Melómanos: Ricardo Gómez, sonidos de una vida en flashback

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“Me gustaría interpretar a Antonio Vega, me molaría un montón”

 

Ha crecido en el seno de “Cuéntame”, una serie donde la música tiene un papel protagonista, y a sus 21 años, Ricardo Gómez es un oyente inquieto y curioso, conectado constantemente a las canciones. Y un apasionado de Sabina y Fito, entre otros muchos.

 

 

Texto y fotos superiores: SARA MORALES.
Tercera foto: DARÍO VÁZQUEZ.

 

 

 

Se coló en nuestras casas cuando tenía ocho años, dando vida en la pequeña pantalla a uno de los hijos de la familia Alcántara. Le hemos visto crecer a medida que han ido sucediéndose las décadas y las temporadas en ‘Cuéntame cómo pasó’, convirtiéndose en un miembro más de una rutina que rescata la memoria histórico-cultural de nuestro pasado común. Ahora no cuesta ubicar a Ricardo Gómez por las callejuelas de la Malasaña profunda. Él, que en su vida ficticia ha regentado un bar de los 80 madrileños, gusta también en la realidad de toda esa cara B de la cultura y la transgresión urbana. Desde uno de los rincones bohemios del barrio, sentados bajo el gusto retro-industrial de un café, nos traslada a su propia «movida». La real, la de verdad, la de un joven de 21 años curioso, espontáneo, hablador y entusiasta al que se la apelotonan las inquietudes y se come el mundo a bocados. Y aunque, inevitablemente, Carlos Alcántara aparece durante el encuentro en algunos instantes, el placer de profundizar en Ricardo ha sido el mismo que el de recordar los motivos por los que la música siempre ha sido y será una de las grandes pasiones y necesidades terrenales. Sin importar la época y si es ficción o realidad.

 

 

Resulta que ahora resides y transitas por las calles que dieron cobijo a la Movida madrileña, justo la época y la escena que está viviendo Carlos y su familia en “Cuéntame”. Estás totalmente mimetizado en el ambiente.
Ha coincidido todo un poco. Cuando cumplí 18 años, me independicé y vine a vivir al centro, yo he vivido toda la vida en la sierra. A la vez, en la serie empezamos a rodar la Movida madrileña, en el año 80. Para preparar todo el curro de la serie me hice una lista en Spotify de los 80, mi personaje tiene un bar, y como la música me flipa empecé a rodearme de referencias de todo aquello. Me apetecía envolverme de toda aquella escena.

 

¿Y cómo ha sido recrear esa época y a la vez ser testigo del cambio casi 40 años después?
Por ejemplo, me llevo muy guay con Juanma, el dueño del Penta. La primera vez que entré en el local fue porque me estaba leyendo el dossier de documentación de la temporada del año 80 y vi que hablaban mucho del Rock-Ola, del Penta… y dije: “Voy a ir”. Creo que era el único de todo el garito que, en lugar de estar emborrachándose, estaba mirando las paredes, que están llenas de fotos y demás. Al tipo le debí llamar la atención, vino a hablar conmigo y me estuvo contando un montón de cosas. Desde entonces he quedado mil veces con él.

 

Digamos que tus dos vidas han ido encajando.
Claro. En “Cuéntame” he tenido que rodar cosas como la recreación del Rock-Ola y cómo mi personaje presenciaba el último concierto que dio Eduardo Benavente. Todo ello, unido a mi interés por la música y mi dedicación para preparar el personaje, además de mudarme al centro y pasear por las calles y garitos en los que pasaron tantas cosas, ha despertado en mí un gusto por la música que va más allá incluso de la propia música. Conocer su historia y las historias que la rodean.

 

¿Con quién te quedas: con Alaska y los Pegamoides o Parálisis Permanente?
Con Parálisis Permanente, sin duda. Eduardo Benavente siempre. Empecé a escucharles antes de rodar lo que te he comentado y me fliparon, y ‘Autosuficiencia’ y el videoclip, todavía más.

 

Ahora que has profundizado en aquella escena de los 80, una de nuestras épocas doradas en música, ¿sientes una especie de nostalgia, aunque no lo hayas vivido?
Sí, claro que sí. Pero no solo en el aspecto musical, sino en el aspecto de la gente que salía, del ambiente, que en un garito había exposiciones, se proyectaban cortos en cualquier parte… Era más fácil poder acceder al arte y a la cultura, quizás porque se venía de una época muy oscura y fue una explosión de expresión cultural. Hoy día, aunque también lo hay, no es igual.

 

Independientemente de que el rigor profesional te haya llevado a coquetear con la música, ¿juega un papel importante en tu vida personal?
La música está en mi vida prácticamente las 24 horas. Desde que me levanto estoy escuchando música, así es desde que era muy pequeño. Me considero un ignorante de esta industria, sé lo que me gusta y lo que no, pero soy un ignorante y no tengo ningún pudor en reconocerlo. Me gusta rodearme de gente que sabe más que yo y descubrir sonidos y grupos nuevos.

