“El mensaje más importante que ha dejado Bowie es que está bien ser diferente. De eso también habla este disco”
Después de la intensa gira de “De polvo y flores”, y un tiempo de descanso para coger fuerzas, Miss Caffeina regresan con su tercer disco, “Detroit”. El más pop, según dicen. De ello hablan dos de sus miembros, Alberto Jiménez (solista) y Toni Poza (bajista) con Sara Morales.
Texto y foto interior: SARA MORALES.
Tras más de diez años brillando en el cielo de la escena nacional como creadores de hits generacionales, copando los festivales más emblemáticos y recorriendo el país a cuestas con sus canciones, hubo un día en que la oscuridad cubrió las ganas de Miss Caffeina. El agotamiento, el desgaste, la pérdida de noción y la lejanía de una vida corriente les llevó a tambalearse, a dudar, a cuestionarse a sí mismos incluso. De aquella visita a las tinieblas, que les ha servido para conocerse mejor y aprender a detectar sus propias necesidades, han regresado con la misma ilusión y luz que derrocharon siempre y que hoy, ya regeneradas, se proyectan sobre un nuevo álbum llamado «Detroit».
Producido por Max Dingel, con quien ya trabajaron en «De polvo y flores», con este tercer disco se han concedido el lujo de experimentar dándose una tregua ante sus propias exigencias y permitiéndose explorar dentro de sus certezas. Un viaje introspectivo pero con final feliz, del que traen estas once canciones para las que han contado con colaboradores de categoría, y con las que se desnudan más sofisticados y tahúres del caos creativo e instintivo. Alberto (voz) y Toni (bajo) nos cuentan, desde una de las salas de Warner, el sentido de este álbum que suena a electrónica sin pérdida de identidad guitarrera y que chispea brillantina y rebeldía tras haber pisado la decadencia. Así es “Detroit”.
¿De qué manera pasará «Detroit» a la historia de Miss Caffeina?
Alberto: Como el disco pop de Miss Caffeina. En el anterior trabajo había mucha oscuridad, mucha solemnidad… Nos tomábamos muy en serio todo, había mucha intensidad en todos los sentidos.
¿Bajo qué estado de ánimo ha nacido este tercer disco y con qué talante lo vais a defender?
Alberto: Después de un momento de agobio y tensión al final de la gira de «De polvo y flores», porque estábamos muy cansados y fueron dos años muy intensos, paramos un año y decidimos que todo lo que viniera después tenía que ser para pasárnoslo bien. Creo que este nuevo disco es bastante divertido porque, aunque en él hablamos de algunos aspectos tristes, dan ganas de bailar.
En discos anteriores se notaban cierta predilección por los sintes, pero ahora con «Detroit» esta apuesta por el synthpop y el rock electrónico es ya una realidad.
Toni: Nos hemos quitado la tontería de encima. Si nos gustaba, era el momento de hacerlo y hacerlo bien. Hemos partido de los sintes para la mayoría de las cosas y estamos muy a gusto y satisfechos con ello.
¿No hay miedo a esa cara perversa que muchos ven en el espectro electrónico por la idea de que corrompe las composiciones?
Alberto: Yo creo que siempre hay un tema que marca la pauta del disco siguiente, en este caso fue ‘Venimos’ en «De polvo y flores», que ya tenía bastantes sintes. Investigamos en ese tipo de hacer música, probamos y eso nos hizo ver que nos gustaba y que queríamos profundizar más. Queríamos sacar el máximo partido al trabajo de Max Dingel, nuestro productor, explotar esa vena suya. Él ha trabajado con Goldfrapp, con Muse… bandas y músicos que tiran mucho de música electrónica, y teniendo a Max a nuestro lado queríamos adentrarnos de lleno en todo eso.
O sea, que con este álbum habéis experimentado y os habéis lanzado a correr ciertos riesgos.
Alberto: Es que nosotros somos muy planificadores y siempre llegábamos al estudio con todo muy cerrado, quizás en el disco anterior desaprovechamos un poco a Max y con este hemos querido empezar de cero y sacar partido a todas nuestras posibilidades. En lugar de empezar a componer los temas con la guitarra, directamente lo he hecho con bases; sentía que me estaba limitando mucho tirando siempre de los mismos acordes, el mismo rollo nostálgico… Esta vez quería probar cosas nuevas.
