“Fue la primera vez que sentí que un disco, una banda o un cantante, hablaban directamente sobre mí. Que me espiaban para contar lo que yo sentía, y que lo que sentía era importante”
Era un clásico desde su época en Piratas: en directo, ‘Promesas que no valen nada’ moría dando paso a los compases de ‘Insurrección’, cantados a pleno pulmón por los fieles de la banda. La canción pertenecía a un disco que impactó profundamente al vigués cuando tenía 15 años, tanto que lo señala como su Punto de partida.
El Último de la Fila
“Enemigos de lo ajeno”
PDI, 1986
Texto: IVÁN FERREIRO / EFE EME.
Con la rapidez de un fogonazo (y con la intensidad de un fuego que no se extingue), a Iván Ferreiro le viene a la cabeza el disco que resumiría su «punto de partida» personal en la música. Se trata de “Enemigos de lo ajeno”, el álbum que lanzaron Manolo García y Quimi Portet en 1986, segundo trabajo de su tercer proyecto conjunto, El Último de la Fila. Cuando salió a la venta, el vigués tenía quince años, y ya estaba en la senda de pagar por la música: “Ya había comprado unos cuantos. Me gustaban mucho los discos desde pequeño. Y digo los discos y no la música, por que a mi me gustaba mucho el tocadiscos. No era solo esa música genial, sino poder poner la que yo quería con aquel artilugio mágico”.
En una era pre Internet, los locutores de radio ejercían de brújula y gurú para descubrir las canciones, y así ocurrió con las de “Enemigos de lo ajeno”: “Lo escuché en Radio 3, en el ‘Diario Pop’. De casi todo me enteraba por ese programa. Estaban (Jesús) Ordovás, Chema Rey y Tomás Fernando Flores, y entre los tres me ponían al día de lo nacional y de lo de fuera”. Algo removió al músico gallego, que quiso acercarse al interior del segundo disco de García y Portet: “Me lo prestó un amigo y grabé una cinta, pero pronto ahorré para comprármelo. Mis padres me daban 100 pesetas para comer un bocata en el recreo del instituto”. Parece que tuvo que prescindir de unos cuantos bocadillos para alimentar los oídos y la imaginación: “Compraba los discos en una tienda de electrodomésticos y discos que se llamaba Hijos de Vázquez Lescaille, o algo parecido. Los singles valían 100 o 150 pesetas, y los elepés entre 1.000 y 1.300. Es fácil hacer cálculos”.
Cuando se adentró en las entrañas de «Enemigos de lo ajeno», Iván se quedó fascinado. “Es un disco lleno de canciones buenas. Es impactante cómo canta Manolo García y cómo suenan los arreglos. Es muy moderno y las letras me hablaban como casi no lo había hecho ninguna canción antes. Creo que la potencia de la música se combina con unas letras muy acertadas y profundas, y aun a día de hoy, ‘Insurrección’, ‘Aviones plateados’ o ‘Soy un accidente’ me ponen los pelos de punta”. Durante años, primero a bordo de Los Piratas y después en solitario, Ferreiro ha incluido un guiño a este disco en sus directos, interpretando ‘Insurrección’ tras los compases finales de ‘Promesas que no valen nada’.
El impacto de aquellas primeras escuchas juveniles marcaron profundamente a Ferreiro: “Fue la primera vez que sentí que un disco, una banda o un cantante, hablaban directamente sobre mí. Que me espiaban para contar lo que yo sentía, y que lo que sentía era importante”, reconoce. A día de hoy, sigue escuchándolo, aunque tras rastrear la discografía íntegra de los catalanes, precisa que no es el único trabajo inspirado de Manolo y Quimi: “No creo que sea el mejor. El Último de la Fila tienen muchas y muy buenas canciones en todos sus discos”.
En aquellos años de instituto germinó la semilla del rock en el vigués, cuya voracidad musical fue en aumento: “Ahí yo ya iba lanzado. Compraba muchos discos y grababa cintas de muchos más. El Último de la Fila se convirtió en mi grupo favorito en español. Sigue siendo uno de mis favoritos y pienso que muy pocos han llegado al nivel que ellos tenían. Directos impresionantes y canciones maravillosas llenas de letras profundas y emocionantes”.
–