 

Naciste en el 94, ¿cuáles son tus primeros recuerdos musicales? Sé valiente.
Aunque te vayas a reír, siendo muy pequeño recuerdo la tralla que dio la televisión con el videoclip del ‘Baby one more time’ de Britney Spears. Me acuerdo de tener cuatro años y verlo con mi hermano. Uno de los primeros discos que me compré, debía tener siete años, fue el primero de Estopa —que para mi gusto es el mejor que tienen—. También recuerdo el ‘Servicio de lavandería’ de Shakira. Me estoy abriendo totalmente, que conste.

 

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¿La música estaba muy presente en tu casa cuando eras pequeño?
Mi madre ha trabajado siempre de coreógrafa y en mi casa siempre ha imperado la música de musicales. Mi hermano es de Rosendo, Extremoduro y tal… y a mí de pequeño me gustaban los hits del verano. Pero bueno, afortunadamente uno va evolucionando. Hace poco fui al concierto en Las Ventas de Dani Martín, que es colega mío, y te podrá gustar más o menos, pero te puedo decir que me las sabía todas, ¡es mi infancia! ¡Y la de muchos!

 

Sin embargo, los últimos discos con los que te has hecho son…
Me han regalado hace poco el de Ara Malikian, también «La estanquera de Vallecas», el mismo que le regaló Pablo Iglesias a Pablo Motos el otro día en ‘El Hormiguero’ y el de Fito (y los Fitipaldis) en directo en el Teatro Arriaga. Estos son los tres últimos físicos, pero en Spotify ha sido el último disco de Sidecars.

 

Este año se te ha visto en algunos de los festivales más emblemáticos. ¿También eres de los que disfruta la música en directo y a lo grande?
El mundo festival no lo conocía hasta este verano. A mí mejor amiga le gusta mucho este rollo y muchas veces me había dicho que fuera, porque ella lleva años dedicando el verano a eso. Me apetecía mucho poder escuchar música en directo, como siempre la escucho en cedé o en Spotify tenía ganas de poder apreciar esa diferencia en vivo. Siempre me ha parecido curioso esa gente que, en un concierto, te dice que el grupo está sonando mal y tú no entiendes porqué, a ti te está pareciendo la hostia. Quería ver qué cosas pasan para llegar a decir eso, me llama la atención.

 

¿Y cuál ha sido tu elección para perder la virginidad festivalera?
El Primavera Sound. En Barcelona tengo muchos amigos y aprovechamos para vernos en el contexto del festival. Pero me apetecía disfrutar de todos los conciertos que pudiera, no concebía eso de quedar a las once de la noche para la fiesta, yo a las seis y media ya estaba allí (ríe). El primer día no pude ir, me dio mucha rabia porque me perdí a Tyler The Creator, pero el segundo día estuve y flipé. Es enorme, es inabarcable, ¡no te da tiempo a todo! Tuvimos que elegir y ver qué sacrificábamos.

 

¿Cuáles eran los imprescindibles para ti?
The Strokes. Más allá de juzgar la música, si suenan bien o mal, porque tampoco soy ningún experto para hacerlo, me gusta ver un espectáculo. Y me pasó con ellos. El tipo salió con la camiseta del Barsa (ese día el equipo había ganado la Copa del Rey), dio la enhorabuena a Barcelona, tocaron diez temas y se piraron. Entiendo que un concierto también es un poco de show en directo, no pido que hagan el circo, está claro, pero Patti Smith el día anterior reventó en cámara, reventó las cuerdas de la guitarra, se puso a llorar al recitar los nombres de compañeros que habían muerto en los últimos años… Fue increíble. Con los raperos Run the Jewels me lo pasé como un enano. Alt-J me molaron bastante… Muchos, fueron muchos conciertos.

 

¿Qué tres bandas serían cabeza de cartel en tu festival ideal?
No tienen nada que ver uno con otro, pero bueno: Eminem; Black Rebel Motorcycle Club que este año tocaron los primeros en el BBK y apenas pude oírlos porque estaba el micro bajísimo; The Hinds, todavía no he tenido ocasión de verlos y me encantan, además Carlota es muy amiga mía desde que rodó tres o cuatro capítulos en “Cuéntame” como una tía que viene a trabajar en mi bar… También Layabouts y, por supuesto, The Parrots, que tienen que estar sí o sí. Les vi en el BBK, cómo lo pasamos, madre mía (ríe).

