para estos momentos duros. Y tiene un texto que se llama “Backstreets”, como la canción de Springsteen, es la historia de un rockero de mi edad, con esas cosas que nos pasan a esta edad, de relación con los hijos. Es una función de teatro muy interesante, y lo mismo, lo que son las cosas, después del 86, treinta años después, vuelvo a hacer teatro otra vez. Eso me tiene muy emocionado, me gusta mucho ese texto.
¿Eres consciente de que te resultará difícil la rehabilitación musical, que el camino puede ser complicado?
Bueno, es que la música toda está en rehabilitación. Seré uno más rehabilitándose. Es verdad que los demás tienen una pierna rota y yo tengo las dos… [risas]. Vamos a ver cómo lo hacemos, le preguntaré a los que tienen una pierna rota cómo lo hacen. Si piensas en alguien que no ha tenido problemas como los míos, alguien que esté bien visto, pues tampoco es para tirar cohetes. Si es que, vaya putada, aquí está todo el mundo peleando por lo mismo. Eso sí, en directo, como yo, ninguno. Lo siento muchísimo, en el alma, y lo digo con todo el respeto, que hay gente que lo hace de puta madre, pero lo que nosotros hacemos en directo, ninguno. Las horas de concierto nuestras desde el punto de vista de dos guitarristas, sección de ritmos, teclados, es difícil de ver por ahí. Así que confío muchísimo en que esa rehabilitación pase porque la gente vea el directo que hacemos, que es muy contundente. Ahora estamos en plenos ensayos, ayer ensayamos y era… ¡buf! Había un elemento en el grupo con el que no terminaba de entenderme bien, el bajista, hemos metido un bajista nuevo en la banda y es una algo bestial. Los chicos llevan mucho tiempo tocando conmigo, conocen los temas, les han dado vida, han encontrado cosas nuevas en las canciones, y también pasa que vamos con la mala hostia y la rabia de las ganas que tenemos.
Imagino que durante este proceso tus músicos no lo habrán pasado precisamente bien, no debía ser fácil ser integrante de la banda de Ramoncín.
Joder, imagínate, de tener planeadas una serie de cosas y tener que decirles que lo siento mucho pero que se para todo: conciertos anunciados y suspendidos, gran concierto en Madrid suspendido, no grabamos, y los tíos han seguido ahí, y mandarte un mensaje diciendo “estamos tocando ahora mismo tal canción, estamos ensayando, nos juntamos el martes para repasar esa canción y estamos viendo cómo va”. ¡Joder, no veas! Lo de los chicos ha sido una lección, una cosa acojonante, de verdad, ha sido muy muy muy emocionante.
¿Te arrepientes de algo que hayas hecho durante estos últimos años, algo que te haya conducido al infierno por el que has pasado?
Quedaría muy bonito y muy rockero que dijera “no, no me arrepiento de nada”, con dos cojones. Pues sí, me arrepiento. Me arrepiento de casi todo [risas]. Por lo menos de casi todo lo relacionado con esto, porque no tenía ninguna necesidad. Ninguna necesidad de defender a un colectivo, ni sacar la cara y luchar contra la piratería, ese es el error más grande de mi vida. Pero seguramente caería otra vez en el mismo error, porque una cosa es decir si te arrepientes y otra decir si lo volverías a hacer, mentiría si dijera que no. A ver, sabiendo lo que sé, diría que no, pero en las mismas circunstancias, lo haría, porque va con mi carácter, y creí que era lo que tenía que hacer, y que si estaba sentado en esa silla elegido por votos en listas abiertas era porque la gente esperaba que hiciera algo por ellos, y es lo que hay que hacer. Me avergüenzan los que están y no hacen nada, y eso podemos verlo ahora en la política. Claro, sabiendo lo que iba a pasar, no me habría metido. Claro que me arrepiento, cómo no me voy a arrepentir, y cuando quise parar, ya era imposible.
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