Toni: Ahora la electrónica está presente como base combinada con los sonidos reales de instrumentos, por ejemplo en las baterías. La mayoría de los bajos son sintes, hay mucho colchón electrónico, desde la base hasta los detalles.
Cuando lo presentéis en directo, ¿tiraréis de loops?
Toni: No, no, lo vamos a tocar todo, los bajos van tocados, los sintes de Sergio van tocados, solo algún detalle irá con secuencia, pero mínimamente.
Alberto: Realmente lanzar cosas en directo es una manera de tocar también, porque igual que tú puedes hacer miles de efectos con una guitarra, los puedes hacer también con un sinte, una caja de ritmos…
Además de este giro electrónico, ¿qué facetas hasta ahora desconocidas de Miss Caffeina sacáis a relucir con este nuevo álbum?
Toni: Nuestras dotes de bailarines. Tenemos pensado bailar mucho en el escenario, Alberto se va a currar una coreografía y todo (risas).
Alberto: A ver, que nadie se piense que esto va a ser rollo Back Street Boys (risas). Lo que sí me gustaría, que les digo siempre al resto, es hacer un videoclip en el que hubiese una coreografía; la idea la tengo en la cabeza, del tipo de algunos videos de Marina and The Diamonds… Creo que con este disco mostramos la faceta, sobre todo, de tomarnos menos en serio, de disfrutar… Aunque no dejamos de hablar de asuntos serios en nuestras canciones, pero a nuestra manera.
La ciudad de Detroit siempre se ha asociado a la deshumanización, a la alienación del ser humano a causa del monstruo industrial, el hombre frente la máquina. ¿Qué hay de todo ello en vuestro «Detroit»?
Alberto: Todo eso, exactamente eso. En los años 60 y 70 Detroit tuvo un apogeo enorme como ciudad gracias a la construcción, todas las fábricas de automóviles y la industria de la Motown, pero de repente un día cambió y se convirtió en una ciudad solitaria, en la que no hay trabajo, con muchísimas casas y edificios abandonados… Ha habido mucho gobernante corrupto, por eso la ciudad no se ha conseguido levantar como se debiera. Creo que define muy bien cómo algo que ha sufrido sus daños y ha tenido sus problemas, al final del todo ve una luz y hay ganas de regenerarse, sentimiento de volver a empezar otra vez, de devolverle la luz que tuvo una vez.
Por tu manera de hablar, es como si Miss Caffeina hubiese vivido también una etapa de decadencia, de desesperanza… ¿ha sido así?
Alberto: Este sentimiento está en el disco y, sobre todo, en la canción homónima con la que lo abrimos. Hemos vivido algo parecido, sí, pero no por el público ni por la música, sino porque al final de la gira anterior acabamos fatal anímicamente. Muy agobiados, muy cansados. Yo me quedé sin voz, tuvimos que cancelar conciertos, tuvimos algún problema interno con la estructura de la banda… Nos fuimos desilusionando, unos teníamos que tirar de los otros. Tuvimos que parar un año. Necesitábamos volver a recuperar la ilusión, necesitábamos un tiempo para volver a vivir cosas y poder escribir, porque si no, ¿de qué escribes?
Toni: Teníamos que retomar un poco nuestras vidas, volver a estar con la familia, con los amigos, volver a hacer tu vida otra vez. Llevábamos dos años que no lo hacíamos. Llegó un momento en que nos estábamos intoxicando demasiado, Alberto llegó a somatizarlo con la voz, incluso.
Alberto: Ahora estamos muy contentos, muy unidos, con muchas ganas de hacer promo, de tocarlo en directo, de transmitírselo a la gente.
Es muy honesto por vuestra parte reconocerlo, podríamos decir entonces que habéis sido habitantes de vuestro propio Detroit. Pero no hay que olvidar la cara amable. Si seguimos con los paralelismos, esta ciudad ha dado mucho a la música: fue el origen del punk y sede oficial de la Motown.
Alberto: Sí, y del hip hop, el rap… mira Eminem. También ha sido cuna de la electrónica. Quizás, además de electrónica, lo que más hay del sonido de Detroit en este disco es una especie de Motown traída a la actualidad, el tema ‘Ácido’ es muy de ese rollo.
Toni: Y en la base rítmica hay mucho de Michael Jackson que, aunque no sea puramente Motown, venía de donde venía… Hay tres temas concretamente en que el bajo y la batería suenan totalmente a él.
