“Algiers es la sorpresa inesperada de la temporada, un cruce de influencias y sonidos que se vuelven cercanos y se funden sin aparente dificultad: sonidos industriales, punk, soul, folk, góspel, noise, blues…”
Algiers
“Algiers”
MATADOR
Texto: XAVIER VALIÑO.
Si alguien se lo hubiese imaginado, si alguien se hubiese propuesto sacar adelante un proyecto así, seguro que a día de hoy estaría pensando en cuándo se vio envuelto en semejante pesadilla indigesta: un trío nacido en Atlanta, radicado en Londres y con uno de sus componentes viviendo en Nueva York; un grupo con sus bases ancladas en el post-punk pero con un corazón cercano al góspel; una banda de agitadores sociales politizados cruzando sonidos aparentemente incompatibles.
Por imposible que parezca, funciona. Y de qué manera. Algiers es la sorpresa inesperada de la temporada, un cruce de influencias y sonidos que se vuelven cercanos y se funden sin aparente dificultad: sonidos industriales, punk, soul, folk, góspel, noise, blues… Su senda sigue los pasos de Nick Cave, 16 Horsepower, Einstürzende Neubaten, The Pop Group, A Certain Ratio, Gang of Four o Suicide, utilizando samples de, por ejemplo, Afrika Bambaataa.
Formados en Atlanta en 2009, y tras dos singles editados a pequeña escala, dos de sus tres componentes se trasladaron a Londres. Poco a poco y desde la distancia fueron componiendo su debut, un disco que no resulta fácil de asimilar desde el primer momento, sino que necesita un tiempo para hacerse con su sonido diferente, que bien podría servir de antídoto contra una buena parte de rock manufacturado y cortado por el mismo patrón.
Hay un gran potencial en su propuesta, que ya se concreta en este primer álbum. Gran parte del mérito está en el cantante y guitarrista Franklin James, quien utiliza su poderosa y convincente voz como un arma de agitación pero sin dejar de mostrar en todo momento su elemento más humano, una pasión transmitida sin apenas esfuerzo que va desde la rabia de ‘Black eunuch’ hasta la pulsión más soul de temas como ‘Games’.
Mientras, el guitarrista Lee Tesche y el bajista Ryan Mahan (a los que se les ha unido el batería Matt Tong para el directo) sientan las bases con un sonido gótico, casi apocalíptico, pero cercano también a las raíces sureñas que se cuelan a través del góspel (‘Blood’, ‘Remains’, ‘And when you fall’…) y que permite respirar a su música, mostrando una agresividad que tiene también el objetivo de recordar que el rock también puede convertirse en un reto sonoro al tiempo que hace pensar al oyente con sus letras.
Sin ir más lejos, ‘Blood’ denuncia el racismo y la indiferencia aún vigente hoy en día: “Cuatrocientos años de tortura / Cuatrocientos años como un esclavo / Muerto solo para ver cómo derrochas / Justo lo que tratamos de salvar / Ahora la muerte llama a tu puerta / Y todavía sigues jugando / Así que ahógate en el espectáculo / Porque toda nuestra sangre es en vano”. La consecuencia queda clara en el contundente estribillo de ‘Remains’: “Somos vuestros errores por descuido / Somos los espíritus que habéis criado / Somos los despojos”. Aun así, el grupo no se da por vencido y sabe dónde encontrar la esperanza, como señala el giro final de ‘Irony. Utility. Pretext’: “Graba tu nombre de tirano con sangre / ¡La guillotina es la alternativa! / ¡Acepta al hombre primitivo! / ¡Destruye al hombre primitivo! / ¡Con nuestro arte trascenderemos de nuevo!”.
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Anterior crítica de discos: “Resolutions”, de Alondra Bentley.