“Quique González conmueve, tiene un mensaje y te lo entrega”

Autor:

ENTREVISTA: JUANJO ORDÁS

 

Foto: Fernando Maquieira.

“Quique González nunca se repite pese a moverse en unos parámetros muy definidos. Eso tiene mucho mérito”

 

Entrevistamos a Juanjo Ordás, autor de “Quique González. Una interpretación de los hechos”, libro editado por EFE EME que analiza la obra del músico madrileño.

 

 

Texto: EFE EME.

 

En EFE EME, Juanjo Ordás necesita pocas presentaciones, pues lleva colaborando aquí desde hace cerca de una decena de años. Es una de las firmas imprescindibles de esta casa y una de las más notables del periodismo musical de nuestro país. En los últimos meses ha estado dando forma a su segundo libro: «Quique González. Una interpretación de los hechos», en el que nos adentra en los discos, las canciones y las giras de Quique González desde los comienzos de su carrera, con el álbum «Personal», hasta el reciente «Me mata si me necesitas». Un volumen, editado por EFE EME, imprescindible para tratar de comprender mejor la obra de este compositor e interprete madrileño que se aproxima a los veinte años de trayectoria musical. Para hablar de su libro, y de Quique González, charlamos con Juanjo Ordás.

 

La primera pregunta parece obvia: ¿por qué un libro sobre Quique González?
Es un músico cuyo trabajo me gusta mucho y me parecía interesante bucear en su obra y tratar de responder a las preguntas que surgían. Vi que sería un proceso en el que podría aprender, que me podía saciar como seguidor suyo. No estoy para enseñar nada a los lectores, estoy para aprender junto a ellos. Yo soy el que escribe, cierto, pero no dejo de ser uno más. El lector y yo vamos de la mano.

 

Para definir el sentido de esta obra se antoja importante el subtítulo: “Una interpretación de los hechos”. Es decir, “una”, la tuya. ¿Quisiste dejarlo claro desde el principio?
Sí, es importante. No quiero que nadie espere una biografía más o menos objetiva. Lo que pretendo con el libro es generar debate dentro del lector. Que recorra conmigo la obra de Quique González desde un punto de vista analítico, que la lectura sea una experiencia, no un acto cotidiano. Es inevitable que aplique mi punto de vista porque no sé escribir de otra manera, pero cuando el lector está inmerso en el libro, en realidad estamos haciendo el camino juntos. Necesito que mis libros sean modestamente transformadores, que el lector sea alguien distinto después de leerlos, que su perspectiva sea distinta, que pueda escuchar la música de una forma nueva.

 

¿Cuándo escuchaste a Quique González por vez primera?
Fue con “Personal”. Pasaron por televisión el vídeo de “Cuando éramos reyes”, y ahí ya me di cuenta de que Quique González era un tipo interesante. De todos modos en ese momento no le presté toda la atención que se merecía. Es que en esa época yo andaba muy metido en Bauhaus y Jane’s Addiction. Bueno, ¡todavía sigo muy metido en Bauhaus y Jane’s Addiction!

 

¿Qué es lo que más te fascina de su obra?
Que conmueve. Que es un autor. Que tiene un mensaje y te lo entrega. El mensaje de Quique González nunca está adulterado. También que nunca se repite pese a moverse en unos parámetros muy definidos. Eso tiene mucho mérito.

 

En el libro has unido dos modelos narrativos: por una parte es un texto que, esencialmente, se estructura alrededor de tu opinión personal, de tu análisis pausado de discos, canciones y giras, y por otra has decidido que tanto Quique González como una gran parte de sus colaboradores ayuden a construir el relato y que ellos mismos opinen, ¿por qué esa doble visión?
Es un poco por lo que contaba antes. Doy mi visión analítica para reflexionar sobre las canciones pero también quiero conocer más. Y muchas veces, para conocer hay que preguntar. Todos estuvieron encantados de colaborar, fue un gusto. Pusieron su granito de arena junto al mío para que la obra tuviera mayor empaque. Me moría de ganas de preguntarle a Toni Jurado o a Karlos Aranzegui cómo consiguen su personal sonido de batería, quería que David Gwynn me explicara qué diferencias encontró entre su estilo y el de Carlos Raya cuando le sustituyó… Al fin y al cabo este libro obedece a la curiosidad. Como todos, ¿no?

 

Juanjo Ordás

Juanjo Ordás

“Hay partes absolutamente indescifrables de su cancionero, pero ahí opté por preguntarle a él”

 

En algún momento del libro citas ese complejo de inferioridad que aqueja al rock español: aquello de que lo de fuera siempre será mejor; y reivindicas que algunos discos de Quique, en los años en que se editaron, estuvieron entre los mejores de esos años, pero junto a los internacionales y en algunos casos al lado o por encima de sus propios referentes sonoros. ¿Por qué crees que tenemos ese complejo? ¿Crees que las clásicas listas de lo mejor del año no deberían hacer distingos entre nacional e internacional?
Sí. Y también pienso que en los Oscar habría que dejar de distinguir entre actores masculinos y femeninos. Respecto al típico complejo de inferioridad español, diría que es una cuestión geopolítica, histórica y evidentemente psicológica. Históricamente, España pasó de ser un imperio a una vieja potencia, por lo que se da una curiosa añoranza de poderío cuando lo que hay que hacer es entender los ciclos históricos. De ahí se pasa a un más curioso desdoblamiento de personalidad. Tienes al individuo que se lo toma como una injusticia y que ensalza a España a toda costa y también al derrotado que piensa que España da pena.  Se pasa de un ensalzamiento brutal de lo español a un complejo de inferioridad bestial dependiendo a quien preguntes. Creo que ambos se equivocan. En España, como en todos los sitios, convive lo mejor con lo peor. Es una cuestión que da para mucho. No veo por qué un disco de Bunbury no va a ser mejor que uno de Nick Cave. “Bohemio”, de Calamaro, es mejor que los últimos discos de Dylan y Neil Young.