Es verdad que el disco tiene un halo muy noventero. ¿Os influye mucho esa década?
Alberto: Mucho, muchísimo. Nos desarrollamos en aquella época, éramos adolescentes, que es cuando más te llega la música y más abierto estás a ese tipo de estímulos. Empiezas a ser muy fan de gente, tus primeros coqueteos con la música, tu primera pareja… Sintiendo muy a tope a Oasis en tu habitación…. (risas).
Toni: Mi primo me dio «Get a grip» de Aerosmith y un álbum de Michael Jackson, los dos primeros discos que escuché, y me volvía loco. Llegaba a casa y me metía rápido en mi habitación a escucharlos. La primera canción con la que lloré fue con ‘Heal the world’ de Michael, no recuerdo mi primer beso, pero sí recuerdo esto (risas).
Alberto: Es que en aquellos años había mucha música y no había complejos, el pop, el rock, el grunge, Nirvana, Oasis, Blur… convivían todos.
Volviendo un momento a Detroit, ¿de quién de estos hijos predilectos suyos os sentís más cercanos: MC5, The Stooges, Sixto Rodríguez o Jack White?
Toni: Yo de Jack White sin ninguna duda. Su banda The Raconteurs me flipa.
Alberto: Yo me quedo con Iggy Pop y sus Stooges.
Definidme con una palabra el valor o la cualidad aportada por cada uno de los músicos que han colaborado en vuestro disco. Empezamos con Víctor Cabezuelo (Rufus T. Firefly) sintes generales y composición en ‘Detroit’.
Musicalidad. Le dices que toque lo que sea y lo toca, sabe lo que tiene que hacer y cómo sonar en cada momento, no ha habido ni un momento de vacío ni de dispersión con él. Es un fiera.
Seguimos con Martí Perarnau (Mucho), coautor de ‘Ácido’ y sintes también.
Aries, porque es un Aries en toda regla. Es muy amigo de Álvaro nuestro guitarrista.
Jorge González (Vetusta Morla), que os acompaña en algunas percusiones.
Es el más hippy de todos… Masculinidad. “Juego de Tronos”, es como Robb Stark.
Ahora Coki Giménez (M Clan), que ha tocado la batería.
Talento y carisma. Coki nos acompañó en la gira pasada y nos pasa una cosa con él que no es fácil que te pase con alguien, encajamos de una manera increíble. Es un tío que se monta en la furgo y en las tres o cuatro horas de viaje no se calla, ¡el cabrón! Gracias a él llegas a los bolos con toda la energía y la euforia, con una sonrisa en la cara. Tiene talento hasta para tratar con la gente.
Por último, Zahara (palmas y «gritos» en ‘Ácido’).
Tiene todo lo que tiene que tener un artista. No solo canta, toca y compone muy bien, sino que ella en general tiene un aura de artista total.
A nivel conceptual y más allá del simbolismo con la ciudad, ¿cuál es el mensaje que queréis transmitir al público con las canciones de este disco?
Alberto: Hablamos de muchos temas, pero hay un sentimiento común y unitario que está relacionado con hacerse mayor, con intentar reconducir tu vida… ‘Mira cómo vuelo’ habla de deshacerte de gente tóxica y cómo rodearte de gente con buena energía es lo que te hace sentir bien; ‘Lobos’ habla de cómo tienes que olvidarte de las cosas malas y de la parte negativa de ti mismo, y de aprender a crecer para que no pasen los años y no hayas hecho nada en tu vida. Hablamos de drogas, de problemas familiares, de homosexualidad, de amor (aunque es en el que menos hablamos de amor). Y a la vez que tocamos todos estos temas, complicados algunos, queremos que se asuman a la vez que se baila; que te pille la mierda si es necesario, pero que sea bailando.
¿Y cuál es el mensaje que «Detroit» os ha dado a vosotros?
Alberto: Todavía tiene que decirnos muchas cosas, porque aún no lo hemos tocado en directo.
Toni: Para mí es un mensaje de liberación. Esta vez en el escenario me quiero vestir, me quiero pintar, me quiero maquillar, me quiero comprar un bajo de purpurina… Es un disco para la libertad, con el que te da igual lo que piensen los demás.
Muy del glam de David Bowie todo, por cierto.
Alberto: Para mí, que siempre le he admirado y seguido muchísimo, el mensaje más importante que ha dejado Bowie es que está bien ser diferente, y precisamente de eso también habla este disco.