¿Eres más afin a algún estilo musical concreto? Veo que tocas varios palos y muy diferentes.
Tengo un abanico muy amplio. La mejor inversión que he hecho en los últimos años ha sido Spotify Premium (ríe), ya le he dicho a mi padre que deje de regalarme discos porque llevo la música encima. En mi lista de Spotify, que además tiene un nombre tan especial como «Mi música» (risas), tengo desde la Novena Sinfonía de Beethoven, hasta Estopa, que me he criado con ellos, pasando por Violadores del Verso, Sabina, Fito, Platero, Mumford & Sons, Muse… una barbaridad.

 

Muy ecléctico.
Cuando me preguntan por música, tengo claros mis gustos, pero me siento fuera de mi terreno. Si me preguntan por el tipo de cine que me va, aunque me gustan muchos tipos, me decanto por el género de mafia. En la música a lo mejor me obsesiono dos semanas con un grupo y estoy todo el día a saco, pero luego pasan seis meses y a lo mejor ni los toco.

 

¿Alguno de esos grupos o músicos que han sido víctimas de esta obsesión tuya?
Estuve tres meses con Sabina, no escuchaba otra cosa. Ahora mismo estoy teniendo problemas con mi compañera de piso porque no dejo de escuchar a Extremoduro y a Platero y Tú. Como siempre lo hago todo al revés, he descubierto a Platero y Tú hace un mes, pero soy superfan de Fito y Fitipaldis desde siempre.

 

¿Has tenido la oportunidad de conocer a Fito?
¡Sí! En uno de estos saraos a los que hay que ir, estaba tomándome una cerveza y vi que se me estaba acercando. Yo soy muy fan, pero soy súper discreto, no me acerco nunca a nadie a darle el coñazo. Fito se me acercó y me dijo que era súper fan de «Cuéntame» y en concreto de mi personaje. Me abrió en dos (ríe). Y le dije: «No te lo vas a creer, pero tú también me flipas» (risas).

 

¿Hay algún estilo musical que no va para nada contigo?
El heavy, por ejemplo. Me explico: no sé muy bien dónde termina el heavy y empieza el metal. Lo que tengo claro es que me gusta entender a la gente cuando canta una canción, cuando escucho algo muy duro en sonido sé que no me gusta. Pero tampoco me cierro, porque Barón Rojo tienen una canción que me pone los pelos de punta. Es ‘Los roqueros van al infierno’, sale en el capítulo 250 de “Cuéntame”, en la temporada 14, cuando a mí me meten en la cárcel.

 

Imagino que el hecho de entrar en la cárcel ya los pone…
(Ríe) Sí, ya lo creo. Esa canción empieza a sonar justo en el momento en que entro. La secuencia la rodamos en una antigua cárcel de Segovia, que ahora es un centro cultural, con figurantes en su mayoría ex presidiarios. Yo entraba en la galería y ellos tenían que escupirme y decirme cosas como el nuevo que entra y que llega a su territorio. [Me enseña el video desde su móvil y juntos repasamos esa secuencia].

 

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Ahora viéndote metido en tu papel de Carlos, no puedo evitar decirte que está siendo un gustazo verte crecer como persona y como actor desde el otro lado de la pantalla.
Muchas gracias. Muchas veces me ocurre que la gente me pregunta si diferencio bien mi vida real de la de Carlos. No sé, no lo entiendo, igual debo parecer gilipollas (ríe). Lo que yo hago en “Cuéntame” no tiene nada que ver con cómo soy yo. Carlitos es un moñas, pero es el nieto que toda abuela quiere tener, y que toda madre quiere de novio para su hija. Es el personaje que toca. ¿Quién se enamora de su profesora y encima se cree que tiene posibilidades? (risas). Nada, es el trabajo que hago, y según salgo del plató y me meto en el coche no tengo nada que ver.

 

¿A qué músico elegirías si te ofrecieran interpretar su vida en el cine?
Seguro que hay muchos músicos con vidas más interesantes que la de los míticos, por aquello de salirme de Keith Richards, Freddie Mercury o Bob Dylan. Me gustaría interpretar a Antonio Vega, me molaría un montón.

 

La música es uno de los hilos conductores de “Cuéntame”, siempre en un segundo plano, pero capaz de ubicarte en el tiempo y ponerte en contexto. ¿Lo veis así desde dentro?
Sí, estaría muy bien que hicieran algún estudio de la serie a través de la música que se ha ido poniendo. Al principio a través del personaje de «mi hermano» Toni, y así año tras año, el resto de la familia, hasta acabar en La Movida, donde todo fue más explícito. Me han hablado la serie chinos que saben castellano porque en el Instituto Cervantes de su país les ponen la serie para aprender el idioma, alemanes me han parado por la calle diciéndome que también la ven… La música siempre ha estado muy presente en la serie, aunque sea de manera implícita.