 

¿Te ha resultado muy difícil introducirte en algunas de las letras más crípticas de su cancionero?
Mucho, pero se trata de agitar y probar el batido. Hay partes absolutamente indescifrables de su cancionero pero ahí opté por preguntarle a él. ¡Tenía que saber qué eran las siete luces encendidas y las siete campanas de redención de las que habla en ‘Te lo dije’!

 

La carrera de Quique González, en lo discográfico, está próxima a los veinte años y, sin embargo, parece que se le sigue considerando ese “joven” que escribe buenas canciones, y que no ha logrado dar el salto a públicos masivos: como comentas en el libro, está en la primera división del rock español, pero quizá con un perfil bajo en cuanto a popularidad. ¿Qué crees que sucede para que determinados artistas nacionales no tengan consideración de clásicos e incluso la percepción del tiempo que llevan en esto sea tan difusa?
Creo que la respuesta es más fácil de lo que pueda parecer. Hay autores que en el fondo son elitistas. Me explico, y, por favor, que esto no se saque de contexto, porque podría entenderse mal: hay autores de letras elaboradas y fuerza literaria que son sinceros, pero su producto va destinado a un público muy concreto de nivel cultural alto. Sin embargo, hay otros –como Santiago Auserón, Calamaro, Bunbury y Sabina– que pese a ser también autores de alto contenido intelectual y fuerza literaria han conseguido situarse en el punto exacto entre lo popular y lo erudito. Ninguna opción es mejor que otra, pero es imposible que Quique toque para masas, porque su música no es para masas. Se trata de un elitismo involuntario que a mí me parece que está muy bien.

 

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Su disco más mitificado es “Salitre 48”, sin embargo tú opinas que hubo mucha y buena vida detrás de él, ¿es así?
“Salitre 48” es un muy buen trabajo pero, en efecto, pienso que hay discos de Quique superiores a él. Por producción, concepto y canciones.

 

¿Tienes la sensación de que muchos seguidores de primera (o segunda) hora llegaron a su obra por “Salitre”, en rigor una colección de maquetas, y de ahí la mitificación?
No lo sé. “Salitre 48” es una obra que te habla muy de cerca. Es lógico que gustara a tantos.

 

Has conversado con los productores de los discos primeros, Carlos Raya y José Nortes, ¿eres de los que piensas que fueron esenciales para definir su sonido y formas?
Esencial no es nadie salvo el propio autor. Él es quien debe enviar el mensaje sin que se adultere. Ahora, pienso que Raya y Nortes fueron muy importantes para que Quique creciera musicalmente y nunca adulteraron su mensaje, que es lo mejor que se puede decir de un productor. Le hicieron sonar muy bien. Fíjate que “Pájaros mojados” es su segundo disco grabado en un estudio propiamente dicho y ahí suena como un cañón. Eso es gracias a Nortes y Raya.

 

Uno de los aspectos en los que profundizas en tu texto es en las giras y en las distintas formaciones, que han sido bastantes, ¿cuál es tu momento preferido de Quique en directo?
La época con La Aristocracia del Barrio. Creo que a Quique le quedaban aún un par de discos de estudio junto a ellos. Tenían que haber grabado incluso un directo. Era un gozo verles a los cuatro juntos en el escenario. Había fuerza, atrevimiento, experimentación. Se desafiaban cada noche y desafiaban a la audiencia. Creo que Javier Pedreira es uno de los mejores guitarristas que ha tenido Quique. Adoro a Pedreira. Y a Aranzegui. Y a Jacob. Eran una banda sensacional.

 

¿Cómo valorarías el papel que Quique González ha jugado en estos últimos años en el rock español?
Quique ha sido fundamental para romper con la típica figura de cantautor y hacer entender al público que el “songwriter” es otra cosa. En ese sentido, creo que ha hecho algo importante: ha introducido un concepto importante en la música popular española.

 

 

¿A qué público va dirigido tu libro: al seguidor o al curioso?
Te diría que a los dos. El seguidor va a entrar en materia enseguida pero también creo que es una buena oportunidad para que el curioso se meta en la obra de Quique. Eso sí, con ganas y los discos a mano.

 

Hace un par de años publicaste un ensayo alrededor de Iron Maiden, que puede parecer que no tiene nada que ver con Quique González y su escuela musical, sin embargo tú eres una enciclopedia musical, escuchas mucha música y muy variada. ¿Crees que es mejor el eclecticismo para afrontar la profesión de crítico o la especialización?
¡Enciclopedia musical! ¡No, por favor! Eso suena muy poco sexy, suena a señor gris. Joder, ¡qué poco sexy queda! Además, humildemente, mis conocimientos distan de ser enciclopédicos. Pero sí es cierto que escucho mucha música y variada. Me resulta natural. No creo que sea mejor ser ecléctico o especialista. Lo único que importa es hacer las cosas con alma, visceralidad y amor.

 

“Quique González. Una interpretación de los hechos” solo está a la venta en La Tienda de Efe Eme: los envíos son por mensajería, sin gastos para España/península.

 

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