 

¿Quién se encarga de la BSO?
De las canciones y BSO se encarga Fernando Ortí, que vive en Canarias, es buenísimo y se lo curra que no veas, hace unas canciones con las que lo clava. En momentos muy potentes de ficción, de vez en cuando nos permitimos el lujo de comprar canciones que, aunque valen una pasta, es el momento de ponerlas y hay que hacerlo. Canciones impresionantes que recuerdo especialmente porque son finales de capítulo súper intensos, como el ‘Pero a tu lado’ de Los Secretos que sonó al final de la temporada 13. El año pasado terminamos con ‘Alegría de vivir’ de Ray Heredia, también ha sonado ‘Cerca de ti’ de Los Elegantes, ‘Autosuficiencia’ de Parálisis… Una canción que sonó en la temporada en que estoy en la mili, cuando me escapo del cuartel, fue ‘La gran evasión’. Es un tema que cuesta mucho dinero, pero merece la pena invertir en ello. En el capítulo siete de la primera temporada, no sabíamos si íbamos a seguir o no con la serie, y en una escena caían a cámara lenta los pasquines de ‘No al franquismo’ con la canción de ‘Volare’ de los Gipsy Kings… fue increíble.

 

Cuando te toca ser espectador, ¿valoras con la misma intensidad la música en una serie o película?
Sí, por supuesto. Hay películas que serían diferentes si tuvieran otra BSO. Después de ver “Django desencadenado” de Tarantino me puse a buscar las canciones, pero tampoco puedo decir que sea mi BSO preferida, porque una tarde estoy tomándome una cerveza en una terraza y alguien con una flautita toca tres notas de «El Padrino» y ya estoy toda la semana con ella en la cabeza.

 

¿Qué tres canciones formarían la BSO de tu vida como Ricardo?
Uf, es complicado. No son mis tres canciones preferidas, ni nada de eso, pero te voy a decir tres canciones que han marcado momentos importantes de mi vida: una es ‘19 días y 500 noches’ de Sabina. Otra, ‘Just lose it’, de Eminem. Me gusta mucho este tío, a ver si puedo verle en directo antes de que alguien le pegue un tiro o se lo cargue o le pase algo, porque no le veo haciéndose viejo, es el típico que vive al filo, algo le acabará pasando. La tercera sería ‘Rock & Roll star’ de Loquillo. Siempre se la canto a un amigo de coña.

 

¿Eres de los que te fijas más en el contenido o el continente de una canción?
Soy muy de letras. Sabina es Dios. Toni Soprano es Dios, pero Sabina también lo es (ríe). Comparten «diosismo» y luego ya estamos el resto de los mortales.

 

En cierto modo has «revivido» algunas de las décadas más significativas de nuestra historia. A nivel musical, ¿con qué te quedas de los 60?
Cuando grabamos aquellos años era muy pequeño, pero la asocio mucho a Los Bravos, Los Brincos, primeros años de Serrat… Empezamos en el 68, ya rozando los 70, pero ‘Eva María se fue’ y ‘Black is black’ han quedado en mi memoria. Esos últimos años también empezaron a entrar en España Pink Floyd y bandas así.

 

¿Qué música le pondrías a la Transición?
Me flipa el disco de Serrat de poemas de Antonio Machado, por ejemplo ‘Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios’. Este disco me encanta, me lo sé entero. Muchas veces entre secuencia y secuencia lo canto con Juan Echanove.

 

¿Y cómo ves tú el panorama del «españolito», ahora que lo dices?
Creo que tenemos muchas asignaturas pendientes y que nos gusta darnos con la misma barra en la cabeza varias veces. No sé si las nuevas políticas que están saliendo son la solución o no, pero sí sé que son imprescindibles. España necesita que la agiten un poco.

 

Para terminar, dedícale una canción a tus compañeros
A Imanol Arias (Antonio Alcántara), ‘You only live twice’ de Nancy Sinatra. A Ana Duato (Mercedes): ‘Todo cambia’ de Mercedes Sosa. Salió al final de un capítulo y me recuerda mucho a ella. A María Galiana (la abuela Herminia): es muy andaluza, es la persona con la que más he hablado de deporte, es muy del Betis, tiene su sitio en el palco y todo. No veas cómo sigue el tenis, el golf… De deporte conoce todo el que quieras. ¡Le voy a dedicar el himno del Betis! (ríe). A Carla Nieto (Nuka), ‘Groenlandia’ de los Zombies. A Santi Crespo (Josito), podría decir mil canciones por mil motivos diferentes, como está en mi vida continuamente no le relaciono con nada concreto porque le relaciono con todo. Me quedo con ‘Hay un amigo en mí’ de Toy Story. Para Pablo Rivero (Toni), I love London’ de Crystal Fighters y para Manuel Dios (Luis), ‘Mis colegas’ de Ska-P.

 

Anterior entrega de Melómanos: Esteban Granero, un rockero en el centro del campo.

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